“Ya no me hago la huevona”. Una simple frase que resume todo lo que ha aprendido la actriz, comediante, y ahora escritora, Carolina Paulsen, quien presentó este mes su libro ¿Y por qué a mí no? Éste resume parte de su vida y, principalmente, del proceso que vivió al enfrentar un duro cáncer de mama que puso su mundo de cabeza, y la situó en una realidad que hoy vive de manera más consciente.
Aunque suene cliché, para ella, este proceso fue una nueva oportunidad, principalmente, para vivir la vida, aunque le cueste, como ella quería: alejarse de personas que hoy no son buenas para su presente o de las que ya no quiere hacerse cargo. “Es también soltarnos para que ellos sean los responsables de cuidarse”.
Hoy, a sus 45 años, cuenta con una energía que la sorprende día a día, con ganas de hacer más cosas y de vivir el aquí y ahora. No se sienta a esperar proyectos y es ella quien los crea, busca los recursos y se arriesga a concretarlos, porque sus miedos ya no tienen que ver con lo material.
“Está la sensación de que nada más malo te puede pasar, por lo tanto, logras un nivel de fortaleza indescriptible”, asegura. Con esa misma fuerza, prepara su obra de teatro en la que también cuenta su experiencia con el cáncer, pero siempre desde un punto de vista lúdico y positivo.
Sobre su libro, espera que logre que la gente se conmueva y que invite a la acción.
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¿Cómo viviste el lanzamiento de tu libro?
Fue maravilloso, un momento que siempre se me quedará en la memoria y en mi corazón, todos lloramos. Eran personas que estuvieron durante todo el proceso de mi cáncer y que sufrieron mucho y no me lo demostraban, hasta hoy. Entonces, después de siete años que pasé esto, fue emocionante. Me cantaron La Cigarra y luego presentó Fernando, mi hermano, quien se quebró. Una sorpresa muy emocionante, porque fue súper genuino todo, muy honesto.
¿Algo que no olvidarás de ese momento?
Mi hijo, quien me dijo una cosa hermosa, que lo voy a dejar para la intimidad. Él interrumpió todo para decirme esta frase hermosa, fue un minuto en el que sólo éramos él y yo. Nunca pensé que el lanzamiento del libro fuera de tamaña emotividad.
¿Qué te lleva a dejarlo todo plasmado en un libro?
A mí me encantaría hacer una película de esto, una serie. Pero hay un momento en donde, como actriz, uno espera que la llamen o que salga alguna obra, pero la creatividad la tiene uno y por qué desecharla y no hacer en esta vida algo que uno quiere hacer. Dije “mientras espero las posibilidades de que me llamen, voy a empezar a escribir un libro a modo de crear”. Tenía una finalidad terapéutica, que no sabía que iba a ser tan terapéutica, porque me di cuenta de forados míos de chica que no entendía.
¿En qué momento se dio vuelta la frase del “por qué a mí” al “por qué a mí no”? ¿Cómo encontraste el título?
No tenía idea cómo se iba a llamar el libro. Empecé a escribir y a escribir sin saber el título y, de repente, dije “¿por qué a mí no?”. Cuando ya lo tenía más o menos pensado, empecé a leer La bailarina de Auschwitz, que al final tenía una reflexión de lo mismo. Fue como una clave, dije “ese es el título”. Luego, lo comenté en la Corporación Yo Mujer, que se dedica al cuidado de la mujer con cáncer de mama, y una de sus sicólogas me dijo “está perfecto”. Ella convive todo el rato con gente así, entonces el “por qué a mí no” es súper sanador, es la media vuelta que le di después de todo lo que me pasó. ¿Por qué a mí no? Simplemente, tenía que vivirlo.
¿Qué fuiste descubriendo con el libro?
Es un paralelo entre mi tratamiento y mi vida para atrás, y lo que me pasa con el libro es lo que le puede pasar a cualquiera, no sólo por el cáncer, puede ser un accidente, separación, muerte, cualquier catástrofe. Puedes ver que todas las familias tienen problemas, sucesos y este proceso de reconocerme puede ser muy inspirador para otros, de poder repasarse, reconocerse.
¿Quieres mostrar que se puede sacar una enseñanza de un episodio tan traumante?
Este libro no es una receta, para nada, no es nada catedrático. Es un lado que a mí me sirvió para entender por qué me pasó esto, no es para decir “si tú haces esto te puedes sanar” o “si haces esto vas a sobrevivir” o “si haces esto vas a entender por qué te dio la enfermedad”. No tiene que ver con eso, sino que con un camino que seguí, porque ese camino me tranquilizó y porque también tenía la necesidad de saber dónde me fui, cómo me fui, y en qué minuto me desvié de mí. Yo me fui a ver el poroto que tenía después de muchos años. Sin culpas, sin castigos, quise escribir este libro, y desde el amor a mí misma. Me demoré como cinco años en verme ese poroto y para mí fue importante analizar dónde me perdí, por qué me dejé de autocuidar, en qué estaba pensando que no fui a verme esto antes.
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¿Hay una vuelta y un cambio real después del cáncer, o es una frase cliché?
Hay un cambio real. Para mí la despertada fue brutal, por lo tanto, le decía a mi gente que soy infinitamente más feliz que antes, soy más feliz después del cáncer, porque estoy más consciente, porque ya no me hago la huevona, porque ahora me cuido. Todo esto tuvo que ver con un proceso muy sanador, de autocuidado y todavía lo estoy haciendo. Pero sí, soy súper consciente y no voy a estar en un lugar donde me sienta mal, nunca más. Si me siento mal en un lugar, me paro y me voy. Eso nunca lo hacía.
¿Qué más cambió en ti que te sorprendió?
La voluntad. La voluntad en mí creció con esta enfermedad. No sé por qué. Creo que es el amor a uno mismo con lo que desarrollas la voluntad y empiezas a hacer cosas. Quizá estás echada en tu cama y prefieres ver Netflix, pero ahora tienes la voluntad de buscar, de gatillar, como me pasó con la obra de teatro. Moví todos los hilos para que esto sea una realidad.
¿Es una segunda oportunidad?
Piensa que estaba como el ave fénix y con mucha energía, pero después ya no soy el centro de atención y te da un bajón, porque ya no están todos pendientes de ti. Y empiezas de nuevo con tu energía normal, y te pueden venir unos bajones, pero nunca te vas a olvidar que pudiste no haber estado en este mundo, que te salvaste. Siempre habrá una vocecita que te va decir “estás puro hueviando, tienes que hacer esto, muévete, siéntate, escribe, haz lo que quieres hacer, no te hagas la tonta”. Esa es la vocecita después del cáncer.
Y después de la batalla, ¿qué queda?
Me pasó que hice un filtro importante de mis prioridades y de la gente que estaba conmigo. Como te digo, en un lugar donde no me siento bien no voy a estar, por lo tanto, sí dejé amigos y con mi pareja de ese momento también dejamos de estar juntos. Pero no es negativo, es positivo, porque vas construyendo una nueva vida como tú realmente quieres que sea. No puedes seguir achacándote o pasándolo mal o haciéndote la loca después de algo así. Evidentemente, debes limpiar tu espacio y no quiere decir que las otras personas sean basura, para nada. Ellos viven su vida, pero no tienen que ver con la vida que ahora tú quieres seguir.
¿Te da miedo que pueda volver?
Siempre está la amenaza de que vuelva, y a mitad de noche sí me despierto pensando qué comí, si comí mucha azúcar o no. Me pregunto cómo cuido mi cuerpo para que no vuelva a reaccionar de esa manera. Digo “Diosito, no me lo mandes de nuevo, porque ya aprendí”. Siempre vas a vivir con el temor. Estás feliz y todo, pero siempre está el temor.
¿Te sientes responsable de no cuidarte?
Sí, totalmente, por eso tengo esa bandera de lucha. Innatamente, les advierto a muchas mujeres y hombres que, si sienten algo raro, vayan altiro: “Di ‘esto no es normal en mi cuerpo’, anda altiro, aunque tengas 25 años”. Si hubiera hecho eso, no me habrían tenido que sacar la pechuga.
¿Cómo has llevado ese proceso que impactó en tu físico?
Me hicieron un implante donde la piel no tenía tanta elasticidad, porque la perdí con la radiación, por lo que entró sólo el más chico de los implantes. En términos más íntimos, ha sido un tema, no sé si consciente, pero sí inconsciente, de reconocer mi propio cuerpo y que lo reconozca otro, lo que no ha sucedido aún. Ése es el proceso que tiene que fluir ahora, pero no me apuro para nada, he estado muy feliz así.
UNA SONRISA EN LA CICATRIZ
Del 7 al 30 de noviembre, en la Sala La Comedia del Teatro Ictus (Merced 349, Barrio Lastarria), Carolina Paulen se presentará con un montaje unipersonal creado a raíz del proceso de enfrentar su enfermedad. Se trata de una comedia reflexiva que invita al espectador a entrar en la mente de una mujer sobreviviente de cáncer.
www.teatroictus.cl