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El 28 de febrero pasado, rodeadas de familiares y amigos que recorrieron miles de kilómetros para acompañarlas, en una hacienda en la región de Coquimbo, la cantante María Jimena Pereyra (42) y la kinesióloga Tania García (27), dieron el sí y se convirtieron en convivientes civiles.
Una de las fotos de ese día retrata perfecto la relación de ambas: las dos llevan vestido de novia, cada una sostiene un ramo de flores en una mano, y con la otra elevan la libreta azul que representa su compromiso ante la ley y sonríen a sus más cercanos. La emoción del momento copa la imagen que encapsula la esencia de esta pareja que, luego de cinco años de relación, optó por formar una familia luego de que, un par de años antes, Jimena fuera diagnosticada con cáncer renal, anemia y lupus.
Tras realizarse un tratamiento para controlar la anemia, la cantante se sometió a una operación para eliminar el cáncer, pero debe seguir monitoreándolo cada seis meses y continúa con medicamentos por el lupus. Hoy se encuentra estable y su energía característica la trajo de vuelta a la pantalla abierta como coach de la nueva versión de Rojo de TVN. Nada la frena. Durante 2018, además, participó del musical Piratas del Caribe y en enero de 2019 lanzó Aquí me quedaré, su nuevo single.
Anhelos vs. realidad
El día del AUC se convirtió en el más feliz de sus vidas, así lo describen ambas. “Es raro explicarlo, es muy especial lo que se siente. Vinieron familiares de las dos, sólo a mostrarnos cuánto nos quieren”, dice la pareja de Jimena, mientras que la cantante agrega: “Sí, fue maravilloso, pero casi no lo logramos porque Tania, como toda novia, llegó tarde”, ríen cómplices, recordando la anécdota. Ese 28 de febrero, la kinesióloga se trasladó hasta la ceremonia junto a su mamá, su hermana y su sobrino. Ella manejó el auto, pero se perdieron en la ruta: “Me demoré ene, pero llegué antes de que se fuera el oficial del Registro Civil”.
La pareja, con 15 años de diferencia, se conoció hace unos cinco jugando fútbol. Un día se enfrentaron como rivales, y se flecharon. “Estábamos en la misma liga, pero en equipos contrarios. Un día jugamos un partido y a ella le tocó marcarme”, revela Tania. Desde ahí no se separaron más.
Han vivido situaciones cruciales juntas, como la enfermedad de María Jimena. ¿Cómo describen vivir esa experiencia como pareja?
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Tania: Cuando a Jime le diagnosticaron el cáncer, también nos enteramos de que tenía anemia y lupus. Ninguna se imaginó algo así, de hecho, cuando ella supo, yo estaba jugando a la pelota. Pensábamos que sería algo sencillo. Fue difícil verla entubada, hinchada, triste, pero no me desesperé, tenía que estar ahí. Ella siempre se hizo la dura, pero afortunadamente se pudo tratar y lo superamos.
Jimena: Primero debieron estabilizar mi anemia, después me extirparon parte de un riñón. Se supone que está bajo control, pero tengo que hacerme un control cada seis meses, porque por el Lupus existen más probabilidades de que el cáncer regrese. Hasta ahora voy bien.
¿Esto las llevó a tomar la decisión de firmar el AUC?
T: Después de que ella estuvo hospitalizada, entendimos que era importante que yo pudiera tener el permiso para tomar decisiones en caso de que ella no pudiera, sobre todo considerando que su familia vive fuera y la mía también. Soy chilena, pero mis papás viven en Mendoza. Además, antes de que Jime se enfermara, comenzamos a intentar ser mamás por medio de reproducción asistida. Yo le decía: “¿Y el anillo pa` cuándo?”.
J: Me costó entender el mensaje (ríe).
Varias veces han mencionado a la prensa que quieren ser madres. ¿Cómo ha sido el proceso?
T: Me he sometido a tratamiento cinco veces. Cuando firmamos el AUC, yo podría haber estado embarazada, porque por esa fecha fue el último intento. Llevamos tres inseminaciones artificiales y dos fecundaciones in vitro. Ha sido difícil, son muy pocas las probabilidades: la primera es alrededor de un 15%, mientras que la segunda un 30%. En Chile este procedimiento es caro, en Argentina está en el sistema público y es gratuito, pero tendríamos que estar un tiempo allá.
Aunque Jimena y Tania pueden acceder al AUC, todavía existen derechos restringidos para las mujeres lesbianas, pues en caso de que una de ellas tuviera un hijo biológico, la otra no puede reconocerlo como suyo ante la ley. Si bien han evaluado la adopción como alternativa, la legislación chilena no lo permite, aunque se están viendo pequeños avances. Hace algunas semanas la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados despachó una reforma a la Ley de Adopción, que deberá pasar por el Senado y se espera que permita este derecho a parejas del mismo sexo.
T: Por ahora no podemos hacerlo. La única forma es que anulemos el AUC y que cada una intentara adoptar como madre soltera, pero de todas maneras ese hijo o hija no podría ser reconocido por las dos. En Argentina existe la adopción homoparental, pero nosotras vivimos en Chile. Es injusto que debamos irnos para cumplir este anhelo. Es necesario que avance la ley. Las lesbianas existimos, ya no es algo que se esconde detrás de las casas.
J: Nosotras siempre nos hemos parado desde el amor, desde los valores y nuestro proyecto de familia.
Visibilidad lésbica
En un país donde todavía no hay justicia para Nicole Saavedra, una joven lesbiana encontrada muerta en 2016 con claras muestras de tortura en su cuerpo, y donde hace tan sólo unos días se supo de otra joven que fue violada y golpeada, únicamente por su orientación sexual, “salir del clóset” sigue siendo atemorizante. Así lo demuestra el estudio “Ser lesbiana en Chile” de la Agrupación Lésbica Rompiendo el Silencio, pues se obtuvo, entre otras cosas, que más del 70% de las encuestadas dice haber sido acosada en la calle por este mismo motivo y un 35% de ellas señaló no revelar su orientación sexual en todos los ámbitos de su vida. Frente a esta realidad, María Jimena y Tania se han transformado en referentes, e invitan a dejar atrás el miedo y romper los prejuicios.
Las cifras muestran que el miedo a revelar la orientación sexual es latente. ¿Qué les parece?
J: Tenemos muchas amigas cuyos padres no saben que son lesbianas, o que la gente de su trabajo no tiene idea. Ellas sufren, porque tienen terror a contarlo y lo hemos conversado, pero es complejo.
T: Ese miedo sólo reside en una, porque piensas que tus papás no van a entender. Es un alivio hablarlo en la familia y darse cuenta de que están felices. Al final, el miedo reside en una, pero es una también la que tiene que enfrentarlo. Soy de la idea de que hay que hablar, que todos se enteren, porque, si no, seguimos perpetuando los prejuicios.
¿Se sienten con la responsabilidad de aportar a concientizar sobre este tema?
J: Nunca lo imaginé, pero cuando se hizo noticia que firmamos un AUC, me di cuenta de cuánto pesaba que una mujer lesbiana hiciera pública su relación en sociedad, o que mostrara públicamente su amor hacia otra mujer. Ahí tomé conciencia del impacto. Siempre nos hemos mostrado como una pareja como cualquier otra, porque eso somos.
T: Hasta hoy nos llegan mensajes de niñas dándonos las gracias por abrir espacio a este tema y nos cuentan que sus familias nos vieron en la tele o en el diario, que eso las ayudó a contarles acerca de su orientación sexual.
¿Se deberá al amor que proyectan?
J: Una siempre escucha lo del “amor a primera vista”, pero me pasó que, desde que vi a Tania, supe que iba a estar con ella y volví a creer. Nos costó comenzar por la diferencia de edad, pero empezamos a tener objetivos en común y quisimos formar una familia.
T: Siempre le digo a Jime que no tenemos que pedirle permiso a nadie para amarnos, no hay que tener miedo. Si queremos armar una familia, o andar de la mano, que todos sepan que estamos juntas, no tenemos por qué ocultarnos. No soporto que digan: “¿Ella es tu amiga?”. Yo siempre respondo: “No, es la mujer que amo”. No me importa si me echo a todo el mundo encima.
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