En un enorme ejercicio de condescendencia corporativa - al que muchas ingenuamente le están aplaudiendo como focas- Victoria’s Secret decidió, para verse ‘inclusiva’ poner a modelos de ‘talla grande’ como Ashley Graham y Paloma Elsesser, tan cuestionadas por solo representar una silueta de las tantas que hay en el espectro plus size, en su desfile (ya ni hablemos de Bárbara Palvin, a la que catalogaron así: mi muñeca es todo el ancho de su cintura, en comparación).
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Un evento que para muchos ya no es lo que fue en otras épocas. Esto, en un esfuerzo mesiánico para “por fin” adaptarse a los tiempos que debieron ajustar hace más de una década, cuando en aquel tiempo aún eran abiertamente transfóbicos, gordofóbicos y excluyentes.
No pasa nada: han vuelto en la época perfecta, los tiempos dorados del Ozempic, donde la silueta Y2K marca de nuevo esos cuerpos ultra delgados como cosa normalizada. Pero en un ejercicio de “inclusión” absolutamente forzada muestran “otros cuerpos” sencillamente para que no los tachen de todo lo que los tacharon en la década de 2010 y que hizo que cancelaran su desfile en 2019 y perdieran tiendas físicas y hasta plata frente a compañías más genuinas como Fenty de Rihanna o Aerie, entre otras.
Ahora, el punto es este: las mujeres gordas no necesitamos a Victoria’s Secret y su ropa de papel. Ni sus “favores” al poner una pobre representación en pasarela (con Tess Holliday sí que me lo hubiera creído) de unos cuerpos que en realidad detestan. Con tantas movidas falsas, baratas y presuntuosas en la moda que pretenden “incluir” otras corporalidades y formas de ser estamos lo suficientemente curtidas para saber que lo que mejor saben es fingir que les agradamos.
Veamos, que es cosa de industria y hay hechos puntuales: ya Vogue Business hablaba de una escandalosa cifra de modelos plus size en sus pasarelas que ni llegaba al 10%. Dentro de esas modelos siempre hay dos top, al menos, desfilando en temporadas de Fashion Weeks como Paloma y Ashley, y la marca de lujo de siempre les hace prendas para que salgan a caminar, pero, ¿qué pasa cuando quieres conseguirla como mujer gorda? Pues que no hay, porque se ha hecho para el desfile solamente .
Por otro lado, ni hablar de la moda de lujo: mientras las flacas pueden comprar propuestas interesantes de algún diseñador en Net- A-Porter, a las mujeres de talla grande con ese poder adquisitivo les dan alguna propuesta más aburrida en 11 Honoré, por ejemplo. Y si bien hay marcas como Eloquii que han hecho un trabajo juicioso y grandes colaboraciones - como su última con Kate Spade- la oferta sigue siendo escandalosamente limitada. Ya ni hablemos de mercados como el de América Latina, donde es prácticamente nula y Shein se aprovecha de eso como el qué más.
Sí, sí, sé que me diran: “pero nos vimos representadas, por fin”. Adivinen que, llega tarde y sencillamente, a ellos ‘representarte’ les da igual.
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Como mujer gorda, te digo que Victoria’s Secret nunca va a ser tu amiga
Básicamente, la representación- acá hablemos de capitalismo para dummies- sirve para que tú creas que la empresa, en este caso Victoria’s Secret, es tu amiga y sí te representa y te valora, y por fin entiende tus luchas con desfiles condescendientes (me recuerda cuando en los dosmiles sacaban a niños con discapacidades cognitivas y ancianos al final, había que aplaudirles porque “wow, qué linda la marca, mira, los puso a desfilar”) .
Pero esto es de toda la industria, pobres ángeles, ni que tuvieran toda la culpa. Entonces te emocionas porque cierta marca europea de fast fashion hace una colección con un diseñador importante de los ochentas que revivió, donde ves a Paloma Elsesser con un body que te puede quedar. Te invitan a la preventa. El desgraciado body que ya tienes fichado y listo para que nadie te lo quite (porque sí, las preventas de esas colaboraciones son como ir a la guerra) no está. Le preguntas a la representante de Latinoamérica de la marca de marras el por qué, si has visto a la modelo plus size con la pieza que quieres.
La respuesta, con mirada nerviosa, es: “no, es que a Latinoamérica no llegaron algunas piezas en tienda física, solo se consiguen online, ejem, ejem”. Básicamente quieren que les compres, pero no te quieren a ti en sus tiendas: seguramente tu talla 22 espantará a las rubias talla 2 con padres millonarios que pueden comprar esa ropa maquilada en China como bombones y eso, pues no, que no puede ser.
No te quieren. Y nunca te van a querer.
Claro, hay diseñadores que hacen la diferencia, como Christian Siriano, o Christopher John Rogers, y en Latinoamérica, en mi país, hay gente que te hace a medida, como Diego Guarnizo, Alado, Esther Clothing, entre otras marcas. Pero son agujas en un pajar. Uno donde está la moda de reventa, que es un asunto enormemente lamentable, porque lo que encuentras es la blusa que se sudó Paquita la del Barrio en 1985, el vestido de lentejuelas que usó en una fiesta de Juan Gabriel o más ropa de Shein.
O también donde están las grandes marcas nacionales de cada país, que si tienen una sección de tallas grandes hacen ropa básica y con las telas más espantosas posibles, para variar.
Entonces, si la industria de la moda, toda ella, es lamentable con nosotras, ¿qué se puede esperar de una marca que nos despreció por años y que quiso forzarse a ser inclusiva, como muchas compañías hipócritas en varias industrias creativas, para no seguir perdiendo plata?
Y algo mucho peor: cuando hay marcas ya como Aerie o locales como Leonisa que hacen cosas infinitamente mejores para un sector que ya encuentra hasta cosas mejor confeccionadas y presentadas.
No, gracias, Victoria’s Secret. Esto llega veinte años tarde. El mundo cambió, nosotras cambiamos, nos endurecimos y ya vimos lo que fueron en una década donde no comprendieron absolutamente nada de lo que estaba pasando. No necesitamos sus favores, su condescendencia, una propuesta absolutamente pobre que quizás jamás llegue a Latinoamérica (región donde siempre llegan las sobras de las grandes marcas del norte global) y menos en mi talla.
Por mi parte, y la de muchas, lo sé, ya no necesito un ángel que me “represente” solo por mi dinero cuando desde hace rato hemos tenido referentes más genuinos que alguna vez se vieron opacados por su marca y por la industria de muchas maneras y eligieron un camino donde encontraron su propia autoestima y voz.
Te lo agradezco, pero no.