La industria colombiana, si se habla de moda, luego de dos años sombríos, se recuperó espectacularmente, incluso incrementando sus canales de venta y recuperándose históricamente superando 8 años de producción a nivel nacional. Pero, viene un 2023 donde los consumidores se ajustarán el cinturón.
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No caiga en pánico, nada se va a acabar. Es lo que dice Camilo Herrera, quien en Colombiatex 2023 habló del futuro de la moda colombiana y en conversación con PUBLIMETRO atenúa de paso algunos miedos que se han generado por lss últimas noticias económicas. Esto le espera a la moda nacional en 2023.
¿Qué nos hace tan especiales al tener un crecimiento superior a Latam y al mundo económicamente?
Vemos tres factores. El primero, durante la pandemia, por los confinamientos, hubo desabastecimiento de textiles y confecciones en el mundo entero. Colombia tiene una cadena propia que logró reaccionar ante la situación, inclusive producir tapabocas y una cantidad de productos varios sobre el tema de aislamiento, salud y demás, y eso permitió abastecer el mercado.
Segundo, el mercado demoró en recuperarse. Nuestra industria local logró producir rápido y logró exportar. Claro que hay cosas que no hacemos, como la ropa deportiva. Eso provocó que un montón de industrias que estaban quietas en Colombia, desde 2017 hasta 2019, se reactivaran, y tuviéramos una producción mucho más alta.
Desde dos gobiernos anteriores ya se acariciaba la idea del impuesto del 40 por ciento a las importaciones. En este gobierno es donde surge el pánico ante esto. ¿Cuál es su incidencia real y efectos secundarios?
Desde el gobierno Santos esto arranca con el decreto 073. Es una defensa que tiene la industria local bajo el precepto de “si pongo aranceles a lo foráneo, tengo más oportunidades de producir yo”. A corto plazo, la idea es buena, pero es riesgosa, porque hay cosas que no producimos ni tenemos la capacidad de producir.
Entonces, cuando tu le pones aranceles a alguien, ese alguien te pone los aranceles a ti. Esto es bilateral. Entonces se nos van a cerrar mercados, lo que no es una buena idea.
De esta manera, esto lleva a dos efectos en el mercado. Una inevitable alza de precios de muchos productos. De los 130, 140 millones de pares de zapatos que se compran en Colombia al año, no producimos 60. El problema es grave. Y segundo, esto causará desabastecimiento de materia prima. No llegarán los textiles que necesitamos, los accesorios que necesitamos. El problema con las confecciones no es menor. Claro, se encontrará una solución a corto plazo, como pasó en 2013, 2014 e incluso con el cierre de frontera de Venezuela. Y seguramente, luego de muchos tropiezos, saldrá fortalecida.
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Venezuela también está creciendo. Hay marcas colombianas que ya venden allá. Como representa esto un desafío y una oportunidad a la vez?
Es una oportunidad en cuanto puedo vender más, pero es una amenaza en cuanto puedo causar desabastecimiento en el mercado local. Ya el cuero, calzado, accesorios e insumos como cremalleras lo están sufriendo al mandar todo para Venezuela. Les pagan en dólares y les pagan rápido.
Hay que cuidar el mercado interno y mantener ese delicado equilibrio es el reto de la política pública e institucional.
En 2021 y 22 los bancos endeudaron a mucha gente. ¿Cómo funciona entonces el ajuste y decrecimiento del gasto en moda en ese aspecto?
Desde 2016 cada vez más hay personas con acceso a crédito y en los últimos años hay mayor acceso a la colocación crediticia. Afortunadamente no hay un sobre endeudamiento de hogares y el endeudamiento está bien hecho. Esto quiere decir que el riesgo es bajo.
Seguramente tendremos problemas de cartera y de deuda, pasa siempre, ante el aumento de la inflación y las tasas de interés. Pero gracias a las instituciones financieras colombianas, como las circulares de la Superintendencia Financiera, estamos relativamente protegidos ante la situación. Lo que les pasará a los hogares es que tengan que pagar esa deuda y sacrifiques consumo presente por el que hiciste en el pasado.
Según Raddar, el consumo en moda estratos populares aumentará. El problema es la visión de aspiracionalidad de muchas marcas, le apuntan a estratos más altos. ¿Cómo repensar este término entonces?
La aspiracionalidad está en función del ingreso. Para el 65 por ciento de los colombianos, Arturo Calle es de lujo. Porque hay gente que no tiene ingresos y no puede acceder a esta marca. Mario Hernández es una locura, a Tcherassi ni la conocen.
Así, en cada estrato hay una aspiración. Con los estratos populares, el Hueco, el Gran San, el jean sin bolsillos han sido fundamentales al surtir este mercado con prendas de alta calidad a precios accesibles.
En Colombia la inclusión es un tema nuevo, relativamente. Es más bien socialwashing para muchas marcas. ¿Cómo ser realistas en ese sentido?
Afortunadamente, Colombia ha logrado salir de un pensamiento retrógrado. Yo diría que aún seguimos siendo conservadores en muchísimas cosas, pero hemos avanzado hacia pensamientos liberales y progresistas. La nueva generación de cuarta ola de derechos, donde está el tema de equidad, -y ahí hemos solucionado temas del pasado, otros nos faltan- permiten que se discutan nuevas cosas y afloren nuevos discursos. El problema es que la mayoría no los conoce.
Entonces tenemos en moda que hacer que la gente entienda el discurso y hacerlo de manera pequeña. Usted no va a salvar el mundo con solo reciclar, pero aporta su grano de arena. Lo mismo pasa con los otros temas. El mundo se cambia con pequeñas acciones.