Susana Hidalgo (32) componía canciones antes de pisar una sala de teatro, a veces toca guitarra, un poco de batería y canta. Quizás influenciada por su madre, que hasta ahora participa en un grupo folklórico con su voz y guitarra, y, por supuesto, su abuela, quien tocaba el arpa.
PUBLICIDAD
Dependiendo de su estado de ánimo, vibra con los sonidos del rock, el hip hop, reggae, funk, flamenco, trap. Y sigue voces femeninas como Ana Tijoux, Fusa Nocta, Judy Mowatt, Nathy Peluso o Lauryn Hill. Su cuerpo también fluye con todos estos ritmos, tal como lo hacía mientras aprendía ballet, gimnasia rítmica o jugaba básquetbol. Por lo mismo, no parece extraño verla en su primer musical, La Llamada -espectáculo español que se convirtió en un fenómeno de taquilla-, porque en ese espacio puede mostrar todo su potencial.
Sí, los musicales le abrieron las puertas con Milagros, una monja soñadora que ha escondido sus deseos por años. “Cuando leí la obra, me encantó y amé a mi personaje. Lo tomé como una oportunidad de pasarlo bien, porque hace mucho tiempo que no hacía teatro, así que se convirtió en una linda instancia para reencontrarme con las tablas, la música, y seguir en movimiento. Si bien en un momento me sentí insegura, porque había cantado sólo en mi casa y en bares recién el año pasado, es un desafío que tomé con el respeto y dedicación que se merece”, comenta.
0 of 4
Decidimos vestirla de blanco, con un look limpio y minimalista, para destacar aún más su nuevo look. Un pelo corto que le da todavía más carácter. No se trató de una decisión personal: participó en Ema, la nueva película de Pablo Larraín y el personaje necesitaba esta apariencia. Aunque no es la primera vez que se atreve a tocar su pelo. «Me rapé en Octavo Básico y antes de entrar a estudiar Teatro, me corté el pelo al ras. Se relaciona con procesos de la vida intensos, quería sacarme un peso de encima».
Ahora no siente ese deseo, porque considera la actuación como el mejor lugar para abstraerse y salir de la realidad que a veces la abruma. Ni siquiera el hostil mundo del espectáculo la hace retroceder. “Con el Nicolás (Poblete) no tenemos problemas con la exposición mediática, porque somos bien bajo perfil. Respetamos mucho nuestro trabajo, nuestra intimidad, nuestra familia. Por lo mismo, la cuidamos, no la exponemos. No tenemos problemas en mostrarnos los dos, somos pareja, pero, más allá de eso, no”.
Dentro de sus próximos proyectos encontramos la teleserie La reina de Franklin, de Canal 13; las películas No quiero ser tu hermano, de los hermanos Badilla, y la The imaginary state, de Alan Fischer.
PUBLICIDAD
¿Dónde escarbaste para transmitir la inocencia de Milagros?
Cuando me dieron sus textos, los leí casi tartamudeando. Lo bueno de trabajar con el Pato Pimienta –director de la obra– es que te da la posibilidad de hacer lo que quieras en el proceso de ensayo. La construí dentro de la improvisación, de lo que me nacía hacer. Me pareció una persona muy insegura, con muchos miedos. Me imaginé una chica de Machalí que, probablemente, tuvo una infancia bonita, pero también se dio cuenta de que sus gustos y lo que quería hacer, no era aceptado, entonces empezó a resguardarse y expresar todo lo que sentía a través de la música.
Hasta que entra al campamento de verano…
Este es un rollo mío, pero, si hablamos de Milagros, me parece que se escudó en la religión como una forma de negación, porque no se aceptó como era. Ahí encontró un momento para reflexionar, encontrarse. También se topó en este campamento con esa juventud pérdida a través de dos jóvenes que le muestran el mundo y la música. Susana (Geraldine Neary) y María (Francisca Walker) expresan todo lo que quieren decir a través de la música. Estas niñas la empujan, le muestran algo que la remece.
Esta necesidad de esconder quién es uno, ¿se da menos en nuestra sociedad?
Todavía hay gente que le cuesta aceptarse, y a la sociedad le cuesta aceptar a alguien que piense distinto a la mayoría. Aunque ahora los temas se hablan con tranquilidad, como la homosexualidad, sigue existiendo un grupo o gente que le cuesta entender, pero vamos por buen camino. Por eso me gustó mucho el rol de Milagros. Invita a aceptarnos tal cual somos, a la no discriminación.
¿Podríamos decir que este musical cuestiona a Dios?
Es una obra para los fanáticos de Ariztía, viudos de Whitney Houston, amantes del trap, de la música eltectro latina, seguidores del «Pollo» Fuentes y del Venga Conmigo (ríe). Para católicos, ateos, cristianos, budistas, etcétera. No es una obra católica. Se habla de un Dios pasado de moda, del amor, de la no discriminación y de ser felices.
¿Mantienes una relación con “el pulente”, como le dicen en la obra? ¿Crees en Dios?
Tengo una familia católica, pero una formación laica. Creo, pero en mi Dios. Le pido al universo que me ayude a que me vaya bien. El ser humano tiene la necesidad de creer en alguien para responder a ciertas dudas o cuando necesitamos fortaleza.
En 32 años, ¿cuál es el mayor cambio que has vivido en tu vida?
En muchos períodos, pero el gran cambio fue la maternidad. Cuando decidimos ser padres (con el actor Nicolás Poblete), no sabía realmente lo que significa ser mamá. Lo tomé con un desafío con una responsabilidad enorme, porque, finalmente, estás criando un ser humano que será alguien en este universo.
Tu mamá te contaba cuentos todos los días para dormir. ¿Sigues con la tradición?
¡Sí! Con el Nico lo seguimos haciendo. Es una herencia de mi mamá. La Josefa (3)tiene una cantidad de cuentos increíble. Se acuesta al medio de los dos y nos “lee”. No sabe leer, pero se los sabe de memoria (ríe). A veces se va en unas voladas impresionantes, crea sus propias historias. Tiene mucha imaginación.
¿Cómo dividen los tiempos?
Somos actores con tiempos de trabajo distintos al horario tradicional de ocho a seis de la tarde. Afortunadamente, he tenido un grupo familiar que me ha ayudado. Soy una afortunada de contar con un círculo contenedor y un hombre que me apaña. Con el Nico nos distribuimos los horarios de cuidado de la Josefa, entonces no ha sido complejo. De todas formas, es fuerte ser mamá en Chile…
¿Por qué?
Decidí ser madre teniendo en cuenta que es una gran responsabilidad. Porque no es fácil ser madre en un país donde siguen discriminando entre hombres y mujeres, por ejemplo, en los planes en salud, diferencias en el salario. ¿Y si una mujer decide ser madre soltera? Pienso en lo que se viene después de parir y el derecho que tiene todo ser humano de alimentarse bien, vivir bajo techo, vestirse, educarse. Creo que cada mujer es libre de decidir si quiere ser madre o no, pero sería hermoso que en Chile ser madre fuera igual a una mejora en las condiciones que da la vida actual.
¿Viviste momentos difíciles durante la maternidad?
Sí, y es un tema que no se habla mucho, pero uno debería saber todo lo que viene en el proceso. Yo quería dar pechuga, pero mi hija tuvo alergia alimentaria, entonces mi leche no le hacía bien. Me la sacaba para botarla, y después le pude dar, pero en todo ese proceso la leche disminuyó. Sentí mucha impotencia, fue doloroso, pero lo acepté. Sí recuerdo mucho el parto.
¿Cómo fue?
Me pusieron anestesia cuando estaba con contracciones, porque sentía que no aguantaba. En un momento aguanté todos los dolores y no fue tan terrible. Y aparte, no fue tan doloroso. La adrenalina que sientes en el momento es increíble. El Nico sacó a la Josefa, puso música reggae, dejaron la luz tenue, así que todos estaban bailando en la sala (ríe). Era una fiesta. Lo único que hacía yo era pujar (ríe). Es hermoso que uno decida que el parto sea natural, pero a veces no es la decisión de uno. Es la decisión de la guagua. La naturaleza es súper sabia y uno tiene que estar abierto a lo que trae la naturaleza y no forzarlo. El cuerpo habla por sí solo.
En la sesión fotográfica apareces hermosa y desinhibida. ¿Cuál es tu relación con el cuerpo?
No tengo rollos con el cuerpo. Amo mi cuerpo como es, y lo respeto como tal, pero no siempre fue así. Antes uno tenía hartos miedos, pudores, porque te molestaban los niños o una compañera era más desarrollada que tú. También es un tránsito, cuando empiezas a descubrir tu cuerpo.
¿Cuándo cambió todo?
Entendí que es parte de la naturaleza, tenemos que aceptarnos como somos. Fue una lucha constante, y tiene que ver con todos estos estereotipos que nos ponen. Dentro de lo cómodo, me gusta vestirme bien, pero siempre anduve con zapatillas, buzo. A veces sentía que me juzgaban un poco por no ser el estereotipo femenino: mostrarse sensual, usar taco, maquillaje, escote. Un día dije “¡basta!”. No tengo por qué hacer sentir bien al resto si yo no me siento bien. Al que le gusta bien y, al que no le gusta, bien también.
Te recomendamos en video