El polémico influencer no ha tenido una vida fácil, ya que como él mismo lo confesó no ha recibido una educación adecuada que le permita tener conciencia sobre las consecuencias de sus palabras o acciones, sin embargo, esto no es razón suficiente para defenderse ante las tan agresivas expresiones que tuvo en sus recientes declaraciones en las ofendió a la comunidad LGBTIQ+.
PUBLICIDAD
Sin embargo, es poco lo que se sabía de su pasado, ese en el que tuvo que enfrentarse a la calle desde muy pequeño para llevar el sustento de comida para su hogar.
Es así como dio sus primeros pasos “laborales” en las plazas de mercado de Medellín, lugar en el que se encargaba de hacer múltiples oficios que les pedían sus jefes, luego de ello pasó a ser mesero en un bar, trabajo en el que duró muy poco, pues tras el estallido de la pandemia por Covid-19 éste fue despedido y tuvo que ingeniárselas para sobrevivir, ya que la mayoría de las empresas estaban despidiendo a gran parte de su personal.
Antes de ser tan homofóbico a esto era a lo que se dedicaba Westcol
Luego de eso, Westcol tuvo que reinventarse y buscar la manera de percibir dinero a través de un trabajo honesto y que le permitiera ayudar a su familia. Ante esa incesante búsqueda, pasó muchos días de hambre, insomnio, así como obstáculos que le impedían seguir adelante. Pero, de un día a otro y tras el impulso de un amigo llamado Dabo, que este joven comenzó a hacer apuestas a través de las plataforma digitales.
Su ingenio y talento para “enamorar” a sus seguidores fue tal que fue creando una imagen y un concepto a través de las redes que fue calando muy bien entre los jóvenes hasta que nació Westcol como “marca”. Luego de ello era muy común ver a este colombiano y a su compañero en varios streamers compitiendo en videojuegos, así como revelando datos para ser los campeones, hasta el punto de lo que hoy se conoce como el chico más influyente y el gamers más famoso de toda Colombia.
Pero pese a su “constancia” y logro de sueños, éste se “enfermó” ante la inminente fama hasta el punto de que se creía poderoso, así como superior y no midió las consecuencias de sus actos, pues ahora más que nunca es uno de los jóvenes más despreciados por la comunidad LGBTIQ+ y en todo aquel que apoya la inclusión.