El Editor Senior de Vogue Latinoamérica se vio en el ojo del huracán por sus declaraciones recientes ante la comunidad Shipiba en el Perú, donde señalaba que si no es por gracias a la diseñadora Annis Samanez, ellos “seguirían muriendo de hambre”. NUEVA MUJER lo entrevistó hace dos meses por su panel en Ixel Moda 2024, donde planteó su propia postura ante la decolonización de la moda y la apropiación cultural.
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En la primera entrega del congreso académico más importante de la región, NUEVA MUJER reproduce la entrevista al entero, dejando la conclusión de sus posturas al lector.
Hay muchas voces en Asia, África e indígenas como los nativos americanos, entre otros (y hasta tienen Fashion Week en Santa Fe) , que sí creen que la colonización existe. La academia de moda también está en ese proceso. Pero su postura dice lo contrario.
No es necesariamente que no exista, o sea, sí ha existido la colonización. El problema es el término, el problema es la postura hacia eso. El problema es aceptar que todavía tienen el poder de empujarnos,de darnos una sacudida conceptual tremebunda para decir que nuestros valores son los que son.
O sea, hubo una colonización, pero a mi juicio todo en la historia de los tiempos es un encuentro de mundos, porque no necesariamente tenemos que ir a defender la validez de nuestros signos y a decir que seguimos siendo oprimidos. Lo que tenemos es que incorporarnos y buscar nuestra validación, pero haciéndolo de una manera de decir: “Ok, estos son mis valores, esto es lo que tú quieres, esto es lo que yo tengo para ofrecerte, esto es lo que yo tengo para venderte y este es mi modelo de negocio. Intégrame al tuyo, porque ya vivimos en un mundo global”.
¿Cuál es mi temor? Que si seguimos con el problema de que estamos colonizados, es que a veces me parece que estamos buscando que nos miren como diciendo: “pobrecitos, fueron colonizados, vamos a sacarlos del hoyo”.
Ahí hay otra problemática también, porque por ejemplo, cuando pasa todo el auge de Johanna Ortiz que ustedes documentaron tan bien, llega al norte global y desde ahí se mira a América Latina como un solo relato. Como pasó con Brasil en los 60…
Exacto, gracias por mencionarlo.
Entonces pasa que ya hay una pérdida de identidad, porque llegan diseñadores de toda Latinoamérica diciendo que no son Caribe. En esos términos, ¿cómo se ajusta esta postura?
En el caso de Johanna, que tu mencionas, como fue el llamado ‘milagro brasileño’, o el cine cubano de los 60 o la televisión y el cine mexicano de los 50. ¿Sabes qué? triunfaron simplemente por el valor de sus propuestas y triunfaron porque definitivamente se insertaron con sentido de amplitud a un espacio global, universal, que antes no se llamaba así. Entonces es lo que creo que todos debemos seguir haciendo. Te voy a hacer una pregunta, ¿cuántos diseñadores exitosos en el mundo entero de Asia ahora mismo conoces?
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Algunos coreanos, y a Manish Arora. Algunos de la India, por ejemplo.
Perfecto. Entonces, ¿por qué vamos a decir que nosotros necesitamos que todos nuestros diseñadores sean aplaudibles, valiosos y que necesariamente tenemos que tener un éxito global porque son latinoamericanos? No. Hay personas que tienen éxito porque les garantiza una propuesta que han hecho, que ha sido abrazada, porque incluso han tenido un modelo de negocio efectivo. Y no sólo Johanna, muchos ejemplos. Entonces, mirarnos a nosotros mismos y decir que porque no todo el compendio de nuestros creativos son exitosos, somos colonizados y somos pisoteados, es injusto.
Eso es paternal. Eso es autocomplacencia. Porque, ¿qué quieres que te diga? Vete a la música africana, Miriam Makeba, Salif Keïta, mencióname a otros músicos más. Y hay millones de músicos en África que les pueden dar lecciones de contrapunto y de percusión a cualquiera de los salseros que triunfaron en el Nueva York ochentero y noventero y que entronizaron la salsa o el ritmo paleño como la mejor rítmica del mundo, ¿no es cierto? Vino de África.
Y ahora mismo los pobres están tan amarrados porque han sido únicamente Salif Keïta y Miriam Makeba. Entonces pasa en todas partes. ¿Qué sucede? Que Miriam Makeba y Salif Keïta tuvieron, no fue suerte: fue un modelo pensado y fue hacer lo que no hicieron muchos. Fue no ir con miedo a una discográfica que estaba en una capital norteamericana o europea y decir. " fírmame, que yo soy el que soy”. Tengo ejemplos en la música también con músicos de jazz de Cuba. Jazz. Jazz. Y llegar a una disquera como EMI y decirle: “este es el que es. Este es el mejor”
Y a mí, quien sea, me da igual. Y lo aplaudo también, pero este tiene derecho a estar ahí, no porque sea cubano, no porque fue colonizado, sino porque es una clase de pianista y de compositor que tienes que levantarte en Blue Note y darle besos.
¿Sería atinado pensar que el sentimiento cultural de la moda se ajusta a las políticas de identidad que se instauraron en Estados Unidos desde hace una década? Porque ya hay autores de países colonizados con su postura de antivictimización. Pero hay mucha gente y comunidades que aún tienen mucho qué cuestionar sobre privilegios, desigualdad y un sistema de moda que premia el elitismo en ciertos tipos de cuerpo.
¿Sabes lo bueno? Que en este momento ya hay gente, ancianos como yo, que lo tienen claro y que no tienen miedo de decirlo. Hay jóvenes que pueden estar siendo víctimas de la victimización pero hay muchos que no. Y en la medida en que lo oigan y lo piensen, porque puedan o no estar de acuerdo, las cosas van mejorando.
Porque si tú le dices a estos jóvenes que están ahí estudiando ahora, toda esta teoría de la victimización, ¿qué van a hacer? ¿Sentarse a esperar que venga el salvador a imponerle su no-talento en el gran mercado?
Te van a cancelar en redes sociales.
Absolutamente.
Dirán que tú eres un hombre blanco privilegiado, entre otras cosas.
Hay casos y cosas de casa. Pero también a veces somos víctimas del oportunismo político y lo increíble es que las personas que somos creativas, que estamos en un universo que se supone que no debe ser politizado ni politizante, seamos víctimas de eso.
Porque viene una campaña y te dice: “yo estoy defendiendo a tal y tal y tal y tal cosa” y después mañana no hacen nada. Y ya dejaron a todas esas naciones jóvenes permeadas de ese espíritu de victimización.
Claro, pero es un sentimiento cultural que viene de años. En ese sentido, ¿cómo se ve todo el social washing de la industria? Para tí, ¿qué es inclusión?
Vuelvo a lo mismo, la inclusión va a ser efectiva cuando la gente entienda que el propio término inclusión es excluyente.
Y condescendiente.
Excluyente es lo peor y condescendiente siempre. ¿Por qué yo tengo que decir que una persona que no sepa caminar en una pasarela tiene que ir porque es negra, porque es plus size y porque tiene más de 50 años? No, no.
Si tú sabes caminar y si tú tienes que ver con la narrativa de mi colección, tú caminas en la pasarela. Y si en la narrativa de mi colección están todos esos elementos que tú eres capaz de hacerle llegar a mi futuro cliente o más que eso al receptor de una propuesta estética, yo te subo en la pasarela. Si no, no.
Aunque compañías como Victoria’s Secret han perdido dinero por eso, y otras se han aprovechado de eso para ganarlo.
Es un tema complicado, pero no voy a mencionar marcas. Pero hay marcas que han perdido dinero simplemente porque su propuesta dejó de ser atractiva para la gente porque saben que los hábitos de consumo y los mecanismos de consumo son cíclicos y entonces justifican coyunturas como “yo fui más o menos o eres más o menos inclusiva esto y lo otro” para explicar los resultados en sus nóminas finales.
Ese cuento no es actual. Entonces el oportunismo va a todas partes y yo pienso que sobre todo hay que luchar contra este en todo sentido, respetar la creatividad, aplaudir el espíritu creativo y aplaudir los modelos de negocios viables para todo el mundo con una mentalidad global, social, estética y política.
Para la publicación de esta conversación, Forteza puso un comunicado de excusas en su Instagram.