Shein llega a Colombia de forma operativa y así como México, ve en el mercado colombiano una buena oportunidad de expandirse a nivel LATAM. Esto, en medio de su muy dudoso método de producción y cuestionables condiciones laborales y ambientales. Y ya con tiendas físicas en Europa, Asia y Estados Unidos, vale la pena preguntarse por qué triunfa más allá de la novedad.
Al menos en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica lo hace por una gran razón: aparte de ofrecer hasta 10 mil productos nuevos de forma diaria, ha atendido mercados a los que las industrias locales les han puesto ínfima atención, como el de tallas grandes.
En 2016, Tim Gunn, el famoso crítico de moda de ‘Project Runway’ le hablaba a los productores estadounidenses de cómo debían atender un mercado que abarcaba más de la mitad de la población. Lamentablemente, la tendencia no se revirtió: si bien hay modelos como Paloma Elsesser en desfiles de marcas convencionales, las prendas se hacen solamente para ella en el desfile. Y muchas prendas, en marcas reconocidas, para comenzar, se encuentran online, pero no en tiendas físicas. El mensaje es claro: queremos tu dinero, pero no a tí en nuestra tienda.
Por otro lado, han existido grandes debates sobre los criterios de producción de esta industria para tallas grandes: desde el término oversize, los talles que ha sido una odisea en regular en todo el mundo, y lo que cuesta para el mercado producirlas. Ahora, se habla de una industria del norte global con compañías como Asos y Eloquii que al menos dan una oferta no tan limitada hacia las mujeres.
Pero, ¿qué pasa en Latinoamérica? ¿Cómo son esas dinámicas que limitan aún más este mercado y del que Shein ha aprovechado una gran tajada?
Un mercado incipiente que no da suficientes propuestas de moda
Es entendible que Shein llegue a mercados como el mexicano o el colombiano, que en Latinoamérica apenas tienen industria de tallas grandes. Y si bien hay ferias como ‘Gorda’, la oferta no es suficiente en términos de ejecución y diversidad de oferta. Muy pocas marcas de talla grande tienen la suficiente calidad para ser aspiracionales, como sí pasa en una industria latina que vende sofisticación - incluso desde las grandes superficies- para las mujeres de talla regular.
Ni hablar, tampoco de las grandes superficies: que lleguen a incluir tallas más allá de la XXL es como si hicieran un favor. O al hacer colecciones con influencers, lo mismo: solamente ocurren propuestas especiales cuando la realidad del mercado es que hay mujeres que quieren moda más allá de resolver una necesidad tan básica como vestirse, o ir en tendencia. Quieren aspiración.
Lamentablemente, el mercado colombiano no lo ofrece de ninguna manera. Incluso marcas de toda la vida se quedan en diseños poco atractivos que no le dan a las mujeres de talla grande esta forma de expresión.
Asimismo, los precios en el mercado de tallas grandes llegan a cuestionarse mucho cuando hay prendas pésimamente ejecutadas o básicas que llegan hasta los doscientos mil pesos, para variar. Y sin contar que se homogeinizan en una propuesta que sí puede suplir el gigante chino con su variedad de estilos y tallas como hasta la 5XL.
Ahora: para las mujeres de talla grande, incluso, ser sostenible cuesta más: una prenda de diseñador en Colombia - y eso si hace para esas tallas- llega a costar medio salario mínimo. Y no hay absolutamente nada en lugares como el resale: en GoTrendier por ejemplo, estas tallas dejan mucho qué desear. Y sí, hay ropa de SHEIN en otros sitios de resale. Ropa que también venden algunas marcas autoproclamadas de talla grande a nivel nacional.
El debate apenas comienza, pero se vuelve a la misma situación de antes: cuando el fast fashion llegó en 2012 nunca se cuestionaron los motivos del consumidor. No de manera grande, seria y en una economía como la colombiana, en el sur global, en post recesión de 2008 y 2020. ¿Que esta marca puede hacer daño a la industria nacional? Sí, de muchas maneras.
Pero también se tienen que estudiar qué mercados han desatendido por años y sus razones. Y por qué la gente a pesar de toda la información -como me lo mencionó la periodista de moda Dana Thomas en entrevista hace tres años- sigue comprando fast fashion en Colombia y Latioamérica.
Por último, el no ver el por qué Shein tiene éxito más allá de su novedad y sí, las lógicas que invitan a comprar más (que es absolutamente válido y necesario para reevaluar las lógicas del consumo excesivo) , también sería cegarse voluntariamente a ver que una industria como la colombiana jamás ha tenido una oferta lo suficientemente aspiracional para esos mercados que se salen de sus lógicas comerciales y que evocan muchos consumidores más allá de su misma visión de toda la vida. Y de eso hay complejidades a lo largo y ancho que no caben, lastimosamente, en una talla.