Aunque no la hemos visto actuar en teleseries en los últimos años, Elisa Zulueta se mantiene activa en distintos formatos, no sólo como actriz, sino que como dramaturga y también como locutora radial. Hace un año llegó a radio Concierto para conducir el programa La comunidad sin anillo, donde se enfrentó a un escenario profesional completamente distinto.
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Disfruta de gran trayectoria en teleseries, películas y teatro, actuando y como guionista. En 2011, estrenó Gladys, una obra creada y dirigida por ella, que ganó cuatro premios Altazor. El año pasado publicó su primer libro, inspirada por su hija de dos años, Olimpia. El título del cuento infantil, que narra la historia de una niña con sus dos perros, es ¿Por qué no puedo ser perrito? Actualmente, no está escribiendo, porque entre las grabaciones de la teleserie, la radio y la maternidad, el tiempo no le alcanza.
En La torre de Mabel, la nueva teleserie de Canal 13, la actriz de 38 años interpretará a Soledad, una mujer que creció en completa libertad en una comunidad hippie en San Francisco. Junto a dos amigas, interpretadas por las actrices Paloma Moreno y Blanca Lewin, intentará levantar un motel clandestino para salir adelante económicamente. Una comedia dramática que abordará los problemas sociales de hoy. “Son mujeres que se ven enfrentadas a la vida, como siempre lo han hecho. Sólo que ahora están visibles”, reflexiona.
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Faldón, Zara
Pronto te veremos en Canal 13. ¿Qué nos puedes adelantar de tu personaje en la teleserie?
Creció en completa libertad en todos los aspectos, por lo tanto, tiene muy poco prejuicio con el resto de las personas. Es una mujer abierta a la vida, y a que coexistan personas distintas, por lo tanto, me parece que Soledad tiene esa apertura hacia lo poco normático, mucha libertad con su cuerpo, con su sexualidad. Quiere ser madre y no le ha funcionado, como a un montón de mujeres que vivimos en este país, y no tiene el acceso a pagar los costos de un tratamiento de fertilidad, que es como el pie de una casa. Se ve obligada a aterrizar por ese dolor.
Han tenido éxito los formatos que invitan a reflexionar.
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Muchas personas ya entendieron que la gente quiere reflexionar, encontrarse, pensar. Ésa es la apuesta. Ojalá se logre.
Y la historia principal es llevada por tres mujeres.
Sí. La gente habla como si las mujeres hubieran nacido en el 2017, pero hemos estado toda la vida acá, trabajando, sacándonos la mierda, criando niños, cuidando la casa. Como cuando las personas de poder te dicen: “Qué sabe la gente”. Habla justamente de los que llevan 300 lucas a su casa, que mantienen a tres hijos y pagan un montón de cosas. Tres mujeres, con sueldos mínimos y trabajos precarios, deben salir adelante porque no tienen herencias ni familias que las mantengan.
¿Crees que ha evolucionado el rol de los personajes femeninos en las teleseries chilenas?
Sí y no. Se les sigue dando un rol medio histérico. Continúan viendo a la mujer como alguien que se queja, alega o explota, y no se le da espacio a la que opina o se hace cargo del noventa por ciento de las cosas que pasan en su casa.
Body, Mango
Como dramaturga, ¿te has planteado cambiar eso?
Escribo pensando en lo que quiero decir, nunca como un objetivo social de modificar algo. No puedo tener eso, porque me muero de angustia. Hace dos años, empecé a escribir una obra sobre tres mujeres, y no la pude terminar, porque me embaracé y parí. Crecí con una mamá sola, crecí feminista, sin el pañuelo verde, pero crecí feminista. Vi a una mamá sacarse la concha de la lora, con tres hijos, con todo en contra, con una subestimación masculina permanente. Es mi esencia reivindicar a las mujeres. Siempre he cuestionado que esta ciudad esté llena de calles de hombres, que ellos decidan qué debemos o no debemos hacer. El mundo es tan masculino, las dinámicas, las relaciones. La energía masculina nos tiene dominados.
¿Sientes que la maternidad detuvo un momento tu carrera en televisión?
No, porque uno se modifica y cambia el escenario. Participé en dos obras de teatro, escribí una obra, hice dos programas en dos radios distintas, una serie y crié. Pude estar con mi hija dos años casi enteros. Pude llevarla a clases de música, conocerla, y todas esas cosas que son un privilegio, porque las mamás en este país no lo tenemos. Creo que las oportunidades de cambiar de escenario uno las toma o se estanca, y soy de tomar esas oportunidades. No tengo pánico a que las cosas no sigan siendo como han sido siempre, para nada, me gusta que se muevan.
¿La radio te dio la posibilidad de tocar otras teclas?
Otra arista de mí misma, me pone en una situación distinta. De partida, expones lo que tú piensas, no tu cara, ni cómo te ves, como en la televisión. Más bien, muestras cómo reaccionas, cuánto estudias, cuánto sabes, y eso es exigente, o por lo menos yo me lo tomo así. Para mí, salir al aire es una responsabilidad social, y si no la tomo o no estoy a la altura de eso, prefiero no hacerlo.
Sobre todo ahora…
Ahora y siempre. Pero claro, ahora, porque hemos entrevistado a más personas que tienen conocimiento en distintas áreas que rodean lo del estallido social, educación, transporte, sociología, sicología, arquitectura, etcétera. Gente que está estudiando las formas de cómo vivimos hace un tiempo y, por lo tanto, es más responsabilidad porque hay que estudiar mucho y estar a la altura.
¿Qué sello crees que le has dado a La comunidad sin anillo?
Tengo la sensación de que igual soy “contreras” y discutidora. Me gusta la discusión, no concibo la vida si es que uno no discute, en el buen sentido de la palabra. La discusión como algo primordial en el avance de algo. Pensamos muy distinto con mi compañero de radio, opuestamente, y creo que el programa mutó hacia algo más interesante. Ya no se trata de la pareja solamente, no se trata de las comunidades sin anillo, sino que de una sociedad donde confluyen los separados, los heteros, los homosexuales, los científicos. Se abrió, no por mérito mío, sino de Sergio Cancino, que lidera la radio y vio una oportunidad en el estallido para decir “vamos hacia algo más interesante, sin perder el humor”.
¿Tienes problemas en dar tu opinión públicamente?
No. Obviamente, lo hago con respeto, no voy a pasar a llevar a nadie. Doy mi opinión más de lo que quisiera, a veces. Fui a las marchas, pero no lo subía.
Escribiste la obra Aliento, especialmente para Delfina Guzmán. ¿Qué relación mantienes con ella?
Siempre he sido fan de las abuelas. La relación con mi abuela fue muy importante en mi vida, me dio hogar. La Delfina se convirtió en mi otra abuela. Es una mujer reflexiva que le interesa saber en el mundo en el que habita, que todavía ve futuro, aunque odia esa palabra porque va día a día. Me encontré con una persona que está llena de vida, de análisis y me adoptó. Esta obra la escribí pensando en el derecho de decidir sobre tu vida. Sueno como pro suicidio, pero la autodeterminación me parece un derecho y, por otra parte, la Delfina vive en la medida en que está activa artísticamente. Entonces, fue un regalo que le quisimos hacer. A la vez, también quería hablar de un tema que es el derecho a morir. Que es un tema que todavía no se habla bien en Chile, pero ya viene.
“ME INDIGNA EL ABUSO DE PODER”
Elisa Zulueta es de esas personas que prefiere tener pocas cosas. Dice que la educaron así y nunca ha sentido apego por lo material. En ese sentido, siente que el consumismo “nos estaba matando”. Para ella, el estallido social es una oportunidad de cambiar ese patrón y agradece que su hija vaya a crecer en un mundo más consciente. “No concibo la vida sin crisis. La historia de la humanidad es una dialéctica entre crisis y solución, crisis y acomodación. Se repiten las mismas cosas, porque, al parecer, el hombre es un animal sin memoria”, enfatiza.
A pocos meses de que se estrene la nueva nocturna de Canal 13, la intérprete reflexiona sobre las áreas dramáticas de los canales, que tampoco han tenido el terreno fácil en los últimos años. Desde su mirada, las teleseries van a ser vistas en la medida que reflejen efectivamente lo que la gran mayoría proyecta.
¿Cuál crees que debe ser el rol de las teleseries?
El rol es decir qué les pasa, qué les duele, y ahora se hizo evidente, porque la gente salió a la calle. El área dramática debe ir a ver, no exigirle a la gente que se sienta identificada con algo que ellos creen, que es una mirada de lejos. Se ha visibilizado el miedo terrible de una clase política y económica. Sienten demasiado miedo al caos, y el caos es el escenario para que surja algo mejor. Si no duele, no hay cambio. No hemos podido entender sin dolor. Las relaciones de pareja se terminan cuando ya están hechas mierda, fracturadas por miles de lugares, no antes. Al parecer, no es posible que exista un cambio si no duele.
En lo personal, ¿cómo has vivido este tiempo?
Ha sido bacán poder hablar con mi familia y amigos, dejar de hablar de hueas y reflexionar en dónde estamos viviendo, en dónde queremos vivir, qué quiero que mi hija y mi hijo entiendan, qué quieren ellos para su vida, el cambio climático, la conciencia de un otro, cómo enfocas la pega que haces hacia algo interesante, modificador, reflexivo. Te obliga a desprenderte. Siempre he sido desprendida, nunca he tenido ningún apego a las cosas materiales, nunca he sufrido por una pérdida, no me importa.
Blusa y pantalón, Neutro
¿Eso viene de tu familia?
Sí, mi papá era muy desprendido. Si me tengo que achicar o ir a otro barrio o casa, lo voy a hacer. No tengo auto, no tengo tele. No me compro cosas, no voy nunca al mall, no deseo. Creo que ésta es una oportunidad para el desapego, porque el consumo nos estaba matando, el consumo nos estaba endeudando, el consumo estaba contaminando todo, y qué bueno que despertamos en muchos niveles de conciencia. Estábamos robotizados, relacionándonos de una manera transaccional. Eso tiene que modificarse. Ese cambio de paradigma lo deben hacer los que nos gobiernan. Ha sido fantástico, se han caído las máscaras de un montón de cosas y es alucinante que ocurra. No le tengo miedo al caos. Ya no le tengo miedo al caos.
¿Qué aspectos de nuestra sociedad te indignan más?
La subestimación, que nos sigan tratando como si no entendiéramos el idioma que hablan ellos. Me refiero a la gente que está en este momento en el poder, todo tipo de poder, eclesiástico, político, económico. Me indigna el machismo, que nos sigan tratando como incapaces, como una bola de hormonas que reacciona, y que somos cambiantes y que, por lo tanto, no nos podemos meter en algunas cosas. Que no podamos decidir sobre nuestra vida, muerte, cuerpo, futuro. Me indigna la Isapre. Me indigna la hipocresía y, lo que más me indigna, es el abuso de poder. Me tiene cansada el abuso de poder. Cansada de que, cada vez que alguien esté en un poder, tenga la indecencia de hacer la huea que se le pare la raja, sin importarle que al lado hay personas con familias.
Tu cuenta de Instagram la mantienes privada…
Sí, obvio. Lo que me importa es mi trabajo y eso no se ve en el Instagram. Mi vida privada la voy a mantener hasta el final de mis días. No quiero que la gente sepa dónde estoy, ni cómo es mi hija, ni nada.
Te deben haber tentado marcas para hacer publicidad.
No me interesa usar mis cuentas para vender. Me llaman para comerciales y no se me hace tan difícil decir que no. Tengo a raya mi ambición. Si puedo pagarle la salud a mi hija, si puedo darle comida, pagar mi dividendo y pagar mis cuentas, no necesito más. Si no tengo plata para vacaciones, no vacaciono. Pero tengo una capacidad de adaptación, y es de verdad, no estoy vendiendo la pomada. Respeto que la gente haga lo que quiera hacer, mis amigas lo hacen y las respeto, pero yo, hoy, no lo haría. Quizás en el futuro venderé huevos. No tengo idea.
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