La xenofobia, a pesar de los esfuerzos privados e institucionales, en este país es una triste constante. Prejuicios e ignorancia que muchos colombianos aún demuestran con violencia en actos cotidianos, como el hecho de que un taxista bajó a una colombiana de su vehículo al decirle que lo hacía por “venezolana”. La joven periodista denunció el hecho en redes sociales.
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Daniella Cura, quien es periodista, investigadora y autora de la biografía de la cantante Esthercita Forero (ícono de la música Caribe en Colombia) además de ser gestora cultural, mostró cómo la violentaron en un tuit:
“Este taxista me acaba de bajar de su carro diciéndome “venezolana váyase para su país”. ¿Saben cómo podría reportarlo?”, narró, mientras mostraba la identificación del agresor, William Hernando Molina Bernal.
Cura, originaria de Barranquilla, también aclaró que vive hace catorce años en la ciudad. Y que le gustaría comunicarse con la empresa debido a semejante arbitrariedad. Sobre todo, al pedírsele disculpas por creerla de Venezuela.
Muchas personas le han expresado su apoyo. Pero como nunca falta, hay gente que no le cree y que quiere “oír las dos versiones para saber lo que realmente pasó” (eso siempre pasa con todas las denuncias hechas por mujeres). Hasta la Secretaría de Movilidad ya se comunicó con ella.
Y otros, en las respuestas, muestran su xenofobia y la justifican irracionalmente.
Los colombianos hacemos lo mismo que nos hacen a nosotros afuera
De todos los países de América Latina, Colombia vivió encerrada en sí misma durante gran parte del siglo XX. Esto hace que el país sea muy cerrado para muchos procesos y cambios culturales que son normalizados en otros lugares del mundo. Y por supuesto, esto incluyó la migración.
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Frente a personas huidas del régimen nazi, árabes y japoneses hicieron parte de varias oleadas de migración con la respectiva xenofobia incluida. Pero Colombia no fue tan abierta como México, Brasil o Argentina, su gran migración masiva llegó justo con los vecinos venezolanos, a quienes se les mira de forma despectiva (luego de que hubo una gran migración al revés en la época boyante de la economía de aquel país).
Sin embargo, esta ignorancia y desconocimiento hacia el otro, también los colombianos la viven en carne propia: son incontables los casos, por ejemplo, de violaciones de derechos humanos en el Benito Juárez a colombianos que pisan México por primera vez y que solo por su pasaporte son estigmatizados por el trabajo sexual y el narcotráfico. Muchas veces son encerrados y maltratados, cuando sólo iban a conocer.
Y este estigma no sólo toca México: en varios aeropuertos y países se vive de frente.