La maternidad llegó a su vida a los 40 años, después de haber hecho todo lo que se había propuesto en la vida, como viajar y tener éxito profesional. A su edad solo le faltaba cumplir ese gran anhelo de ser madre para colmar todas las facetas de su vida de felicidad.
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“Creo que hay tres tipos de mamás, las que tienen sus hijos dentro de un compromiso matrimonial; otras son madres por accidente, lo cual tiene muchas aristas; y luego otras como yo, que no son muchas todavía, que ven la maternidad como una de las alternativas para ser felices”, dice Robledo.
Desde hace dos años vive en Miami, Estados Unidos, donde disfruta todos lo días de sus hijos en una sociedad que ella califica como “menos cerrada”.
“Yo siempre quise ser mamá, y no me equivoqué. Realmente no tenía ningún interés de casarme con alguien. Soy una mujer profesional, he estudiado, he viajado, he vivido en distintos países. Me gusta lo que hago y tenía muy claro que no iba a afanarme por encontrar a alguien porque quería tener hijos”, cuenta Robledo, quien trabaja en la banca de inversión.
De hecho, después de vivir muchos años fuera del país decidió volver a Colombia con la idea clara de que era el momento de ser madre, pero no se sintió identificada con el hombre colombiano.
“Empecé a acercarme a una edad en la que las cosas se complican. Mi primera opción fue adoptar, pero me encontré con todas las paredes del mundo por ser una mujer soltera (…) Cuando vi que eso iba a ser muy complejo desistí. La segunda opción era tenerlo por mí misma, entonces decidí congelar algunos de mis óvulos”, cuenta Claudia.
Sin embargo, sus investigaciones la llevaron a toparse con la iniciativa Single mother by choice (Madre soltera por elección), a través de la cual, por medio de charlas y foros empezó a contemplar la idea de un donante anónimo. Fue así como encontró una clínica en California (Estados Unidos) donde entabló una buena relación con un doctor. Pasó por un proceso de evaluación psicológica y un año después ya estaba lista para elegir su donante de esperma.
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“El proceso es muy bonito y toma su tiempo. Tienes que ver todos los donantes, que tengan tu historia médica y psicológica (…) Todo esto es un tema en realidad práctico, pero creo que lo más importante cuando eliges ser mamá, de la manera que sea, es que realmente sea algo que estás deseando, esto trae muchas satisfacciones”, dice Claudia.
En cuanto a lo que motivó su elección, Claudia explica que hay aspectos más objetivos y otros más subjetivos. “La parte médica era muy importante, pero yo por ejemplo solo elegí entre aquellos (los donantes) que ponían fotos de cuando eran niños y la química que yo sentía viendo la foto de ese niño. Soy bastante intuitiva, seleccioné dos desde el primer día y con uno de esos dos me quedé, y eso que me demoré un año más mirando”, cuenta.
Claudia recuerda su embarazo como uno de los momentos más felices de su vida. Pasó los nueve meses trabajando, saliendo a caminar y en general, disfrutando el proceso con mucha tranquilidad. De hecho, a pesar de considerarse que su edad era riesgosa para llevar un embarazo, no tuvo ninguna complicación, ni siquiera por el hecho de estar esperando gemelos.
“Eso si que fue un shock, porque no me lo esperaba. Sin embargo, el shock me duró muy poco, porque cuando decidí ser mamá una de las cosas que pensaba era que me había cogido muy tarde y que no iba a tener la oportunidad de darle un hermano al bebé que tuviera. Creo que el universo siempre te escucha y te da lo que necesitas. Cuando me dijeron que eran dos, los primeros días sentí el peso de la responsabilidad muy fuerte en mis hombros, pero después me sentí muy feliz”, relata Claudia.
“Mis hijos saben que, aunque yo trabajo mucho estoy ahí, saben que los quiero y los deseé con toda mi alma, se los digo todos los días y comparto tiempo de calidad con ellos”, relata esta emprendedora.
Frente al hecho de que los pequeños no tienen padre, Claudia afirma que jamás los ha visto tristes por ello. “Nunca me lo han preguntado con tristeza sino más bien con curiosidad. (…) Y cuando eso pasa les digo la verdad, que no tienen, que mamá decidió ser mamá sola. Yo no sé si se suple o no la maternidad o la paternidad, yo creo que un niño debe sentirse amado, yo creo que a los niños les falta lo que a ti te falta. A ningún ser humano le hace falta lo que no conoce”.
“Yo soy una mamá súper involucrada. Creo que lo más importante es que mis hijos sepan que yo los amo y que los deseé con todo mi corazón. Creo que haber sido mamá un poco mayor tiene sus ventajas y desventajas. Si bien es desgastante la parte física, pues ellos son muy demandantes, la madurez te permite imprimirles ciertos mensajes, vives tu vida con más tranquilidad, tienes menos afanes”, afirma.
Como casi todas las madres, Claudia afirma que su vida tiene un nuevo sentido ahora. “Cuidar a alguien y verte reflejado te hace ser mejor persona porque empiezas a ver en tus hijos muchas cosas de ti que incluso no te gustan, y eso es por uno. Además, uno anhela ser una mejor persona, es una forma muy bonita de evolucionar como ser humano”.
Cabe resaltar que la opción tomada por Claudia realmente no está a disposición de muchas mujeres, pues el costo económico de este proceso es bastante alto.
“Si finalmente no hubiese podido tener hijos, seguramente ahora sería la presidenta de alguna mega empresa, porque profesionalmente me iba muy bien. Pero he decidido renunciar a un progreso profesional porque para mí era más importante estar con mis hijos. No me arrepiento de eso, soy muy feliz”, dice Claudia.
Por eso es importante tener en cuenta que «la decisión de la maternidad y la de la no maternidad, merecen el mismo respeto», como lo afirma Paula Ávila Guillen, directora de The Women’s Equality Center, una comunidad que vela por la salud reproductiva de las mujeres y la libertad para decidir sobre su cuerpo en Colombia.