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El 2019 se convirtió en un año de muchos contrastes. Logró quedar embarazada tras un largo y difícil proceso que vivió en silencio junto a su marido, el también comediante Pedro Ruminot; pero también murió Muamia, la gata con la cual compartió once años. «Se murió el amor de mi vida», dice.
Con respecto al momento histórico que vivimos, asegura que ve con optimismo la reacción de los jóvenes, porque su generación nunca hubiese creado esta revolución. “Mi hijo va a nacer en un mundo que exige más, que no calla tanto. Mucho más libre, más decidido, con más conocimiento”.
Aunque dice que se ha postergado laboralmente y desechado algunos proyectos, se mantiene en los escenarios con seis meses de embarazo y participará en La Gran Estafa 3, en el Movistar Arena, el próximo 25 de abril, cuando su hijo tenga alrededor de un mes. El show reúne a seis de los standuperos más reconocidos en la escena nacional: Sergio Freire, Felipe Avello, Pedro Ruminot, Chiqui Aguayo, Edo Caroe y Alison Mandel. “Ya estoy angustiada. En un principio dije ‘no voy a poder’, pero ahora descubrí el método para hacerlo”, dice entre risas.
En este período también se ha encargado de mostrar «el lado B» del embarazo. Siempre con un toque de humor en sus palabras, Alison relata en su cuenta de Instagram (@alisonmandel) distintos episodios que le ha tocado vivir durante la espera de su primer hijo, encantando a sus seguidores con su honestidad y generando un nuevo diálogo en torno a la maternidad. “Creo que faltan muchos más espacios que hablen del otro lado del embarazo, que se relaciona con los miedos que una mujer enfrenta”, dice.
Compartes en Instagram tu experiencia embarazada. ¿Cómo lo has vivido?
Lo conté cuando tenía como cinco meses, porque fui a hacer un show y ya mi guata era demasiado grande (ríe). Es un proceso súper bonito, pero creo que se habla sólo de un lado del embarazo, y tiene que ver con que la gente socialmente siempre te obliga a vivir cosas que no son tan reales. Por ejemplo, cuando me casé, todos me decían “es el día más importante de tu vida”, y yo sentía que era cero así, que era un día feliz, pero que era mucho más importante todo lo que había vivido antes en mi relación con Pedro.
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¿Te has sentido mal en algunos momentos?
Visito el lado oscuro a veces. No sé si tiene que ver con cómo se gestó mi embarazo o no, pero a veces me cuestiono muchas cosas. Sobre todo en una época donde no lo sientes mucho y te preguntas si está bien o mal. Estás súper vulnerable, tienes que cuidarte mucho más, no sabes si lo que estás haciendo está bien. Faltan esas instancias de conversación con la gente, porque te siguen diciendo: “Disfrútalo. Es la etapa más plena de una mujer”, y tú vomitando 20 veces al día.
¿Qué ha sido lo más difícil?
Cuando se murió mi gatita me sentí morir. Se murió el amor de mi vida. Era mi guagua, ¿cachai?, y yo embarazada de cuatro o cinco meses y la gente me decía “no tengas pena, porque afecta directamente al feto”. Cómo no voy a tener pena, si las tragedias pasan. Eso es lo que más me ha sorprendido. Me he dado cuenta que es una presión para una mujer vivir nueve meses en constante estado de felicidad, porque la vida no es así, sino que tiene miles de emociones y hay veces que te angustias y otras que estás muy feliz. Ahí tuve que buscar ayuda en alguien más profesional que me dijera “llora lo que tengas que llorar, ten pena, vive tu duelo”.
Hace algunos días Pedro le respondió a una usuaria que te criticaba por tomar sol. ¿Te agotan los miles de comentarios y consejos en redes?
¡Demasiadas mamás perfectas! (ríe). Ha habido millones de cambios en lo feminista y uno lo puede ver con Lastesis, por ejemplo, que es un movimiento súper grande, sin embargo, sigue habiendo gente que es invasiva, que te anula y te limita sólo por ser mujer. Además, todo el mundo es dueño de una verdad. ¡Me demoré cuatro años en quedar embarazada! Una estría es la huea que menos me puede importar en el mundo.
¿Cómo vivieron este proceso como pareja?
Es bien difícil, sin embargo, no me siento nada de sola en esto. Desde que transparenté la situación, me escriben muchas mujeres. Es bien desesperante, la gente te pone una presión y te dice “no estai’ relajada”. Siempre es tu culpa. Fue largo el proceso en el que decidimos hacer un tratamiento. Cuando lo intentas un año y no te embarazas, es cuando recién te cuestionas si tienes un problema. Ahí quedé embarazada naturalmente, perdí esa guagua y después ya no quedé nunca más.
Y decidiste buscar ayuda profesional…
Desde eso, debe haber pasado un año y medio hasta empezar a buscar un lugar que me hiciera sentir bien y un doctor que entendiera, porque te tienes que autoinyectar. Jamás pensé que iba a ser capaz de hacer algo así, pero, con la ayuda de la matrona, lo logré. El primer día estalló la inyección que me tenía que poner. Me dijeron que tuviera mucho cuidado con cada remedio, y el primer día dije “Ahí van 70 mil pesos” (risas). Es súper caro y te puede no funcionar también. Nosotros elegimos la Clínica de la Mujer que está en Viña. Es bastante más barata, y nos tincó más el equipo.
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“Era súper tímida”
Alison Mandel ha pasado por distintos formatos. Teatro, televisión y cine son parte de la trayectoria que la mantiene entre las comediantes más destacadas de Chile. Una carrera que se consolidó en 2018 tras su exitoso paso por el Festival de Viña del Mar, el escenario más importante para el humor en nuestro país. Pero nunca se imaginó que se transformaría en eso. “Era súper tímida”, confiesa. Cuando chica quería ser veterinaria, pero luego se dio cuenta que no tenía vocación. “Si se enferma un animal, lloro”. Con el tiempo se inclinó hacia lo artístico hasta que entró a estudiar Teatro. “Me costó el primer año. Me costó caleta. Tenía compañeros que el primer día de clases les preguntabas por qué escogieron la carrera y te decían que el teatro los escogió a ellos. Yo decía ‘puta, a mí no me escogió el teatro’”, recuerda y se ríe.
¿Por qué decidiste ser comediante?
Veo a mis colegas y saben todo de comedia, pero a mí me pasó que hice un par de series, un par de castings y, de repente, sentí que no estaba funcionando. Me metí en este mundo y fui agarrándole el gusto. Fue creciendo, creciendo, creciendo, y de pronto soy súper comediante. Es algo que me acomoda, que me hace feliz, y además es una pega súper difícil. A veces te enfrentas a escenarios donde nadie se ríe, sobre todo las primeras veces, porque ahora uno tiene un ritmo y no vas tan desnudo. La comedia necesita el mismo rigor que cualquier otra disciplina artística.
¿Es difícil hacer humor hoy?
La comedia, en general, se tiene que ir adaptando. Es como una radiografía de la actualidad, de las personas, de algo común. En el fondo, debes estar atento a lo que está pasando. Por ejemplo, el humor machista. A mí me extrañaría que sigan haciéndolo. Un humorista debe evolucionar. Yo cambio mi rutina cada un año. Siento que en ese tiempo la gente ya la vio. Y tiene que evolucionar con algo que esté sucediendo, no te puedes quedar tan atemporal.
¿Has ido a terapia alguna vez?
Soy bien buena para la terapia. Confío plenamente. Hay veces que, de verdad, uno no sabe qué hacer con uno mismo, entonces necesitas orientación profesional, además yo soy cero mística. Por ejemplo, me pasaba que cuando se murió mi gatita, mucha gente me consolaba diciendo “está aquí contigo”, y yo decía “puta qué rabia no ser creyente, qué envidia”. Soy mucho más práctica. Me sirve harto ir viendo por qué mi personalidad es así. Es súper aconsejable.
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En una entrevista confesabas ser muy insegura, pero has estado en grandes escenarios. ¿Cómo enfrentas esa inseguridad?
¡Ay, qué nervio! En Viña pensaba así: “¿Por qué acepté?, ¿por qué me hice este daño?” (ríe). Pero estuve mucho más nerviosa en Olmué. Muy insegura. Nunca me había presentado en un festival que fuera televisado, nunca había estado ante un público tan masivo. La misma tarde me acuerdo que pedía que, por favor, se cortara la luz, que los generadores no funcionaran y que se suspendiera no más. Viví un proceso súper nervioso, de cero disfrutarlo, y con Viña me propuse todo lo contrario. Es una fiesta, estas cosas no pasan siempre y tienen un bonito recuerdo. Me subí mucho más alegre.
En febrero se estrena la película Mujeres Arriba, donde también actúa Natalia Valdebenito. ¿Son amigas?
Nos hicimos amigas después de la película. No nos conocíamos. O sea, nos conocíamos de habernos visto un par de veces, pero ahora hablamos caleta por WhatsApp. Hicimos súper buenas migas. Con la Lore (Bernal) también. Las tres hicimos un muy buen grupo. La Nata había salido del Club de la Comedia y había entrado yo después. Ella había salido en malos términos, entonces había algo que podía resultar extraño y, sin embargo, fue súper orgánico. Las tres tenemos un tipo de comedia muy diferente, pero salió una buena mezcla.
Hacen shows juntos con Pedro Ruminot. ¿Cómo es trabajar en pareja?
A ver… (ríe). Ahora estamos más grandes. La primera vez que hicimos un show juntos, prometimos nunca más hacerlo, porque tenemos diferentes maneras de ver la vida laboral. Él es mucho más espontáneo, y yo soy más estructurada, de ensayos, más rigurosa.
Y en lo laboral, ¿eres competitiva?
Soy competitiva en tonteras, en lo laboral nunca. Si me dices quién nada más rápido, de aquí para allá, te voy a tener que ganar. No puedo ni siquiera dejar ganar a los niños (ríe).
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