Colombia

¿Por qué la ropa que usan las candidatas importa?: la moda más allá del sexismo

Analizamos por qué hablar del atuendo de las candidatas mujeres de cara a estas elecciones va más allá de un sesgo machista y frívolo. El atuendo habla.

Francia Márquez, candidata a la presidencia de Colombia Foto: Juan Pablo Pino - Publimetro (Juan Pablo Pino)

Suele pasar que, cuando se habla de candidatas mujeres en coyunturas políticas, se tiende a ver su atuendo desde varios ángulos simplistas: desde el que parte como la crítica frívola, señorial y convencional por ciertos códigos de su apariencia, hasta precisamente desdeñar la vestimenta como un asunto vano que no tiene absolutamente nada qué comunicar y que no sería tan importante en el caso de ser el candidato un hombre.

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Pero, la historia y la política muestran otra cosa: una reina decapitada por ser el símbolo de una moda frívola y desconectada de las necesidades de un pueblo hambriento en el siglo XVIII en la Revolución Francesa (María Antonieta), o unas mujeres vestidas de blanco que se hacían arrestar e incluso atropellar por caballos para obtener sus derechos ciudadanos, a comienzos del siglo XX (las sufragistas) muestran cómo las mujeres ya eran sujetos políticos a través de su vestimenta.

Ya para los años 60, se veía a un presidente joven y moderno que se quitaba la señorialidad avejentada y encarnaba el nuevo sueño americano de la posguerra, con una esposa que se convirtió en modelo de masas y daba a la moda nacional una representatividad cultural de importancia (John y Jackie Kennedy).

Esto, hasta llegar a Colombia, precisamente, donde en pleno 2017 unos Ferragamos encarnaban la manzana de la discordia al vestir en el candidato de izquierda oficial, Gustavo Petro. Por ende, no es un asunto que deba ser subestimado pero en el que las mujeres políticas han tenido que encajar - para así encontrar su propia voz- en un mundo donde el canon masculino te dictaminaba desde hace mucho cómo vestirte para tener voz de mando.

Valerie Steele, directora del Fashion Institute of Technology e historiadora de moda, ya narraba en sus primeras reflexiones de moda, más concretamente en “The F- Word”, de 1991, cómo en el ámbito académico debía adoptar elementos del traje masculino para ser tomada en serio.

Esto también pasó, por años y por mucho tiempo en la política, aunque con claros visos de estilo reconocibles, como se vio con figuras como Margaret Thatcher, Ángela Merkel y Condoleezza Rice. Esto comenzó a cambiar con mujeres candidatas que adoptaron aires más informales y salidas de contextos ciudadanos, como la misma Kamala Harris y en nuestro caso, Claudia López.

Y, para estas elecciones de 2022, es claro que el atuendo representa los valores que ellas mismas encarnan a través de su plataforma política. " Si vamos a lo local con las precandidatas, Francia Márquez a través del vestido hace una reivindicación de su etnia y lo mismo lo hace con su pelo. Ingrid Betancourt, por otro lado, parece conectada con la vestimenta de una candidata europea. Y en el medio están los políticos que visten más como la gente del común y allí hay un uniforme: el de la rebelión, que nace en un entorno urbano, que para empezar a construirse tiene que echar mano de otro tipo de elementos. La vestimenta de Francia es una vestimenta que habla mucho pero no apela al eslogan, donde vemos que hay movimientos menos sutiles en su expresión al no salir de la clase política tradicional. Sí creo que la indumentaria de las precandidatas está sintonizado con su idea política. En el caso de las candidatas de movimientos ciudadanos, el uniforme urbano representa la igualdad de las condiciones sociales”, le explica a PUBLIMETRO el docente, investigador e historiador de moda William Cruz Bermeo.

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Es por eso que se les suele asociar con jeans, informalidad, y pañoletas verdes o moradas cuando representan reivindicaciones feministas.

Entre el sexismo y la autenticidad

“La gente suele volverse más permisiva con el atuendo del político y más aún cuando le suena reivindicativo de su postura, aún así esta no se dé cuenta”, analiza Cruz Bermeo. No tuvo que masculinizarse, pero el día en el que se tomó fotos de moda y más producida le cayeron encima, porque la gente entiende esto como falta de autenticidad y eso no es culpa de la moda”, afirma.

Y básicamente, el acto performativo y el uso de ella que son disonantes del sentir colectivo son enormemente criticados, como le ha pasado a Cristina Kirchner en Argentina, al usar marcas lejanas de la realidad de su pueblo, por ejemplo, o como lo que le ha pasado a Gustavo Petro mismo, con sus zapatos Ferragamo. Y también a otros candidatos como Alejandro Gaviria, blanco de memes con su overol de constructor.

Además, explica el investigador, al menos allí las mujeres han tenido algo de libertad, al poder representarse de maneras más auténticas sin necesidad de llegar a los performances como el de Gaviria. “Los políticos hombres han tenido la necesidad de bajarse del traje sastre, pero ellas no han tenido esta necesidad. No hay un uniforme para ellas y cada una, de cierta manera, puede ser más libre”, expresa Cruz Bermeo.

Y en esa prisión de la vestimenta masculina, iniciada desde la Gran Renuncia Masculina a comienzos de la Revolución Industrial del siglo XIX, siguen muchos candidatos. Y a pesar de las reformas de imagen que impulsaron a ver a políticos como Kennedy, Tony Blair, Obama o Trudeau como la “cara cool” de la política a través de su informalidad, ha sido imposible que estos pasos para generar más cercanía no sean naturales y si se dan, se dan más bien mal.

Esto no pasa con las mujeres todavía, por lo que en estas elecciones muchas de ellas hablan con lo que llevan puesto para representar, no solo la libertad que tienen para reivindicar sus contextos, sino para también mostrar sus propias voces.

Un análisis de los atuendos de las precandidatas presidenciales

Francia Márquez (consulta Pacto Histórico)

Reivindica con toques de diseño su herencia afro, a través de estampados y prendas sofisticadas. Lleva su pelo al natural. Esto es importante, ya que muchos nacionales afro han sufrido discriminación por su apariencia y elecciones estilísticas en trabajos y espacios públicos.

Arelis Uriana Guariyú (consulta Pacto Histórico)

También reivindica con sus atuendos tradicionales la riqueza de su cultura, que ha sido tan explotada por intermediarios, exotizada y donde sus creadores viven en tremendas condiciones de pobreza e inequidad.

Ingrid Betancourt (Partido Verde Oxígeno)

Vestimenta cercana a la sobriedad europea, francesa y también del sentir de la élite bogotana.

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