Más allá de su desparpajo, sofisticación, ritmo o simpatía, Verónica Alcocer, ahora Primera Dama de Colombia, se caracteriza por ser una mujer que cuenta historias. Lo hizo a nombre personal en todo este año, para mostrar saberes, historias y las culturas de un país tan diverso como el nuestro.
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Y esto le ha granjeado la simpatía de buena parte de los colombianos, que ven en su figura, algo atípica, la renovación necesaria de un cargo en el que ella se quiere denominar como Gestora Social.
Ahora bien, a través de la cultura, ha encontrado campos como la moda, donde ha podido mostrar que esta cuenta historias sociales y de país. También a través del baile y los saberes originarios, entre otras prácticas sociales. Y sí, a pesar de los ataques, tiene una fe y determinación inquebrantable.
NUEVA MUJER habló con ella sobre cómo construyó su propia voz.
¿Cómo surgió este interés en contar moda y sus historias?
Siempre me ha gustado vestirme. Creo que a todos nos gusta vestirnos bien chévere. Pero el tema del vestir es qué queremos mostrar. Por eso me parece importantísimo que mostremos tanto trabajo manual, tanta artesanía que tienen nuestros ancestros indígenas, afrocolombianos y mestizos.
Una diversidad y una mezcla que toca resaltar, porque es lo que nos hace únicos. Y eso es lo principal: mostrar nuestra identidad, de dónde venimos y por eso hay que mostrar la artesanía colombiana.
Lo que usa tu hija Sofía muestra que la moda es política. ¿Cómo funciona en tu caso?
Lo de la camisa de mi hija no sé de dónde salió , es un hit. No sé de dónde la sacó, se la amarra, y a mí me fascina. Ahora bien, la moda es una forma de expresión.
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Tú cómo te vistes, cómo te expresas. Con lo que llevas puesto, que es divino y me encantó, tú también quieres hacerlo. La vestimenta es un lenguaje tal y como el grafiti, o el canto. Y es fundamental.
¿Cómo incluiste tu proceso con la moda? Lo vimos por ejemplo con la marca Alado, al mostrar la historia de su inclusión con comunidades vulnerables.
Queía llegar a la base: ahí vas cuando rompes las estructuras políticas. Pero este proceso no nace como uno político, sino como uno social. Lo social es de la gente, de la gente común y corriente. Y en todos los estratos, porque en todos ves que no hay gente politizada. Y ahora, cuando vas a los territorios es muy complicado.
Porque claro, siempre se arma el plan. “Viene Fulana de Tal, La Esposa DE”, y no, yo digo: viene Verónica Alcocer García a conocer a la gente de a pie. Y esto pude lograrlo yendo más allá. Toda sociedad es política, porque está organizada.
Pero al ir más allá pude ver la gente, procesos, conocer a los chicos de Alado, que ni les pregunto por ideología o religión. Así, los vi como diseñadores tratando de hacer inclusión. Ellos están jalonando un proceso para arrancar en esta industria de moda. Y triunfar, lo sabes, es difícil, en una industria así . Y con un proceso adicional, que es incluir a los desplazados de la violencia. Más complicado aún. Y hay que mostrarlo. Y así como ellos, hay gente muy inteligente y capaz. En todos lados hay gente maravillosa.
¿Qué ha sido lo más impactante de tu recorrido por el territorio colombiano?
Lo que me he encontrado, lo bueno, sencillamente espectacular. Me hace querer más este país, querer trabajar por él, pero definitivamente ha cambiado mi manera de ver la vida y percibir Colombia. Vi la desconexión que hay entre las regiones y Bogotá, y el notar eso, me hacen dar un llamado a la gente, para que cuando tenga la oportunidad, vaya a estos territorios y se meta de lleno no solo los lugares turísticos.
No solo en lo bonito, sino que tengamos la oportunidad de sentir esta Colombia que también está en la dificultad. Esto, para poder entender mejor este país y poderlo ayudar, y así crear conciencia.
Al Pacto Histórico se le acusó de machismo. Pero ahora están tu hija Sofía, Francia y tú…
Es un equipo. El mensaje es “hombres y mujeres, todos de la mano, al lado”. Nadie está detrás de nadie. Nadie adelante de nadie. Simplemente, son complementos. Ahora, Francia es una mujer maravillosa a la que le ha tocado vivir unas circunstancias muy duras. Y se quejan de su “expresión fuerte”. No es fuerte. Es sólo ella misma. Es el resultado de su historia de vida, de tanta cosa que no he vivido yo, pero sí mucha gente.
Ahí vuelvo: hay que entrar, ponerse en los pies de otro, y cuando te pones en los pies de ese otro, empiezas a comprender la dinámica y seguro la cambias. Porque si entiendes al otro, se conmueve porque lo estás entendiendo, porque ya lo criticas, y seguramente su respuesta ya es diferente.
Y ella tiene un discurso poderoso, todos la quieren y lo he compartido con ella. Un discurso que llega, cala y es su vivencia puesta. Es ella puesta en escena. Y muchos se identifican con ella, pues han vivido procesos similares. Ella es afro, viene de un estrato humilde, se ha hecho a sí misma. Yo vengo de unos procesos, ella de otros y mira cómo podemos coincidir. Y yo pienso que con cariño, ese discurso puede volverse un eco y entrar en los corazones de la gente.
Y sí, habrá resistencias, por sus procesos, o porque no lo entienden. Es una democracia, todos somos distintos. Pero los cambios se generan a través de buenos ecos, que tienen que transmitirse en cabezas y corazones. Y esta voz se tiene que retransmitir hasta que llega. Todo, hecho y enseñado con amor. Todo sin pretensión llega.
Ahora, a pesar de todos los ataques… ¿cómo es que sigues teniendo fe en la gente de este país?
Porque la gente actúa así por desinformación. La misma falta de educación lleva a eso, también la de oportunidades. Entiendo que llegando de una manera sencilla, humana y tranquila, sin pretensión de nada, la gente escucha. El click es ese. Y cuando la gente escucha hay un cambio. Así no tome una determinación.
Yo tengo fe en que los colombianos somos buenos. Y no hay empatía porque nos han sembrado semillas de distancia y discordia. Y mi tarea es sembrar semillas de amor y acercamiento entre todos nosotros, todos somos iguales. Las prevenciones hay que quitarlas y es todo ese sesgo que nos han metido, esos viejos resentimientos. Todo eso hay que quitarlo. Del corazón tienes que perdonar. Pasar la página y arrancar de cero.
Aquí nos cuesta perdonar. Demasiado.
Exactamente. Y hablamos de perdón de verdad. Entendiendo que el otro pudo haceme daño y quitarme cosas importantes. Pero hay oportunidad de reconciliarse y salir adelante. Y en todos lados. Hay que quitar esas prevenciones para vernos como colombianos y reconciliarnos. O si no, no podemos.
¿Cómo llegaste a este nivel de entendimiento?
Vivo la palabra de Dios. Tengo la palabra en mi corazón. Esto, más allá de la Iglesia y la educación católica. Y lo pongo en el término de un país con libertad de cultos. Y todas las veces que me embolato, pido sabiduría. Le pido a Dios que no podemos derramar más sangre, que no podemos vivir más amenazados. Odiándonos porque no nos conocemos. Y ese es un mensaje de reconciliación, a través de mí. Lo pido todos los días. Que me haga reconocer mis errores.
Somos imperfectos. Pero pido que sean más las cualidades y poder pedir perdón cuando me equivoco. No todos los días estamos bien, a veces se nos salta una palabra. Y ese es el mensaje. No somos perfectos y en la imperfección somos maravillosos. Dios toca los corazones y el amor toca a los corazones. El amor a todos sin mirar a quien, más allá de las religiones.