Por unas muy desacertadas palabras de la señora Verónica Alcocer, ahora las periodistas más reconocidas de este país gritan al cielo que tanto ella como su marido son más machistas que el ingeniero Rodolfo Hernández, que por demás, ha hecho gala de todo su machismo abiertamente. Válida su indignación, pero ¿por qué precisamente con la esposa de Petro?
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No he visto a la señora Vicky Dávila, a Jessica de la Peña, a Carolina Gómez o a María Andrea Nieto luchar con tanta vehemencia por nosotras justo cuando vimos a tantas mujeres maltratadas por la violencia estatal en el Paro Nacional de 2021 (incluso violaron a una chica en Popayán que se terminó suicidando por esto, tenía solo 17 años), cuando hubo tantos abusos hacia las mujeres (¿recuerdan esa patada de un miembro del ESMAD hacia una joven, para comenzar? ¿Alguna tuiteó de eso?). Es más: ni mú sobre los derechos reproductivos que tantos colectivos feministas lucharon a pulso, o ni una palabra sobre la política de discriminación estatal hacia las comunidades LGBTI en este gobierno.
Entonces, señoras, justo en campaña, ahora todas ustedes son más Florence Thomas que la misma Florence. Qué coincidencia.
Es más, estas nuevas abanderadas del feminismo selectivo y repentino sí que han mostrado que ellas mismas son un retroceso en todo sentido por nuestros derechos. Me acuerdo de esa eugenesia y xenofobia que le aplaudieron a rabiar a Claudia Palacios, que con su aversión hacia las mujeres venezolanas y sus hijos, hasta se atrevió, qué descaro, a escribir un libro sobre “mujeres poderosas”, porque para ella, como para las de su clase, solo cuentan las mujeres que tienen cierto poder y están en el poder.
Las demás, gracias: somos “locas furiosas” incluso cuando marchamos, porque “incendiamos el país” y no somos dignas de ejercer nuestros derechos constitucionales y ciudadanos. Y así, para comenzar.
Las periodistas más famosas de este país no han hecho nada por nosotras en estos cuatro años
No he visto a las mujeres más famosas detrás de los micrófonos o en las pantallas informar a su audiencia sobre todas las luchas por respeto, o por los mínimos (que no nos maten) de los colectivos feministas de este país, de las luchas que han tenido que dar las comunidades más estigmatizadas o marginalizadas para que se les respete y no se les violente, como la trans, por ejemplo. No las he visto en estos cuatro años nefastos dar un solo parte de apoyo o de tumbar mitos ante las mujeres que luchan por los derechos de las otras en estancias comunales, en la calle y en lo digital. Jamás las he visto darles voz a todas estas personas que durante estos cuatro años han resistido.
Es más: hasta las criminalizan. ¿O no me van a decir que en esa gente de la Primera Línea, que están persiguiendo hoy sólo por defenderse del abuso policial no existían madres? Flash news: hasta les sacaron un artículo en El País España. Ellas también luchaban por la justicia social. Y aún luchan, luego de que sus hijos, coincidencialmente, están siendo perseguidos o perfilados (incluso creadores digitales) sólo por expresar su derecho al descontento. ¿De eso sí no hablan, verdad?
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No, señoras colegas, que ni merecen el apodo. Ustedes no hablen en representación de las mujeres de este país, cuando no han hecho ni dicho nada ante todas las luchas que a diario tienen que dar en ámbitos físicos y simbólicos. Más en un periodo tan violento hacia las mujeres. Sabemos que su enojo es pura conveniencia, porque ante Rodolfo Hernández sólo han defendido lo indefendible a pesar de lo que nos diga.
No se crean Florence Thomas, que ya hay una. Y al menos ella sí que puede decir que ha hecho los mínimos para entender un país que no han sabido leer y menos desde lo femenino.