La primera dama de Colombia, Verónica Alcocer, esposa de Gustavo Petro, es criticada por supuestamente hacerse masajes con el entrenador Nerú usando, quizás marihuana. Justo cuando la ley de Cannabis para Consumo Adulto en Colombia no fue aprobada y sigue siendo objeto de propaganda y debate.
Pero Verónica Alcocer muestra que no tiene prejuicios y que enfrenta a una sociedad bastante desinformada, mojigata y conservadora. Apenas se conocieron las imágenes (que vayan a saber si son de ella) y en donde dice presuntamente que “con marihuana todo es más rico”, la derecha recalcitrante saltó en su contra de manera misógina y alarmista.
Sin entender por ejemplo, que los productos que no tienen THC, el componente ‘psicodélico’ de la droga ya han avanzado en regulaciones para crear industrias de alimentos y de ropa, entre otras, y que han incluso comenzado a tomarse en cuenta para usos medicinales, como en el caso de la primera dama Verónica Alcocer.
De hecho, estos avances ya se veían desde el gobierno Duque y hay compañías legalmente constituidas que ofrecen productos de cannabis para fines cosméticos y de bienestar, como en el caso de Alcocer, si tal cosa fuese verdad.
Como si ninguna primera dama se hubiese hecho un masaje antes, en caso de ser cierto. Pero se vuelve al mismo punto: las críticas hacia Alcocer es uno, porque muestra su cuerpo, cuando hemos tenido la tradición de mujeres ampliamente recatadas y señoriales. Dos, porque hace con él lo que quiera, como miles de mujeres en Colombia.
Y eso es lo que no les parece a los sectores más retrógrados de la sociedad, incluso a mujeres, que la critican siempre por lo mismo: por bailar (porque para el centralismo bogotano todo lo costeño es ‘ordinario’ y ‘atrasado’, siguiendo ese mito barato del siglo XIX donde éramos ‘La Atenas Sudamericana’ cuando sólo éramos un pueblo feo lleno de literatos inútiles en política). Por mostrar su figura.
Por apersonarse de su rol. Por ser madre soltera (antes de Petro) en el país por excelencia de madres solteras.
Las críticas a Verónica Alcocer por masaje con Nerú muestran la idea retrógrada y parroquial de lo que debe ser una primera dama
Estas ya las sufrió incluso Michelle Obama en su momento gracias a la derecha gringa cuando bailaba con Jimmy Fallon, o cuando mostraba sus tonificados brazos, al punto de deshumanizarla y misgenerizarla de forma racista.
Estas personas, aún en el pasado y con una pobreza mental extraordinaria, no entienden que eso es lo de menos a la hora de criticar a Alcocer. Porque sus movimientos nepotistas, sus contratos a la ligera y sus acciones cuestionables van más allá de puros gestos cosméticos. Pero verdad que se habla en un país donde se prefiere la forma que el fondo.
Los supuestos masajes con marihuana muestran cuánto le duele a este país avanzar en materia de derechos ciudadanos, cuánto daño ha hecho la doble moral católica en este país de borrachos. Cuánto mundo, cuánta educación falta en cuanto al consumo y uso de sustancias psicoactivas en este país que es solamente un pueblo grande. Uno donde no se critica a una primera dama por su cuestionable uso del poder, sino por lo que hace con su persona privada.
