Colombia

‘+57′: Un desperdicio que se quedó en rendirse otra vez a la cultura ‘traqueta’

Apología a la sexualización de menores, drogas y la condena de la cultura ‘traqueta’ en la música colombiana.

‘+57′: Un desperdicio que se quedó en rendirse otra vez a la cultura ‘traqueta’
‘+57′: Un desperdicio que se quedó en rendirse otra vez a la cultura ‘traqueta’

Muchos esperaban con ansias el lanzamiento de ‘+57′ por la nómina que había en dicha canción: Karol G, Feid, J Balvin, Maluma, Ryan Castro, Blessd, Ovy on the Drums, y la cuota emergente con DFZM. Diferentes generaciones y del urbano colombiano en una canción era lo que muchos estaban esperande desde hace mucho, pero todo se fue para el piso al terminar los casi cinco munitos de canción.

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Todo empieza a irse en picada cuando empieza la frase “Aquí lo que hay es exotic, pepa, guaro, Hipnotiq (-tiq) Un parche rela (Pu), te ofrezco something. Pa’-Pa’ tomar, estás voladita, no te van a pillar”.

A pesar de eso, todo se pone peor con “Una mamacita desde los fourteen. Entra a la disco y se le siente el ki Mami, estos shots yo me los doy por ti. Eso allá atrá' está gigante, delicaíto’, cógelo, qué aguante. Mamacita desde los fourteen”. Sí, hicieron apología a la sexualización de una niña de catorce años.

Escucha Tupac y ese culito es notorio. Le echo en el abdomen la cremita de Oreo (Ja)Pa’ gastarle en el tubo (Chin, chin) No la cartelean ni en el Q’hubo Culo grande, culo grandote (Awoo)Shortes Machine pa’ que todo eso se note. Le tiro la labia pa’ que se me empelote”, fue otra de las frases mancionadas.

Hay varios aspectos para desglosar todo lo que está mal en esta canción, y lo contradictorio. Para empezar, la excesiva sexualización femenina en la canción, convirtiéndose en un poco más de dos minutos de dichos mensajes, es decir, aproximadamente la mitad de la canción. Segundo, pareciera que cada uno de los involucados tuviera la realidad un poco alterada al hacer apología a la sexualización de una menor de catorce años, cuando a diario en los medios de comunicación se ven cada vez más masacres, abusos sexuales y asesinatos hacia los menores en el país, alimentando así, un comportamiento deprolable.

Para ahondar más en lo delicado que es esto, basta con irse a Medellín, la ciudad natal de la mayoría de los cantantes, donde a inicios del 2024 el turista estadounidense Timothy Alan Livingston fue visto junto a dos niñas de 12 y 13 años en un hotel, lo que hizo que la Interpol emitiera circular azul en su contra.

Entre 2010 y 2022 se contabilizaron más de 3.000 víctimas de explotación, abuso y otros delitos sexuales contra niños, niñas y adolescentes en Medellín, de acuerdo a cifras oficiales de la alcaldía, la policía, la fiscalía y el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

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En 2023, la ONG Valientes, se reportó 329 víctimas por delitos asociados a la explotación sexual de menores de edad. Investigadores temen un subregistro por la normalización del fenómeno, haciendo que posiblemente la cantidad sea aún mayor, y canciones como esta, no están contribuyendo en lo absoluto a contrarestar esta aberración.

Como tercera mirada de este fracasado cuadrilatero musical, las constantes referencias al uso de drogas y los efectos en el cuerpo sobra en pleno 2024 son algo que otros artistas y de otros géneros, se están esforzando por erradicar. Erradicar esa cultura ‘traqueta’ que varias generaciones están intentando cambiar, y que con ‘+57′, es un retroceso de años de luchas que se han gestado desde diferentes frentes y causas de la sociedad colombiana.

En 2022, la Secretaría de la Juventud de Medellín realizó el primer informe sobre los riesgos químicos para los jóvenes en la ciudad, ya que ha aumentado considerablemente la circulación de diversos químicos. En su momento, se recolectaron 357 dosis de diferentes sustancias psicoactivas como éxtasis, cocaína y sus derivados, LSD, Cannabis y opiáceos. El 77,3% de las sustancias entregadas bajo el nombre de LSD no contienen este componente químico. De igual forma sucede con el 94,3% del 2CB y el 31,5% del Éxtasis, lo que indica que con las sustancias sintéticas, además del problema de la adición de otras sustancias, también se detectó una suplantación, alterando los componentes de estas drogras.

Como cuarta esquina, está la contradicción en lo que se hacen y dicen, que de cierto modo puede causar hasta gracia, ya que la gran mayoría de los que participan en ‘+57′, en diferentes entrevistas han llegado a mencionar que lo que buscan con sus música es cambiar el estereotipo que tienen de Colombia en el extranjero. Si lo que querían cambiar era dicho estereotipo, pudieron utilizar un sinfín de recursos musicales y de composición que pudieron haber aprovechado - un claro ejemplo ‘El Ritmo que Nos Une’ de Ryan Castro- pero decidieron desperdiciarlo.

‘+57′ es un resultado desastrozo desde donde se mire, pero sobre todo, deja la sensación de que esa narcocultura sigue permeada en el ADN de la música colombiana, tristemente.

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