Colombia

Así es como ‘Betty la Fea’ predijo el futuro de la moda y esto es lo que veremos en su segunda parte

‘Betty la Fea, la historia continúa’ espera conquistar lo que la novela hizo antes: el futuro de la moda a través de acertadas predicciones.

Yo soy Betty la Fea: así es como Betty predijo el futuro de la moda
Yo soy Betty la Fea: así es como Betty predijo el futuro de la moda

En ‘Prada & Schiaparelli: impossible conversations (Prada y Schiaparelli: conversaciones imposibles) , que escenificaba el diálogo de Miuccia Prada con quien se oponía al minimalismo como forma de ser (y tema de la Gala del Met en 2012), ambas diseñadoras hablaban de la redefinición de la belleza. Elsa Schiaparelli (personificada por Judy Davis), hablaba de su experiencia y de cómo había que resignificar la belleza. Prada le contestaba, en consonancia, que no le interesaba esa concepción de belleza que honraba un tipo de feminidad, lo “sexy”, a menos “que fuera totalmente consciente”, ya que se dedicaba a explorarla.

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Y lo decía con mucho conocimiento y causa, ya que en su colección Primavera/Verano ‘Banal Eccentricity’ comenzaba a cuestionar ese pulido minimalismo que reinaba en 1996.

Así, Miuccia contrastó texturas ácidas, faldas largas, puso sandalias. Nacía el ‘ugly chic’, el escándalo para la prensa de moda que veía en ella un símbolo de rebeldía. Pero que diseñadores como Alessandro Michele, ya en Gucci, retomarían de manera mucho más ecléctica y exuberante desde 2015, pasando por la ironía de un Vetements,  hasta llegar, claro, a los conceptos editoriales de Loewe, que trae en este 2024 a un Daniel Craig que se ve como… como Nicolás Mora, precisamente.

Pero cool, claro.

Porque sí, en esta era de redes sociales y donde la cultura y la sociedad, como Miuccia Prada, han desafiado la belleza y explorado sus aristas,  Beatriz Pinzón Solano, ícono pop del mundo, con una de las novelas más vistas, adaptadas y traducidas, sería una absoluta musa. Esto, con las gafas que mujeres como Sidney Sweeney o Bella Hadid llevan. Con las capas de ropa y prendas vintage que la generación Z recicla.

Con los cortes de pelo, en una era donde se oponen a ese glamour impostado, que los hacen ser únicos (no hablemos del T y el mullet por favor). Con el auge del BookTok, donde ser nerd es cool, donde cores como el ‘Dark Academia’, entre otros, favorecen los colores que se ponía.

Y que se volverá a poner: en la nueva historia producida por RCN y Prime Video Latam, ‘Betty la Fea, la historia continúa’, que se estrena este 19 de julio, Betty les calla la boca a quienes dicen que traicionó su esencia volviéndose ‘bonita’. “Simplemente, es ella”, le dijo Ana María Orozco a Nueva Mujer, al preguntársele por el personaje, que ya no es “feo” en un espacio donde claramente eso es algo absolutamente rebatible, como planteban Prada y Schiaparelli.

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Esto, porque en una época donde ya Armando Mendoza no se ve como el partido ideal sino como un hombre horrible y mal jefe (ni hablar de Daniel Valencia y Mario Calderón, psicópatas y depredadores en toda regla), para él y para quienes están en este universo han cambiado las reglas de juego.

¿Siguen siendo los mismos? ¿Cómo enfrentan estas deudas que han dejado a varias generaciones que los han amado? Quién sabe. Pero si se habla de lo que hizo Betty al inconscientemente ser el adalid de belleza que impulsó Miuccia Prada en su misma época, también pudo no solo predecir cómo cambiaría la moda y la apariencia, sino cómo cambiaría la moda misma a nivel Colombia y mundial.

“Betty era una novela futurista”, dijo Natalia Ramirez en un evento previo al estreno. “Se espera que con esta historia también sigamos en este proceso”. Pero, ¿en qué aspectos Betty reflejó el presente y el futuro de moda de un país y el mundo?

Fernando Gaitán: el Julio Verne que puso la moda colombiana y mundial 10 años en el futuro

Para la época en que se transmitió la novela, Colombia venía de 100 años de proteccionismo, con la constitución de 1886. El neoliberalismo llevaba una década, y, desde la constitución de Medellín como capital textil a nivel mundial, la industria de moda colombiana se caracterizaba por distinguir la calidad textil como símbolo de elegancia, más no la moda.

Es por eso que Armando fracasa en su primera colección: de hecho, lo que el presidente de Ecomoda quería replicar era el modelo de series cortas del fast fashion que Zara y Mango ya tenían hace un buen tiempo. Sacar tendencias, producir más, y a menor costo, telas incluidas. En un 2024, cuando vemos a un Shein sacando prendas de dos dólares y con el poliéster más barato del mundo, nos damos cuenta de que la idea del presidente no era tan descabellada: así se encaminaba la industria de la moda en el futuro.

Armando Mendoza luchaba en una industria que aún no estaba lista ni económica, ni culturalmente para ello (Mango ya tenía su primera tienda online en 2000, cuando se transmitía la novela). Más de diez años después, el tiempo le daría la razón, cuando llegan las tiendas de fast fashion a comerse el mercado colombiano: hoy en día es impensable que una marca grande o masiva no tenga este sistema.

Marcas como Studio F y las de San Victorino leen tendencias, consultan agencias y sacan producción a ritmos mucho menos espaciados y con más volumen.

Por otro lado, hay más cambios y predicciones que Fernando Gaitán en su genialidad apuntaba y que sucederían años después. Betty sueña con Ecomoda como gran exportador, cuando ya hay marcas como Baobab con tiendas en la quinta Avenida, o Johanna Ortiz vendiendo en Moda Operandi y presentándose en París.

En la nueva historia veremos a Hugo siguiendo el ritmo de sus nuevos colegas, por ejemplo, aunque con los diseños esta vez de Andrés Otálora, diseñador caleño que el año pasado se presentó en Colombiamoda.

Y si bien hace que Marcela y Hugo casi mueran de indignación con sus cambios, no estaba tan desencaminada: marcas como el Éxito o Mango han tenido a Pilar Castaño como personal shopper, guiando en tienda a las mujeres sobre lo que deben usar. Muchas aún no saben qué ponerse y hay mujeres como la periodista Beatriz Arango que les resuelven esas dudas.

Ahora bien: el Cuartel desfila, representando la inclusión (así en algunos casos sea de dientes para afuera en Colombia) que vendría. Mariana da pie a estas modelos afrocolombianas que triunfan en Europa.

Por su parte, Inesita, más allá de la ternura que produce, muestra que el estilo no tiene edad: que lo digan Iris Apfel, que en paz descanse, o Lyn Slater (a la que entrevistamos en Nueva Mujer) , o la misma Joan Didion para Céline. Bertha, claro, será la mujer que represente a las influencers de talla grande que desde Ashley Graham hasta Fat Pandora marcan otros tipos de corporalidad.

Con todo esto, ¿qué sigue para Ecomoda y cómo representa esta nueva era? ¿Cómo dará esos debates sociales que aún genera luego de 25 años? ¿Qué predice, qué refleja?

Imposible saberlo, pero al menos Betty, históricamente, ha sido vengada: ya nadie le puede decir “moscorrofio” en una era donde, como quería Miuccia Prada, todos exploran su concepción de belleza. Y ella, de nuevo, también.

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