Desde hace siglos, la caricatura política ha sido una manera de crear imaginarios en cuanto a los actores de ciertos escenarios. Ya reyes, emperadores y otros dirigentes tenían que ver líbelos que satirizaban su apariencia y esto no ha cambiado. Pero aún así, a pesar de las críticas sobre su apariencia, los hombres conservan su poder y han sido calificados con base en su capacidad para ejercerlo.
Esto no pasa con las mujeres. Durante siglos, han sido fiscalizadas por su apariencia y con esto se ha basado su idoneidad como integrantes en ciertas sociedades. Sobre todo, para establecer su “elegibilidad” a la hora de procrear como única función.
Por eso, cuando muy pocas se han atrevido a reclamar el poder o lo han ejercido, han sido cruelmente satirizadas por su apariencia: lo pueden decir las sufragistas, claro, pero también toda mujer política que ha tenido que camuflarse para ser tomada en serio. Aún así, parece que ni el siglo XX o XXI hayan pasado al menos por estas tierras: las mujeres siguen siendo fiscalizadas y ridiculizadas por su apariencia, elemento enorme de juicio en Colombia para determinar la valía de una mujer. Y esto pasa en política.
Degradación y machismo absoluto
A Claudia López la fiscalizaron por su género y la trataron de “macho”. A Francia Márquez le han dado ataques racistas. Y a Katherine Miranda un ocurrente muy machista y atrevido le puso una foto antes de sus retoques físicos, insinuando que para eso se había gastado su sueldo.
Pero esto no pasa solo con las mujeres en la izquierda: otras, como Marbelle o María Fernanda Cabal, han sido también vilipendiadas por su apariencia en memes humillantes solo por su postura política. Pero esto no pasa solo con las mujeres no normadas, en política, cualquiera que sea la posición y la mujer, así sea la más normada, siempre habrá un comentario machista, humillante y fiscalizador sobre cualquier mujer si toma una posición, si se atreve al menos a sentirse bien con ella misma o a tomarse una foto.
Ahora, en política el riesgo es peor: desde la patologización como herramienta de control, hasta la humillación por fotos donde cierta mujer es más o menos idónea por cómo luce. Porque si no eres normada, eres demasiado “fea” y por ende “resentida” para ejercer el poder y por eso aspiras a él o tienes ciertas posturas. Si lo eres, eres una mujer tonta porque eres bonita, ergo, también serás descalificada.
¿Por qué los hombres temen tanto a las mujeres que ejercen el poder en Colombia, que tienen una voz, que por fin hablan? ¿Por qué no aceptan que en este siglo no estamos dispuestas a ninguna concesión en cuanto a que comenten sobre nuestra apariencia o algún aspecto íntimo que no corresponde con nuestras posturas políticas? ¿Por qué no entienden de una vez por todas que con el físico de otro no se establece un debate serio (y sí, ahí cabe hasta Duque)?
Es hora de una buena vez de dejar de criticar el físico de Katherine Miranda y María Fernanda Cabal. Es simplemente inaceptable.