Colombia

Bogotá Fashion Week 2023 : una curaduría incluyente que necesita mirar hacia la verdadera academia de moda

Las pasarelas mostraron saberes y oficios que se reafirman con marcas apetecidas internacionalmente. Falta mejor criterio en cuanto a charlas académicas y sigue el eterno problema en organización.

Pasarela del diseñador Jorge Duque durante el Bogotá Fashion Week 2023
Pasarela del diseñador Jorge Duque durante el Bogotá Fashion Week 2023 (Juan Pino)

Bogotá Fashion Week 2023 halló la forma de abrirse al público este año, con pasarelas a las que el público general podía acceder y también a través de marcas donde podían tener una experiencia directa con una curaduría de marcas de diseño de autor, accesorios, joyería especializada y calzado, entre otras, que tenían diversidad de precios.

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Entre estas destacó la marca cartagenera Las Reinas del Caribe, con sus diademas y turbantes statement. Y, sin duda, esto muestra cómo la oferta crece y varía en cuanto a la calidad y accesibilidad de las propuestas.

Ahora bien, sin duda, la muestra pivotal de todo este proceso encabezado por Loren Barake y consultores de varios sectores de la moda colombiana (entre ellos la academia), se vio más que todo en las marcas exhibidas y en las pasarelas.

Desde el resortwear sencillo, pero con prints que no obedecían siempre al manido tropical chic con Cala de la Cruz, hasta Mola Mola, hasta los vestidos de baño más elaborados con marcas como Mío Coral, con fruncidos, texturas bordadas y siluetas que van más allá de ser otra de las marcas swimwear que se disputan el mercado a nivel externo e interno.

Pero claramente, quienes siempre muestran que lo más representativo de Colombia es su saber y oficio son los diseñadores de autor que o trabajan con artesanos directamente o incluyen historias de Latinoamérica a través de sus particularidades. Esto pasó con la apertura de Cubel, quien con su colección SERANWKA invitó a crear a los artesanos de la comunidad Arhuaca y GunaDule a través de sus símbolos y técnicas. Combinadas con estampados de Sebastián Mejía, las piezas que han traducido todo este universo a streetwear también ampliaron su rango a tafetanes y a ser más abiertamente Y2K que la colección anterior.

Por otro lado, Manuela Álvarez, MAZ, no deja de lado su colaboración creativa con los Emberá, pero también, al lado de 47 artesanos de la compañía MANAR, apoyados por la Gobernación de Cundinamarca, transformó sus saberes en productos sofisticados como accesorios statement, mobiliario, chaquetas de múltiples tejidos. Esto, en un proceso de tres años de pedagogía. “El reto era ver cómo MAZ mantenía su esencia podría potencializar todas la magia de las técnicas artesanales de Cundinamarca”, le dijo a NUEVA MUJER COLOMBIA. “Lo que queríamos mostrarles no era un tema de nicho sino cómo ser marcas sostenibles, potentes e innovadoras”. Todo esto se vio en un desfile conmovedor de la colección llamada ‘Oda Andina’, donde se realzó precisamente este valor.

Igualmente, Diana Crump hizo una retrospectiva a través de las plantas que han sido poderosas en su vida y en su proceso creativo a través de sus procesos de sastrería. Todo, envuelto en poesía, conexión y en lo que importa es la esencia. La suya.

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Ahora bien, en propuestas emergentes, pero tan poderosas como para ya pisar fuerte en Latinoamérica están Camilo Franco, con una estética que colinda entre lo statement y lo comercial y una excelente curaduría, y la apoteósica puesta en escena de Faride Ramos en el Jardín Botánico de Bogotá, donde mostró que lo suyo es la ejecución de sastres y experimentación con dénim.

A Modo Mío, por su parte, contó ese ‘Cambio de Piel’ con estructuras de cutouts, abrigos deconstruidos y estampados de serpientes con pedrería que contrastaron con la complejidad entre lo comercial y lo statement de Camilo Franco y su colección más ‘oscura’ hasta la fecha, mostrando la excelente calidad de su ejecución.

Andrea Landa y Jorge Duque, las ‘supernovas’ de Bogotá Fashion Week 2023

Ahora, sin duda, quienes muestran que en Colombia hay una industria competitiva y con diseñadores fuertes a nivel internacional fueron Andrea Landa, con su colección ‘Zingara’, donde mostró su maestría a nivel cuero (no igualada por nadie en Latinoamérica), en la que se exploran a través de anudados y cortes innovadores envolvencias llenas de contrastes y fluidez.

Las técnicas tradicionales me apasionan y debo seguir trabajando por rescatarlas, como muchos de mis colegas, muy a su estilo. El cuero es un material que es noble, que lo honro y trabajo con humildad. No lo masifico y hago arte con él. Trato de hacer esculturas con él. Da mucho rendimiento y no se encasilla en chaquetería”, le explica la diseñadora a NUEVA MUJER.

" Yo experimento a través del ensayo y error incluso con técnicas como el origami. Los especialistas nos enseñan a través del intercambio”, le dice Landa a NUEVA MUJER, quien explica que incluso cada piezas tarda hasta dos semanas a tejerse. El cuero lo trae de México y Colombia y lo hace en su taller de Medellín, con trabajadores que estuvieron con su madre. Un proceso de aprendizaje conjunto en el que comenzaron a perfeccionar su calidad y su técnica. “No sabíamos cómo hacer las terminaciones. La marca en sí es un proceso de enseñanza todo el tiempo. Y es un proceso de investigar otros acabados, marcas y de ensayar mucho”, expresa modestamente la creadora.

Además, por supuesto, Jorge Duque cerró con broche de oro con su colección ‘Discurso’, hecha exclusivamente para la tienda de departamentos de lujo MALVA, donde se afianza en su corsetería y exploración de materiales inusuales, en sus relatos de latinidad que se mezclan con la iconografía híbrida colonial de las iglesias latinoamericanas.

Y, en donde reafirma su exploración hacia las diversas formas de feminidad incluso con piezas tan apoteósicas como su último vestido de novia, donde hace gala de su especialidad. Una colección que afianza su exploración propia.

A los diseñadores nos cuesta ver quiénes somos nosotros y cómo lo hacemos. Y el entorno te da enseñanzas para entender para qué somos buenos. A mí me gusta el latin glam. MALVA me ayudó a delimitar este ADN. Y voy desde este mestizaje abordando la realidad, todo el tiempo hago vueltas sobre esta conversación. Y por esto también vengo con esta hibridación mestiza entre Europa y América. Lo que somos nosotros”, le explica Duque a NUEVA MUJER.

“Maduramos con corsetería, nylon, madera, y cerramos con un vestido que es un frame para mí. Incluso mandamos a hacer textiles en esas cintas entrelazadas que ves en Semana Santa. Así interpreté estas manifestaciones populares latinoamericanas”, añade Duque, quien usó una paletas rojizas y terrosas en la colección.

“Uno se reafirma entendiendo quién es uno. Y salirse de la zona de confort es explorar. No estamos jugando con la vida de nadie”, afirmó el diseñador, que cerró emotivamente su desfile con ‘Lenguaje de mi piel’, de Kraken.

Los menos del Bogotá Fashion Week 2023

“La permanencia es importante para una marca”, concluyó en entrevista Duque  con este medio. Y eso es necesario también en lo académico, que tuvo una curaduría altamente cuestionable.

Si bien las famosas de la farándula nacional son un gancho al público, hay que recordarle a la organización que existen desde hace años personas que han estudiado a la moda desde todas sus aristas (sostenibilidad, política, sociedad, etc) desde la academia, tanto fuera, como dentro e incluso en el periodismo.

No pueden considerarse estas conversaciones con seriedad cuando solamente se invitan personas por capital social, cuando ya existen figuras serias, relevantes y contundentes que han investigado fenómenos de la industria local incluso con libros de estudio, plataformas y portales, entre otras. Un retroceso a todo lugar.

Menos cuando invitan a alguien tan cuestionable políticamente como Taliana Vargas a hablar de moda y sociedad, cuando marcas como Manifiesta han tenido que soportar insultos sólo por cambiar la sociedad a través de la moda y los excombatientes. Y de paso, siguen asesinando a sus compañeros reincorporados.

Esta es una grave desconexión hacia las voces de la moda actual, que si bien son casi todas representadas en curaduría y pasarelas, o casi (solo hubo una modelo de talla grande con Jorge Duque y cabe recordarles a las organizadores que este mercado va en ascenso con excelentes marcas), son invisibilizadas en terrenos tan importantes como la academia. Es mejor dejar, para una próxima edición, a una persona que demuestre méritos académicos reales y que tenga una conexión con la moda del país actual, lejos del elitismo a la que quiere seguir atada con gestos como estos.

Sí, Pilar Castaño es una autoridad, pero no representa, lamentablemente, el presente ni el futuro de la moda en el país. Ni la diversidad que se ve en redes y plataformas a pesar de una hegemonía que se niega a cambiar.

Ahora bien, los desfiles se vieron también empañados con una desorganización que a pesar de los esfuerzos, se salió de las manos. Los amiguismos fueron una constante para dejar fuera a importantes personajes de la industria en el desfile de Cubel y se debe pensar en este año en una mejor estrategia de aforo, un problema que sigue sucediendo desde 2015.

Podrían los organizadores tomar mejor consejo de Inexmoda, que lleva años numerando sus sillas y dando más orden a la hora de ingresar a los desfiles, en el que hubo clara falta de comunicación entre varios operadores de logística. A pesar de esto, el esfuerzo de los ingresos fue loable de muchas formas, pero se necesita cambiar de estrategia.

Por ahora, Bogotá Fashion Week se diferencia en una excelente y diversa curaduría que necesita expandirse, con lo mejor del talento nacional. Es hora de que también tome terreno en lugares donde también las conversaciones de moda se están dando. Y hacia el futuro, preferiblemente.

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