Pipe Bueno y Luisa Fernanda W están en la Semana de la Moda de Milán gracias a Hugo Boss. Y allí han mostrado, ambos, que son referentes de moda por derecho propio, que saben usar las tendencias y que inspiran a millones de seguidores. Bueno, al menos a los que no son tradicionales, porque Luisa caminaba por una de las galerías más importantes de la ciudad con un corpiño que las mujeres colombianas criticaron.
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Gucci, Diesel, varias marcas durante los últimos 24 meses han mostrado que los brasieres, corpiños y pequeñas blusas correspondientes a la estética Y2K . Nada raro. Luisa decidió combinar tal pieza con una falda larga porque ama mostrar su cuerpo. No pasa nada. Bella Hadid, Kendall, Kylie, muestran cosas similares.
Pero vinieron las que siempre la critican, sobre todo las que se creen muy muy viviendo en Europa a decir que por culpa de pintas como esa “las colombianas tenemos mala fama”.
“Luisa, por pintas como la tuya no nos rebajan de vulgares y prostitutas”
Un combito de gente comenzó a decirle a Luisa en la foto que en Europa “desentonaba” y que por eso es que en Colombia nos estigmatizaban. Claro, como si las novelas de narcos, cierta estética predominante que se alía con las tendencias del momento no tuvieran nada que ver.
Y pues el provincianismo y parroquialismo de cómo cree la gente que “hay que lucir en Europa” es evidente, como si existiese una especie de reverencia.
Pero ni corta ni perezosa, ella puso en historias de una fan, que la moda era para la gente que se arriesgaba. Y ella lo hace, al mostrar un cuerpo que básicamente ha sido un objeto de tiranía para las mujeres colombianas. Un objeto de deseo y no un sujeto. Uno en el que ella construye su narrativa desde un estilo incómodo para muchas mentes limitadas.
No es culpa de Luisa W el estigma. El estigma es histórico. Y sí es parte de nuestra historia ser aún muy cerrados en un mundo que tiene abiertas las posibilidades estilísticas más allá de nuestras precarias condiciones de elegancia.