En “Bombshell”, película que retrataba el cómo las presentadoras Megyn Kelly (Charlize Theron) y Gretchen Carlson (Nicole Kidman) unían fuerzas para denunciar el entramaje podrido de acoso sexual encabezado por Roger Ailes, presidente de Fox, la cadena donde trabajaban, Kelly establece el tono de la película y el cómo las mujeres pueden ser “problemáticas” en nuestra cultura al presentarse diciendo: “Tengo una gran boca”.
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De hecho, en la película se cuenta cómo Megyn enfrenta a Trump en el debate republicano de 2015 por su sexismo y se gana un terrible acoso por parte del futuro presidente que afecta todos los aspectos de su vida solo por atreverse a encararlo. Y también, Carlson, por su parte, demanda a Ailes por también oponerse a comentarios sexistas y por ser una mujer altamente competitiva en un medio machista y tóxico como Fox News.
Ambas son mujeres “problemáticas” porque se enfrentan a hombres poderosos, porque quieren lo mismo que ellos y porque no se lo callan. Y como ellas, años después, en la televisión colombiana y en un país que está muy lejos de ser un lugar seguro e igualitario para las mujeres, quienes se atreven a ser arrogantes, competitivas y ambiciosas también son castigadas. Y qué mejores símbolos que Carla Giraldo e Isabella Santiago como chivos expiatorios de esta cultura.
En Colombia y en el mundo hay que jugar al humilde
Ahora bien, a gente como Maradona, Lauda, CR7 les celebraron su arrogancia, su seguridad en las competencias. Al mismo Ibrahimovic. La arrogancia para los hombres es un afrosidisíaco. Pero cuando Isabella critica o cuando Carla se ponía a decir abiertamente que quería ganar (y lo hizo) entonces era bastante ofensivo.
Porque en el mundo y en Colombia hay que conseguir las cosas y tener éxito, pero que no se note mucho. Por eso celebraban “la humildad” de Maluma dando un concierto en su ciudad natal, o “la humildad” de las presentadoras y actrices inmaculadas, que en sus privilegios deben mostrarse piadositas, modositas y camanduleras. En un país tan desigual, violento y empobrecido, pero también tan poco empático, individualista y muy centrado en el otro (de maneras absurdas), se ve cómo una mujer, además famosa, que presuma de tener un cuero duro que le ha dado papeles o una actitud ante la vida, tiene que ser castigada, perpetuando ese relato de telenovela, donde la humilde Cenicienta lo obtiene todo por su piedad, pero la María Magdalena, la “mala mujer”, la que se atreve a ser como los hombres, es lapidada.
El castigo del ambicioso
Ahora bien, en esta cultura, igual se castiga al que desea abiertamente algo. Nos han enseñado a ganar, pero no a quererlo abiertamente. Nos han enseñado a tener una falsa modestia. Como si fuese una suerte nuestro éxito. Como que no lo merecemos.
Por eso se burlaban hace poco de Jeremy Strong, el gran Kendall Roy de Succession, porque reportaban cómo se dedicaba intensamente al papel de este heredero atormentado y maltratado por su padre (incluso su padre mismo en la ficción, Brian Cox, lo criticó por eso). Pero a alguien como Kieran Culkin, que es el pervertido y hedonista Roman Roy, lo invitaban a SNL, por no tomarse el papel demasiado en serio. Hay que esforzarse, pero que no se note. Hay que quererlo, pero callarlo.
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Si lo dices abiertamente- irónicamente también en una cultura donde hay libros superventas y contenido que te repite todo el tiempo que te empoderes, que debes ser mejor, vibrar alto y encargarte de tu propio destino- eres castigado. Si dices que quieres aplastar a tus rivales o ser el mejor, tendrás que enfrentar las críticas. Y si eres mujer, el castigo es el doble.
¿Para cuándo cuestionar algunos comportamientos de Tatán? ¿Cuándo cuestionar mejor el hecho de que una mujer puede ser abiertamente lo que los hombres han sido por siglos y por qué nos enojamos tanto con eso? ¿Por qué una mujer tiene que ser castigada por querer abiertamente ganar, por ser abiertamente dura y punzante, incómoda?
No sé ustedes, pero ese tropo de “la mala mujer” que encarnan Isabella y Carla habría que reevaluarse cuando alaban a los deportistas nacionales y artistas por querer y tener éxito. El problema es que ellas, como Megyn, “tienen una gran boca” y no fingen una modestia que no les da al decirlo.