“Prácticamente vivo metida en el subterráneo”, cuenta entre risas Ignacia Baeza (35), refiriéndose al espacio donde se armaron los sets para grabar la exitosa teleserie de Canal 13, coproducida junto a la productora AGTV. Este thriller cuenta la inquietante historia de un accidente que pone de cabeza las vidas de un grupo de amigos, pasando como un huracán también por todo su entorno.
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En esta producción, Ignacia ha sido una sorpresa. Con una carrera de más de diez años en televisión, está revolucionando a la audiencia con Trinidad, una mujer de clase alta que vive por y para su familia, jugando el rol de madre y esposa perfecta. Todo eso se desbarranca cuando se hace cómplice de un crimen y pasa a ser la cabeza pensante capaz de cualquier cosa por encubrirlo.
Su personaje rompe esquemas, sorprende a la audiencia con su sangre fría y fuertes escenas. “Me tildan de villana, pero no soy villana. Ella es una víctima de las circunstancias”, afirma refiriéndose a las repercusiones que ha tenido su personaje entre el público. Incluso, Miguras, una tienda que lleva la cultura pop a la indumentaria, vende una polera con su imagen. Allí comparte catálogo con otras malas de la talla de Sarita Mellafe, interpretada por Paulina Urrutia en Fuera de control, o Carminha, la rubia maldita de Avenida Brasil. “Me morí de la risa cuando me enteré. Fue demasiado buena onda”, dice.
Explorando el lado oscuro
“Me encantaría decir que soy de esas actrices con método para preparar un personaje, pero la verdad es que lo hago desde el presente, en cada escena”. Aclara eso sí, que volvió a ver Breaking Bad, prestándole especial atención Skyler, pareja de Walter White, que se hace cómplice del negocio, y vive una transformación similar a la de Trinidad. El guion, alabado por el público y los propios actores de la teleserie, contribuyó para darle profundidad al personaje, haciéndola entender los motores que la mueven en el set cuando le toca personificar a “la Trini”.
“Es una víctima, pero es fría y termina haciendo cosas terribles”, expone sobre su personaje que inicialmente se plantea como una mujer liviana, de familia tradicional y adinerada con una vida aparentemente modelo. Para Ignacia, ésa es una de sus gracias: es un personaje que ayuda a cuestionar las caretas de las vidas aparentemente perfectas.
¿Habías interpretado un papel tan fuerte como éste?
Tan dramáticamente intenso y oscuro, no. Además es la primera vez que no me toca estar en el arquetipo de la mujer romántica. Trinidad es empoderada por su familia. Cumple un rol que siempre les dan a los hombres; acá, ella toma la acción y mueve la historia. Creo que por eso, a la gente le ha gustado tanto, independiente de que esté bien o mal lo que ella está haciendo. No la estoy justificando, pero creo que una siempre tiene que querer a los personajes. Como actriz, no le puedo llevar la contra, la justifico. Está desesperada, tratando de hacer lo mejor para su entorno. Pero al final, es una víctima de las circunstancias.
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¿Cómo ha sido explorar esa oscuridad?
Me encanta. Creo que los seres humanos, por ende, los personajes, tenemos luces y sombras en la vida. Las luces las muestras, y tratas de esconder las sombras para que el resto no las vea, pero están en uno. Personalmente, tengo muchas sombras, pero llegar a ese lugar y sacarlas para afuera es exquisito, como una seudo terapia. Verme en ese lugar es raro, espero nunca llegar en realidad.
¿Te ha hecho plantearte tus límites?
Sí, todo el rato. Creo que no podría matar a alguien… Quizás, en defensa propia. Descuartizar un cuerpo, no. Pero ella es enfermera, se maneja con la sangre. Piensa “necesito esconder esto, para que mis hijos no lo vean”. Lo ve de una manera mucho más fría.
La urgencia de reinventarse
Los últimos años de la televisión chilena han estado marcados por una profunda crisis, donde los canales han visto devastarse su economía. Atrás quedó la época dorada en que Vicente Sabatini recorría Chile grabando teleseries para el área dramática de TVN, o la guerra de las teleseries que enfrentaba al canal estatal con Canal 13. Las áreas dramáticas han tenido que reinventarse. En el caso de Pacto de sangre, la solución estuvo en la coproducción, externalizando en AGTV parte del trabajo.
De todas formas, Ignacia no se cierra a la televisión y menos al teatro. Por el contrario, ama actuar en otros formatos. Con Andrea García Huidobro compraron los derechos de Tribes, una obra de la dramaturga inglesa Nina Raine. El montaje, dirigido por Manuela Oyarzún, se estrenó el año pasado en la Católica y tuvo muy buena recepción. En enero vuelven a mostrarla en el Festival Santiago a Mil. Además, cuenta que le encantaría hacer series y cine.
Este proceso de inestabilidad de la televisión, ¿lo enfrentas con miedo?
No, no lo enfrento con miedo. Una tiene que ir a todas, porque hay que trabajar. Entendí hace rato que iba a ser así, que hay actores que tienen la suerte de estar contratados eternamente y es maravilloso. Yo la tuve en un momento con TVN: estuve contratada recibiendo un sueldo, aunque estaba en mi casa sin hacer nada. Ya llevo un rato trabajando con proyectos y los disfruto igual. Como actriz, tienes que saber reinventarte. La tele, yo no sé hasta cuándo va a aguantar.
¿La tele en general?
Sí. Uno ve lo que quiere cuando quiere, no puede depender todo del rating. A mí mucha gente me comenta que la ve por internet, y eso no lo mide el rating. Si las teleseries se empiezan a subir a una plataforma digital como Netflix, va a funcionar bien.
Creo que los seres humanos, por ende, los personajes, tenemos luces y sombras en la vida. Las luces las muestras, y tratas de esconder las sombras
La intensidad de volverse madre
Para Ignacia, una de las particularidades de esta historia es que la están moviendo los personajes. Más allá del estereotipo de mujer perfecta que parecía ser en un comienzo Trinidad, se ha podido ver la construcción de personajes femeninos fuertes por sí solos, algo que se le suele criticar a la ficción, en donde muchas veces las mujeres son adornos o “esposas de”. “Me parece que por eso la gente empatiza con esta historia. Porque acá la estamos llevando”.
Hace cuatro años y medio fue madre de mellizos, que identifica como lo más importante de su vida. “Decidí, maduramente, ser mamá. Ha sido una experiencia increíble, terrorífica, todas las anteriores. Es lo más fuerte que me ha pasado en la vida, y lo más maravilloso también”, confiesa.
¿En qué sentido es fuerte?
Te cambia la vida. Realmente es como que tengo un pasado mío que no recuerdo. Soy desde que soy mamá. Se te abren puertas que no tenías abiertas, el miedo te come. Es tanto el amor que, aunque suene cliché, la posibilidad de perderlos es una cosa que no se puede explicar.
¿Y has hecho un proceso de soltarlos un poco?
No he soltado. Son míos, los tengo en mi guata, no quiero soltarlos todavía. Después no me van a pescar. Cuando los vaya a dejar al colegio, me van a decir “chao, mamá. Déjame acá”. Ahora vamos de la mano.
Actualmente se está cuestionando la maternidad como un destino casi obligatorio para las mujeres. ¿Qué te pasa con eso?
Está muy bien. Una tiene que ser mamá sólo si quiere, está perfecto si no quieres. De hecho, ahora que soy mamá, entiendo mucho más a las mujeres que no quieren ser mamás.
¿Estás de acuerdo con el aborto?
Sí, siempre. Nadie puede venir a decidir sobre tu cuerpo. Y lo digo precisamente porque sé que es muy fuerte. Te despierta un lado oscuro también.
¿Cuál es ese lado oscuro?
En mi caso, el miedo, el miedo a equivocarme. Me cuesta lidiar con el tema del sueño. Para mí, tener sueño es terrible y con los niños, una está muy cansada; entonces a veces puedo reaccionar mal. Eso me da mucha culpa y pena. Una es todo para ellos. Con lo del trabajo también me pasa. Me saco la cresta trabajando porque me gusta, porque soy apasionada, pero tengo culpa por no estar en mi casa.
¿Cómo lo vas equilibrando?
Mi sicóloga me decía que no tenga culpa, que soy mejor mamá estando fuera a veces. Tengo una red de apoyo increíble que me ayuda y cuando estoy, estoy. Entonces sé que mis niños no están solos. Además, obvio que prefieren a una mamá trabajadora y feliz que una en la casa pero afligida, porque no se está desarrollando profesionalmente. Es una contradicción, porque quiero criarlos, estar porque son chicos y es el momento en que más me necesitan, pero también tengo 35 años y quiero trabajar.
¿Con tu pareja se logran complementar bien en ese sentido?
Sí. Participamos igual. Como son mellizos, desde el primer día nos tenemos que repartir todo en partes iguales. Tiene la suerte de que puede manejar un poco más sus tiempos, entonces, si voy a llegar tarde, él puede llegar antes, vamos juntos a las reuniones, al doctor.
¿Cómo has visto el papel de las actrices organizadas? Te tocó justo un momento de denuncias en la industria y también de organización.
Primero, creo que todas las oscuridades tienen que salir a la luz. Me parece muy valiente de parte de amigas y colegas que han estado hablando. Solamente las acompaño, voy con ustedes. Pero que se diga sirve mucho, no hay que tener más secretos, no más “la ropa sucia se lava en casa”. Si hay que salir, salgo con todas; y si tengo algo que hablar, lo hago también. Es que, realmente, si no nos apoyamos entre nosotras, ¿quién?
Créditos ropa:
Polera negra, Opposite en Paris
Pantalón, Karl Lagerfeld en Falabella
Zapatos, Bata
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