Hace tres años, partió a Estados Unidos con ganas de dar un salto al vacío y probar suerte en la capital del cine. “Era como un llamado del alma”, dice la actriz de 38 años, quien dejó su exitosa carrera en nuestro país y se radicó en Los Ángeles, California, donde debutó en noviembre de 2018 en Narcos: México, producción de Netflix. Hace algunas semanas, terminó de grabar Party of Five –se estrena en enero-, una nueva versión de la exitosa serie norteamericana de los noventa, en la que interpreta a una madre que debe dejar solos a sus cinco hijos en Estados Unidos tras ser deportada.
Fernanda Urrejola salió de su zona de confort y no se equivocó. Aunque reconoce que fue difícil dejar a su familia y amigos en Chile, supo desde el principio que sería una buena decisión. Además de actuar, hoy también escribe y cuenta que le encanta la sicología transpersonal. “Estoy en un proceso creativo interesante. Quiero seguir actuando y haciendo cada vez más proyectos que me atraigan. También desde la creación, contar las historias que quiero contar, hablar de los temas que me interesa hablar y seguir creciendo como artista y persona”, asegura.
En lo íntimo, estos años han significado un crecimiento importante. De replantearse verdades y darse cuenta de que no era tan tradicional como pensaba. “Me consideraba mucho más conservadora”, confiesa entre risas. En esa misma línea, expresa que ve las relaciones amorosas desde otra perspectiva.
¿En qué aspectos has crecido este último tiempo?
¡Uf, tanto! Creo que uno va pasando ciertas etapas, pero estás toda la vida trabajando lo mismo y yendo más profundo. Todo lo del empoderamiento, de sacar la voz, de no conformarse con cómo tienen que ser las cosas y quebrar estructuras de pensamiento. Para mí, eso ha sido bien apasionante. Darme cuenta que lo que creía que iba a ser la vida, no es así y es hermoso que no lo sea. Me encanta estar en un espacio de lo desconocido constantemente y no tener miedo. Simplemente, lo acepto y lo vivo como una aventura.
¿Imaginabas que estarías en otra parte? ¿Casada?
Exacto. Me consideraba mucho más conservadora en ese sentido y, la verdad, no sé a quién estaba engañando, porque estaba lejos de serlo (risas).
¿Se relaciona con ser demasiado perfeccionista, querer lograr metas que no te harían feliz?
Sí, eso creo. También con que uno acepta muchas verdades como “la verdad”, y empiezas a construir tu identidad. Soy amante de la sicología transpersonal y de ir un poco más allá de lo que establecemos como personalidad. Dejar de entender que la personalidad es lo que te identifica realmente, sino que es algo que aprendiste desde niña para defenderte en el mundo. Cuando lo ves así, tu verdadero yo es gigante y misterioso.
Me imagino que en ese camino existen períodos difíciles. ¿De dónde sacas esa fortaleza? Te ves súper segura.
¡Y no! (ríe) Es una montaña rusa, ¡uno va y viene! Voy puliendo cada vez más eso, pero a veces despierto, miro al espejo y digo “¿qué mierda soy, qué es esto y por qué?”. Y, otros días, me despierto y siento que todo es posible. Hay que respirar, silenciar la mente, darse cuenta que existe un mundo gigantesco que no conocemos y que, si voy a estar aquí viva, prefiero pasarlo bien. Se trata de escoger querer ser feliz, y a veces cuesta, porque estás con la hormona viva, es invierno o te abrumas por todo lo que está pasando en Chile. Cuesta encontrarse, entrar en ese silencio, pero está ahí, está presente constantemente. Solamente se necesita voluntad y trabajar para retornar al origen.
¿Crees que este movimiento nos ayuda a eso?
Sí. Trato de no quedarme en el pesimismo y de verlo así. Pienso en mis propios terremotos y crisis personales, en todas las veces que pensé que no era capaz. Hoy me veo y digo “sí, fui capaz’”, y ahora nos está pasando a nivel colectivo, pero es lo mismo. Necesitamos la crisis para poder crecer.
Blusa, Guess
Aros, Tous
Viviendo afuera, ¿qué te gustaría que cambiara en nuestra sociedad?
Tengo la fortuna de vivir en un lugar con gente bastante abierta de mente, que abraza y da la bienvenida a la diversidad, pero, la verdad, es que el cambio social que se requiere es a nivel global. Quizás ni siquiera logramos dimensionar el cambio necesario para crear una sociedad realmente más justa. En ese sentido, en las cosas más pequeñas, me encantaría que en Chile fuéramos menos clasistas, que estemos más abiertos a todo tipo de diversidad, que seamos menos prejuiciosos y que la gente tenga una voz única.
¿En qué sentido?
Me da la sensación de que, por mucho tiempo, en nuestro país se aplaudía pertenecer a un círculo. Era cosa de mirar en la calle y cómo todas las niñas, dependiendo del estrato social, se terminaban pareciendo entre ellas. Es algo que como sociedad buscábamos. Me acuerdo que, cuando chica, ser diferente era incómodo. Esa sensación de que todo el mundo acepte lo que te hace único, es algo que me gusta mucho de la ciudad donde vivo. Lo que está pasando en Chile da ciertos atisbos de algo muy hermoso. Asusta, porque es diferente y requiere tiempo, pero se está empezando a saborear algo de eso que es muy interesante. Creo que las mujeres están llevando la batuta, desde un lugar más creativo y desde una nueva visión.
Al inicio de las manifestaciones, las mujeres no fuimos tan protagonistas y ahora tomamos un rol bien importante.
Es algo natural, que iba a pasar. Desde el 2012 en adelante, empezó la era de la mujer. En todas las culturas, se habla de esta apertura hacia lo femenino y lo necesario que es. Hemos entendido mal qué es ser una mujer poderosa. Incluso, en la industria en la que trabajo, las mujeres poderosas terminaban siendo hombres con falda. El poder de la mujer viene desde otro lugar y la energía femenina es otra. Se requiere esa energía para los cambios que estamos pidiendo: más inclusiva, más protectora, más colectiva y más contenedora. No desde lo patriarcal, no desde que necesite a alguien para salvarse, sino que desde este rol importante en la comunidad, desde ser madres.
Vestido, Purificación García
Hace algunas semanas posteaste en Instagram tu emoción con la intervención de Las Tesis.
Tengo la canción en mi cabeza todo el rato. Incluso la han traducido a un par de idiomas. Me emociona ver a mujeres de todas partes del mundo. Esa forma de denunciar, desde un lugar súper creativo, formará algo realmente nuevo.
Considerando que contaste que también sufriste abusos, ¿te identificas con ellas?
Sí. Lo conté hace un montón de tiempo en Chile y se me tiraron encima heavy. Me dijeron que quería rating. Ahora queda más que demostrado que es necesario sacar la voz y contar lo que pasa. Lo triste es que nueve de cada diez mujeres lo han vivido y eso es muy fuerte. Postear algo así en las redes sociales y que aparezcan un montón de mujeres detrás, contando su experiencia, es brutal. Estamos firmes para que no siga ocurriendo, para que las nuevas generaciones vengan liberadas, porque, si nosotras no hacemos la pega, va a seguir pasando. Con este despertar, tenemos una responsabilidad social, no nos podemos hacer los tontos. No podemos volver a la normalidad que la gente desea; ahora va a ser una nueva normalidad y tenemos que abrirnos a esos cambios.
En algún momento dijiste que te ponías en el papel de la niña abusada en tus relaciones. ¿Cómo cambiaste ese patrón?
Me cargaban las víctimas. Me costó mucho entender que yo estaba en ese lugar, porque era la fuerte, la que siempre estaba feliz, la que sacaba la risa. El patriarcado lo estamos creando todo el tiempo, es muy importante que nos hagamos muy conscientes de nuestros pequeños actos, y observar qué rol estoy ocupando y cómo puedo cambiar. Para mí, ésa fue la gran diferencia: tomar la responsabilidad y decir “no quiero esto más en mi vida”. No es algo que se pueda apurar. Tú lo puedes entender racionalmente, pero, si no lo llevas a tu vida como un ejercicio consciente y constante, es una idea más. El ejercicio es de conciencia y de estar constantemente acordándote de que estás creando tu realidad, y que puede ser mejor.
Blazer, Carolina Herrera
Y de cuestionarse las cosas también.
Es súper necesario. Es un mal gigante del ser humano creer que tenemos la verdad de las cosas, cuando en realidad estamos en un universo en constante expansión. Es imposible saberlo todo. Cuestionarse las verdaderas incrustadas en el cerebro es un súper poder.
Hace un tiempo dijiste que ahora las relaciones las ves desde otra libertad, y que no crees en la monogamia. ¿Vivir en Los Ángeles te ayudó a abrirte más?
¡Sí, totalmente! Cada uno se cuenta su propio cuento y puede escribir su propia historia en cuanto a las relaciones, y desde ese lugar es que abro mi cabeza. Si estás con alguien que piense como tú, que esté dispuesto a explorar, claro que dejo de creer en la monogamia. Es compartido. Cuando estás en una relación, no puedes ser tú la libre y el otro monógamo. Me parece interesante no creer que tengo la verdad en mis manos, sino que estoy explorando y viendo hacia dónde me lleva. Con honestidad y con el corazón abierto, todo es posible.
¿Qué te cautiva de una persona?
El sentido del humor, el sentido de aventura. Me cautiva la gente curiosa, que quiere seguir explorando, que ve la vida desde una constante búsqueda del tesoro.
¿Estás en pareja?
Sí.
¿Y quieres contar algo de eso?
Preferiría que no (risas). Pero estoy muy feliz y es una relación muy libre.
Jumpsuite, Sarika Rodrik
Botines, Gacel
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