Un hombre sí puede ser arrogante, astuto y tramposo. Durante años, ha sido parte de su liderazgo (tóxico) y así se lo han reconocido. En el caso de Carla Giraldo y en un país como Colombia, eso fue imperdonable. Incluso el hecho de que ella haya ganado el propio MasterChef.
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¿Era que estaba asociada a mujeres igual de impotables como ella? Bueno, eso no le ayudaba en mucho. Catalina Maya, Viña Machado y Marbelle (que sí tiene un amplio, probado y desagradable historial de insultos) no eran una gran compañía. Pero al fin y al cabo, Giraldo y sus amigas fueron pintadas como las “villanas” de un programa que mostraba que la mujer maliciosa, que sabe lo que quiere y va a por ello, tal y como Soraya Montenegro, terminaba hecha cenizas.
La odiaban también por muy competitiva
En Colombia funciona mucho el famoso que juega de humilde. Juanes juega a eso, Falcao también y todas las presentadoras, a pesar de su vida privilegiada tienen que verse impías, piadosas y no tan seguras de sí mismas y más modestas que Santa Teresa de Avila porque acá el éxito ajeno (y más en un país tan empobrecido y desigual) molesta. Y bastante.
De hecho, a Carla le cobraron todo porque siempre ha dicho que quería eliminar abiertamente a sus competidores, al decir que los quería eliminar o sacarlos. A deportistas como Nikki Lauda o a Chilavert o al mismo Maradona, la arrogancia se las celebraban como una más de sus gracias. Pero a las mujeres esto les cobra una factura cara.
Giraldo, claro, no era la excepción. Los deportistas pueden provocar, los cantantes pueden ser polémicos. Pero en una mujer, en este país, y en el mundo, eso es mal visto. En la película “Bombshell”, de hecho, la presentadora de Fox News, Megyn Kelly (interpretada por Charlize Theron), comienza con una frase que determina el tono de la película y esta valoración tan desigual: “Tengo una gran boca”. Y a Carla no le perdonaron esto jamás. Ni que se disculpara o bajara la cabeza.
Y de hecho, jamás lo ha hecho. Lo sabe, más en un medio en el que hay que tener cuero duro para soportar críticas en la industria y en redes. Y las soportó todas. Lo mejor: calló la boca a los haters por su talento real para la cocina.