En Colombia, país donde todas las leyes se quedan prácticamente en el papel, supuestamente la discriminación racial (y en otros sentidos) es un delito. Supuestamente, porque con lo de Francia Márquez muchos personajes del periodismo y la vida nacional han pasado de agache ante sus comentarios condescendientes y espantosamente racistas.
PUBLICIDAD
Entre ellos, Marbelle, que ya le había dicho “mico asqueroso” a un contradictor en Twitter por su origen racial. Y no le pasó nada: ni Twitter Latam - que de hecho tampoco hizo nada con Trump hasta que vio el Capitolio arder- la castigó o le suspendió la cuenta o menos tuvo consecuencias penales. Y de sanción social en sanción social es que su nombre ha sido relevante (¿ha sacado algo culturalmente revelador desde los 90?), pero en medio de esas “sanciones”, muchos consideran que es necesario ir por lo más básico, discriminatorio y atávico que nos ha definido como sociedad: burlarse de ella por su clase social y su peso.
Marbelle de por sí es producto de una sociedad que ya de por sí trae cargas de clasismo, racismo y aspectismo. Ser un famoso blanco y normado te garantiza el éxito y el cariño inmediatos(y más si eres complaciente y con valores ultraconservadores). Esto, en una sociedad que en Marbelle (todo lo opuesto) refleja todo lo peor de sus prejuicios. ¿Tiene sentido atacarla con lo mismo, entonces? No, porque igual, a pesar de lo que le digan, ella solo continuará haciendo lo que sus críticos reproducen en ella. Y lamentablemente, es un discurso violento que se ha replicado por siglos y que aún revela nuestras profundas taras de clase, nuestros complejos como nación, ese afán de siempre parecer algo que no somos.
¿No es mejor hacer algo contundente que burlarse de ella por su peso?
En un lugar donde la belleza es considerada - para placer del patriarcado- un tesoro nacional y donde la que no se ajusta a los cánones es rechazada y fiscalizada (y aún así, si se ajusta lo es), ya es suficiente presión cumplir o no con lo que se exige de la mentada “belleza colombiana”. Marbelle ha cambiado, como todos lo hacemos, a lo largo de los años, tratando de ajustarse a ese molde. Pero no parece suficiente para quienes ven su apariencia un blanco fácil y misógino: malo si se hace cirugías, si cambia su apariencia. Malo si no.
Y su forma corporal es un elemento más para humillarla. Lo mismo que claro, su origen social, porque al parecer quienes lo ocultan muy bien solo pueden ser alabados por su “elegancia”en un país que se ha construido básicamente con desplazados por la violencia y migrantes de todo tipo desde el siglo pasado. Incluso desde nuestra Independencia.
Entonces: ¿por qué en vez de decirle por enésima vez un discurso tan facilista, violento y misógino, no nos enfocamos en tomar acciones contundentes para denunciar sus comportamientos? ¿Para que por fin las redes sociales que se alimentan de sus interacciones se mosqueen y le den una sanción ejemplar? ¿Para que sepa que lo que hacen con ella - violento y doloroso- es lo mismo que trata de mostrar en sus discursos? Porque seamos sinceros: burlarse de Marbelle por “gorda” no hará que ella aprenda algo de todo lo que ha dicho a otros en el pasado.