Colombia

Los ataques racistas a Francia Márquez muestran que Colombia jamás salió de la época de la Colonia

Apenas se nombró a la candidata como fórmula de Petro, incluso “reputados” periodistas la han atacado por su apariencia y color de piel.

Francia Márquez, vicepresidenta de Gustavo Petro Foto: Juan Pablo Pino - Publimetro (Juan Pablo Pino)

Colombia sigue siendo un país racista y clasista. Y eso se refleja en muchos de sus periodistas, que siguen perpetuando desinformación y exclusión, tal y como Paola Ochoa, que opinó sobre Francia Márquez que “cualquier mujer se vería muy maja y muy mona a su lado”.

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El país se dice diverso, pero jamás ha dejado de excluir a otras etnias y colores de piel. Por más que algunas marcas ya sepan que la inclusión no es un ítem para vender más sino que atiende a un mercado que jamás ha sido representado, en las publicidades y telenovelas la mayoría de protagonistas son blancos. De hecho, la última protagonista afro en una novela fue en “La mamá del 10″, precisamente un relato donde el afro se vincula al deporte (como gran y único campo donde “se le permite” triunfar) y en donde la protagonista era una mujer dedicada a la abnegación y al servicio. Papeles que Francia Márquez ya no está dispuesta a representar y por el contrario, incluso ha dignificado.

Márquez ha incomodado a ese establecimiento blanco, racista, clasista, rancio y anquilosado en el pasado (y que de paso, tiene a todo el país así) desde el comienzo. Se negó a ser silenciada, se negó a no cuestionar, se negó incluso, a adecuar su imagen a “lo que debe ser una mujer política”.

De hecho, y para desconcierto de la señora Ochoa, ella tiene a su propio diseñador de modas, su propia asesora de imagen y la fuerza de sus looks hacen parte de un relato que ya no se acomoda a lo que la élite bogotana- tan necesitada desde hace siglos de parecer inglesa y que más bien es una oda al aburrimiento estético y a un pasado que solo les importa a ellos-quiera aprobarle. Y eso le hizo ganar más votos incluso que candidatos con todos esos avales, como Alejandro Gaviria, en su propia consulta. Quizás porque luego de siglos de más de lo mismo, incluso en lo simbólico, el país ya está harto. Y por fin quiere entrar a este siglo, para variar.

Francia Márquez, que está aterrorizando a tanto “gomelo” por no pedir disculpas por ser quien es, muestra, con todos los insultos y condescendencia que ha recibido, que Colombia no ha dejado, de todos modos, de ser un país absolutamente racista, como si nunca hubiese salido de los años 1600, tal y como dice el Joe. Uno en donde las mujeres negras tienen que callarse, o ser exotizadas y complacientes para agradar. Uno en donde una mujer como Francia (que incluso es abogada) no encaja, incomoda, aterra, porque cómo es posible que una mujer negra estudie, tenga voz, no se disculpe y les diga a los blancos dueños de este país, a la cara, lo que son (sí, es con usted, César Gaviria).

Pero esto es imparable. Francia es imparable. El racismo no solo es fruto de la ignorancia, sino también de la ceguera. Una ceguera ante la propia historia presente, tal y como se ha visto con todo el establecimiento periodístico en estos infames cuatro años donde los jóvenes han sido asesinados y vejados solo por protestar. Esos jóvenes que hartos ya de ser desaparecidos, acallados y señalados por gente como Paola Ochoa, votaron por Francia Márquez y por fin quieren otras voces que dejen de sepultarlos, tal y como han tratado de hacer con una mujer que está tratando de cambiar la historia.

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