Colombia

¿Dónde quedó el ‘empoderamiento’ de Karol G con una canción que sexualiza a niñas de 14 años?

Opinión: lo que consiguió la paisa con las mujeres en todo el mundo lo borró de un plumazo con ‘+57′.

‘No Me Cansaré' de Karol G con la cantante iraní Zevdaliza ya comienza a sonar en las redes sociales y aseguran que será un hit.
Karol G desde sus rede sociales Foto: Instagram @karolg

Cuando apenas nos recuperábamos de los estigmas de nuestras propias narconovelas y con horribles apologías como ‘Narcos’ y ‘Griselda’ (aunque tampoco hay que acribillar del todo al tío Netflix: para resarcirse produjeron ‘100 años de Soledad’), y con campañas gubernamentales y gente talentosa en industrias creativas y cuando por fin, POR FIN, el reggaetón parecía salirse de sus espantosos estereotipos, llega una canción como ‘+57′ a borrar todo de un plumazo. Y sobre todo, el ‘empoderamiento’ que mujeres como Karol G trataron de darle cambiando la narrativa del reggaetón.

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De eso pueden olvidarse: uno puede ser tan malicioso como quiera y decir que juntarse con sus colegas como J Balvin, Blessd, Ryan Castro y Maluma, entre otros, sí era solo por dinero. O nadie se explicaría cómo es que un grupo de tan “talentosos” (vamos, ya no tenemos que fingir que el reggaetón es Mozart, a pesar de su impacto cultural) artistas, su entourage, los arreglistas y compositores, montonales de gente, no tuvieron en cuenta lo peligroso, nocivo, ofensivo que es poner una letra donde se sexualizan a niñas de 14 años... ¡en una de las ciudades con una de las problemáticas más grandes de turismo sexual de la Tierra!

Son unos genios. En verdad.

Ahora bien, da pesar. Da pesar en lo musical, cuando sus homólogos puertorriqueños, que pueden ser lo que sea, sacan letras que revolucionan a la gente y a la sociedad. O pregúntenle a René de Calle 13. Da pesar por los paisas, porque años que lucharon contra el horrendo estereotipo y huella de Escobar (y no, no se ha acabado) con eventos sofisticados, lugares iguales, centros culturales, para que vengan con esto otra vez.

Da pesar por Medellín, porque la están gentrificando los turistas y nómadas digitales del norte global , quienes tienen todo el aval con esta canción para hacer lo que vienen a hacer casi siempre: turismo sexual, con menores de edad (y los casos han sido espeluznantes) y a tomar drogas como si no hubiese mañana y probablemente aparecer muertos luego de una sobredosis. Que no sería la primera vez.

Pero, sobre todo da mucho pesar (sin quitarles la responsabilidad a los otros, que Maluma es padre de UNA NIÑA, para comenzar) que una de las pocas mujeres que triunfa en un género donde todo es básicamente dominarlas con lenguaje cavernícola y objetificarlas (sí, también voy a dejar de fingir que Bad Bunny es María Callas, porque al menos ella no sonaba con afasia) y que tiene un ejército de mujeres que creyó en el poder de sus letras, haya cantado esto. ¿En serio?

Karol G voló apenas Ivy Queen le dio poder para caminar: sí que lo hizo

Las mujeres de todas las edades creyeron en la paisa porque con sus letras hablaba de su propio poder. De su propia agencia. Pocas en el género, como Farina o Ivy Queen, la pionera, lo hacían. Pero luchaban contracorriente: Karol surgió en el momento perfecto donde las mujeres ya no tenían miedo de expresar su poder y lo hacían con fuerza.

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Ser “bichota” era más que una lírica: era un poder, un estilo de vida. Eras poderosa viéndote sensual, siendo la reina que eras. Esta y otras canciones proponían un nuevo modelo de mujer. Por eso millones fueron a sus conciertos en todo el mundo, sintiéndose así. Hasta una esnob amargada como yo, que es más de Gal Costa y Pavarotti, se lo creyó.

Hasta esto.

Es imposible tener un discurso así cuando se celebra un problema tan grande como el turismo sexual en Medellín. Como el abuso y explotación de menores. Como la objetificación, por la que los gringos, algunos, se han tomado el derecho de hacer videos acosando, de hacer fiestas e implantar su misoginia como si la ciudad y el país fuesen su nueva colonia. Es imposible.

Entonces, ¿es genial ser ‘bichota’ para darte millones en conciertos, pero no lo es para criticar un problema que ha afectado a miles de mujeres en tu ciudad y que avala, de paso, una cultura donde el abuso sexual se normaliza hacia muchas de nosotras en temprana edad?

Quizás es hora de dejar de glorificar a estos ídolos. Hollywood ya cayó, Trump lo acaba de demostrar. Y quizás este sea el primer peldaño para que en Latinoamérica nos demos cuenta de que por plata baila el perro y todos, todos, tienen pies de barro.

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