Paola Jara y Jessi Uribe ya se casaron, y a pesar de que este último explicó que terminó con Sandra Barrios por otras razones, los peores comentarios de las colombianas van hacia la cantante.
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Sobre todo, al registrarse su boda y recordar lo que pasó entre los tres, muchas mujeres no la bajan de “quitamaridos” o que esperan que ella “pague” por arrebatarle a Sandra Barrios a Jessi Uribe de su lado. Incluso la califican con adjetivos humillantes para expresar su desdén hacia ella, poniéndose de lado de la exesposa.
Que hay que recordar que ya está feliz con otro hombre, por cierto. Pero muchos aún piensan que Paola Jara y Jessi tuvieron una relación extramatrimonial y que le dañaron la vida a Sandra Barrios. Y las mujeres, sobre todo, no le perdonan a Jara que haya seguido adelante a pesar de todo.
¿Machismo?
Es lo más probable. En estas historias las culpables y las que siempre son carne de críticas son las mujeres. Y no es exclusivo de Colombia, que tiene el galardón de ser un país horrorosamente machista. Ha pasado desde siempre. Le pasó a Elizabeth Taylor y también a Angelina Jolie.
Y claro, las esposas agraviadas siempre fueron vistas con burlas y condescendencia. Esto pasó también con Jennifer Aniston, porque muchos aún no superan que ella sea una mujer soltera y sin hijos. Y lo peor es que las mujeres son aún muy machistas, sobre todo en nuestro país.
Prueba de eso es ver los miles de comentarios en contra de iniciativas feministas, o de denuncias: las mujeres se expresan con crueldad sobre otras.
Este comportamiento, igual, tan universal, se había visto en películas como “Mean Girls” o en series como “Rica Famosa Latina”, donde las mujeres muestran su crueldad para con otras en todo su esplendor.
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Pero en Colombia, igual, aún falta mucho, sobre todo a muchas mujeres, para entender que es necesaria la sororidad y no solo con Barrios: ¿qué hay de Uribe en este asunto? ¿Y dónde está su responsabilidad, si es que la hay? ¿Por qué las mujeres deben ser el blanco de los ataques?
Falta de empatía y sororidad
Colombia es un país terrible, profundamente, poco empático. Cada vez que pasa una tragedia humanitaria, no falta el gracioso que culpa a las víctimas de absolutamente todo. Y peor: el que hace memes creyéndose “malo”.
Cada vez que hay una población vulnerable, no falta el desalmado que los culpa por su situación. Cada vez que hay un crimen, no falta el que culpa a la víctima. Pasó con Rosa Elvira Cely, con Yuliana Samboní, pasó con la pobre esposa del fiscal asesinado en su luna de miel, precisamente aquí.
La gente acá normalizó el expresarse con violencia. A vivir con ella. A sentir indiferencia ante tanto horror. Y por eso, más en Internet, creen que pueden hablar de los famosos como si fueran cosas. Y opinar sobre sus cuerpos, y eso lo hacen mujeres también, de manera descarnada.
Al menos algunos ya se han rebelado.
Obsesión por vidas ajenas
Es claro que la obsesión por las vidas de los famosos en este país (y en cualquiera con un star system no muy relevante a veces, pero del que se pueden hacer tormentas en vasos de agua, y ahí cabe hasta Inglaterra con la realeza), trasciende a veces los límites de lo ridículo.
Que si el cuerpo, que si es gorda, que si es flaca, que si le dijo a su ex, que si tiene otro. A nadie le importa, pero a todos les importa. Y parece como si los famosos fuesen de su propiedad, cuando son personas sintientes con una carrera y vida propia, sí, que se deben a su público, sí, que muestran su vida en redes, pero también su propia narrativa.
En un ensayo publicado por Emily Ratajkowski, la famosa modelo, ella contaba cómo luchaba para recuperarla. Para que su imagen precisamente no cayera en esto.
Porque a Britney Spears, por ejemplo, casi le cuesta la cordura, la vida y por años, le costó la libertad. ¿Dónde están los límites de la gente ante lo que los famosos hagan o dejen de hacer?
Acá en Colombia parece no haber ninguno, sobre todo a la hora de comentar todo. Y ahí las mujeres también son más inflexibles. ¿Qué les importa?
El tema de la infidelidad tiene un trasfondo doloroso y machista
Con tantas madres abandonadas por hombres irresponsables (que han criado madres precisamente muy machistas) , con tantas mujeres abandonadas y golpeadas y hasta muertas por otras, tal vez esto toca la fibra de muchísimas mujeres.
Que un hombre como Jessi técnicamente “deje” a su familia por otra mujer es la situación de muchas mujeres en Colombia. De años, décadas, siglos, de heridas, donde ellas solas han tenido que ver por sus hijos mientras el tipo se da la gran vida y no pasa un solo peso.
Tal vez muchas historias suyas se ven reflejadas ahí, en la de Sandra (que no precisamente come arroz con huevo, sino que viaja en helicóptero). Y es por eso que atacan tanto a Paola Jara, como si ella fuera el chivo expiatorio de una historia que ya se resolvió hace años.