Chile

Pancho Melo sobre su última obra El Misántropo: “Hay momentos en que nos conviene ser un poco mentirosos”

El actor Francisco Melo habla de su vida, pasiones, pasatiempos y su personaje en El Misántropo, una obra de teatro que estrenó recién.

Con el pelo canoso, un par de arrugas alrededor de los ojos y una barba muy poblada, es difícil no recordar a sus personajes en teleseries como Sucupira, La Fiera, Los Pincheira, El Circo de las Montini o ¿Dónde está Elisa?. Francisco Melo (53), quien actualmente encarna a Óscar León en Isla Paraíso, de Mega, vibra con la actuación en la pantalla chica y en las tablas.

Este mes llega al Teatro Municipal de Las Condes como protagonista de El Misántropo, una obra escrita en versos e inspirada en un clásico de Jean Baptiste Poquelin, conocido como Molière en 1966, pero en una nueva versión dirigida por Álvaro Viguera y reescrita por Rafael Gumucio. Se trata de una pieza dramática que, con un tinte de comedia, cuenta la historia de un hombre a quien le obsesiona la honestidad, un amargado que critica a la sociedad actual y quiere aislarse de ésta y los valores que encarnan los demás personajes.

En la obra del dramaturgo francés, el actor se sitúa en medio de la hipocresía, los rumores y los juegos de apariencias, lo que lo impulsa a decidir dejar la ciudad e irse con su amor, Celimena, una mujer que busca la libertad y pasarlo bien. Sin embargo, él no se siente cómodo en un mundo que lo somete a constantes contradicciones y que detesta, por lo que le propone a su amada dejar todo e irse al desierto, pero debe lidiar con la respuesta de ésta en medio de una fiesta.

Con una larga trayectoria, Francisco disfruta de la vorágine del teatro y la televisión, aunque siempre busca un espacio para la tranquilidad. Hace un tiempo decidió vivir el día a día y disminuir la velocidad del ritmo de su oficio como actor, dedicándose a su familia y también a la carpintería, oficio que desarrolla desde un pequeño taller que creó en su casa. Se define como tranquilo, amante de la soledad y no así de las fiestas, al igual que sus personajes más recientes, Óscar León de Isla Paraíso y Alcestes de El Misántropo. Melo es más bien un “lobo estepario”, dice.

¿Cómo es tu personaje en la obra?

El Misántropo es uno de los personajes de Molière, como el Tartufo (al que también interpretó hace un par de años), que a través del humor, son un reflejo de la sociedad de su época, en el siglo XVII. Sus obras critican a la aristocracia o la alta burguesía y manejan temas que, de alguna forma, se perpetúan en el tiempo, se reflejan o se mantienen. Mi personaje se llama Alcestes y odia a la sociedad por la hipocresía que representa. La obra transita entre la comedia y el drama, tiene una estructura muy particular, es divertida, pero también lleva a la reflexión.

Trata temas como hipocresía, honestidad, rumores, juegos de apariencia. ¿Cómo te parece que eso dialoga con estos tiempos?

Todos somos hipócritas. Lo somos cuando nuestros amigos nos piden opiniones o cuando le decimos a nuestro hijo que cantó bien en el coro. Los políticos dicen una cosa, después cambian su discurso, lo van limpiando. Es raro que uno siempre vaya con la verdad por delante. Hay momentos en que nos conviene ser un poco mentirosos en pos de una convivencia más sana. Así comienza el conflicto en la obra, porque Alcestes decide dar su real opinión a una poesía que le presenta otro personaje, y eso genera un descalabro mediático. Es actual, porque sucede en las redes sociales donde empiezan a circular mentiras para desprestigiarlo. Decir las verdades a medias representa al mundo en que vivimos, quizás en un planeta ideal donde todos somos iguales y vivimos en armonía absoluta.

Es un poco parecido a tu personaje en Isla Paraíso, un hombre un poco huraño, pero que encuentra el amor y cambia. ¿Qué tanto tienes de tus personajes?

Hay coincidencias entre Óscar León y El Misántropo. Son seres que se han aislado del mundo y creo que todos somos un poco misántropos, nos gusta apartarnos, respirar y ser un lobo estepario. Me siento identificado con la sensación de escapar del bullicio. Puede parecer raro en relación a las cosas que hago, que son bastante públicas, pero eso forma parte de mi oficio, no de mi vida. Tiendo a estar en mi hogar con mis más cercanos o en lugares más bien privados. Me gustan esos espacios de soledad, y encuentro cierta sintonía con estos personajes. No odio a la raza humana, pero me gusta más la soledad que las fiestas.

A lo largo de tu carrera nunca has dejado el teatro. ¿Qué encuentras en él que no te dan las teleseries?

Los soportes donde uno puede actuar me producen el mismo placer. Actuar es placentero, aunque son procesos distintos. Por ejemplo, con el teatro pasa que es una vorágine, es intenso. Todo sucede en una hora y media, es imparable, irrepetible, único. Ese vértigo es profundamente adictivo y, cuando empieza la función, es como que te tiras por un tobogán.

Dijiste que estás incursionando en la carpintería…

Es un hobby. Siempre he dicho que tengo una relación particular con el tema de las herramientas y de chico me gustaban mucho. Por eso, en su momento, decidí estudiar Ingeniería Mecánica, pero estuve tres años y me cambié. Mi gusto por hacer cosas con las manos y construir, me llevó a jugar con la madera, me entretiene. Es un trabajo noble, bello, un oficio envidiable. Compro libros y veo videos sobre el tema. Tengo un pequeño taller en mi casa.

¿Estás buscando mayor tranquilidad en tu vida?

Sí, con 53 años siento que puedo darle más tiempo a los espacios familiares o a los espacios privados. Si bien soy bastante trabajólico, he querido ponerle el freno de mano a esta situación no poniendo el oficio de ser actor por sobre el placer de ser un hombre, pareja, un papá. Me di cuenta de que me hacían falta esos momentos y que me hacían muy feliz, así es que opté por no trabajar tanto y estar más en la casa.

¿Y cómo te relacionas con tus hijos?

Mis hijos son grandes y soy muy feliz por cómo ha sido el viaje. Los veo y me emociono, a veces más de la cuenta. Primero, por lo rápido que ha pasado el tiempo y tengo la idea de que ayer en la mañana los fui a dejar al colegio. Lo que más me alegra es la sensación de una pega bien hecha, junto con la madre de ellos y todos quienes han participado en la crianza. Es que los veo felices descubriendo, con altos y bajos, la vida. Les he transmitido vivir el día y buscar en cada detalle instantes de felicidad y ser positivo frente a las miles de vicisitudes que pueda haber.

¿Qué significó para ti volver a los paisajes de La Fiera con Isla Paraíso?

Fue emocionante darse cuenta de que habían pasado casi 20 años y estar más o menos en el mismo lugar. En esa época, Castro era nuestro eje de acciones en La Fiera y aquí estamos cerca. Embarcarme en el proyecto de Isla Paraíso lo siento como un regalo, las cosas han funcionado bien, la historia es efectiva, el equipo se afianzó muchísimo. Creo que, para que las cosas tengan éxito, tiene que generarse una sincronía entre todos y en este grupo hay mucho de eso, mucha armonía. Tengo muy buenos recuerdos de La Fiera, y volver con otra historia a la isla es sólo alegría.

Tras tantas denuncias de abuso en el mundo del espectáculo donde, incluso, tú mismo revelaste que habías sufrido acoso, ¿crees que ha cambiado la forma en que se presentan estos temas en las teleseries?

Cambió porque se están modificando los paradigmas y las referencias según cómo vivimos, o de acuerdo a la forma en que nos comunicamos. Todo lo que ha pasado con las mujeres, últimamente, y lo que ha sucedido en torno a temas éticos con respecto al sexo y el respeto, sin duda, nos obliga a cambiar. Esto también está presente en el arte. En la obra nos damos cuenta de que hay que definir o determinar cuáles son las libertades. El arte tiene la libertad de plantear temas o de hacer críticas políticas, puede pasar en el cine, en la televisión. Creo que es una transición y no se ha dado en ningún momento como censura, es parte de las nuevas normas que son correctas en esta sociedad.

¿Sientes que tienes algo pendiente a nivel profesional?

No realmente. Agradezco el viaje que he tenido, porque siento que he hecho harto y siempre uno va a tener la sensación de que puede hacer mucho más, pero ahora estoy abierto a los descubrimientos, como nuevos personajes o nuevas alternativas de expresión artística, la dirección o formar parte de un proyecto desde otro lado y no sólo desde la actuación. La vida te va entregando y abriendo ciertos caminos. Estoy con los brazos y el corazón abiertos. Estoy viendo hacia dónde me lleva el espíritu.

El Misántropo se presentará hasta el 14 de julio en el Teatro Municipal de Las Condes. Entradas a la venta en boleterías del teatro o en www.tmlascondes.cl

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