Chile

Mariana di Girólamo sobre su primer protagónico: “Fue una sorpresa”

En “Perdona nuestros pecados”, su primer protagónico, personifica a una joven que cruza los límites sociales y morales; en su vida personal reconoce una estricta educación católica en una clase social de la cual no se siente parte. Sobre abusos, amores prohibidos y principios obsoletos hablamos con esta joven actriz.

Por: Carolina Palma Fuentealba.

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Hace sólo tres años que mantenemos en nuestra retina a Mariana di Girólamo (26). Sin duda su apellido llama la atención por el reconocimiento que sentimos por su tía actriz, Claudia di Girólamo. Al igual que ella no sólo es linda, sino que talentosa, sin cuestionamientos. «Siempre lo he dicho, nunca he sentido ese peso de hacerlo bien porque mi tía es una de las actrices más grandes de este país. Tampoco lo veo como que tenga continuar con un legado. Partí sin expectativas, sabiendo que se tiene que trabajar muy duro y que haría un buen trabajo porque soy trabajadora. Siento un profundo orgullo de mi familia, de mi tía, de mi abuelo. Para mí es un honor», confiesa.

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Sin embargo, nunca pensó que en poco tiempo sería la protagonista de una teleserie con tantas complejidades como «Perdona nuestros pecados», de Mega, su única casa televisiva hasta ahora. Ambientada en los años 50, la nocturna muestra una sociedad castigadora y clasista, de la cual aún existen atisbos. Allí interpreta a «María Elsa Quiroga», hija de «Armando Quiroga», papel que realiza Álvaro Rudolphy, un hombre dueño de muchos negocios de un típico pueblo del campo chileno. «Su padre logra posesionarse como el dueño de este pueblo, y eso le va a generar cierto resentimiento con los rotos´», analiza.
«María Elsa» es la luz de los ojos de su papá, una niña muy regalona, y se quiebra cuando se entera que está metida con un «guacho», hijo de una empleada doméstica. No sólo eso. En los primeros capítulos se muestra cómo comienza secretamente a desear al «padre Reynaldo Suárez», personificado por Mario Horton. Pecado tras pecado.

Sobre si le cuesta aceptar que no siempre será una protagonista, asegura que no. «Esta fue una sorpresa, una gran oportunidad y la estoy aprovechando al máximo. Además, me gusta demasiado el género, el drama. Y no me asusta después hacer un personaje secundario o de soporte», dice abiertamente.

La teleserie lleva solo una semana. Para algunos es llamativo cómo en esa época las mujeres no podíamos alzar la voz en público. ¿Cómo entendieron esa dinámica?

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La figura de «Armando Quiroga» es machista, represora. Y eso se ve en la relación con su esposa, la Paty Rivadeneira, que no puede alzar la voz y en la instancia comedor, por ejemplo. Nosotros hicimos una dinámica de roles muy divertida con León Cohen, un siquiatra que también es actor. Él trabaja con Mega y ve la sicología de los personajes. Hicimos una improvisación, y cuando llegó Álvaro (Rudolphy) en su personaje, se generó una tensión inmediata; descubrimos que el ambiente de la familia es muy tenso, es una familia que no conversa, no se comunica, está profundamente reprimida por la figura del padre.

Pasaba en todas las familias así en ese tiempo, me imagino.
Todo era así. Los padres reprimían. Por eso «María Elsa» aspira a la libertad. Es niña y no entiende lo que está pasando. Ella siente que son todos iguales y por eso cree que se puede enamorar de un «guacho». La van a lapidar por eso, va a sufrir mucho.
En tu personaje hablas de «guacho» o «roto», ahora palabras muy mal vistas, ofensivas, de hecho…
Es que en ese momento se roteaba, el «roto» es «roto», y la figura del «guacho» existía. Todos los patrones tenían hijos no reconocidos con sus empleadas. También el tema de la prostitución era latente, y la casa de puta era parte del pueblo.

¿Qué opinas de «rotear» a la gente? ¿Lo has visto?
Sí, me he relacionado con personas así. Estudié en un colegio donde había un ambiente de mucha plata, que quedaba arriba de San Carlos de Apoquindo. Me tocó codearme con gente que «roteaba» o «picanteaba», como también se dice. Nunca me pareció y no me parece tampoco. Soy de una familia clase media, media alta. Quizás estuve en un colegio que no me pertenecía social o monetariamente. Yo era de otro quintil, pero mis papás me querían dar esa educación, esa herencia. Pero sí, estaba con gente que roteaba, siempre me pareció reprochable, y lo hice saber.

Algunos pueden pensar que eres muy cuica, pero has contado que tu familia hizo un esfuerzo por darte lo mejor.
Mis papás son artistas visuales, artistas independientes. A veces no hay pega estable para los artistas, y la situación económica de mi familia siempre fue oscilante. Generalmente, mala, para ser sincera. Ellos siempre fueron muy trabajadores y lucharon por darnos la mejor educación. Era la herencia, porque no nos iban a dejar ni propiedades ni plata. Me pusieron en este colegio enfocado en la naturaleza al principio, muy católico. Después el colegio creció, se puso muy caro y, por no hacernos pasar por el golpe de un cambio, nos quedamos ahí.

¿Y cuándo te enfrentaste a la realidad de la mayoría de este país?
Es que en el colegio hacia mucha actividad social. Estuve en grupos católicos como el CVX y Schöenstatt, y siempre fui a forrar mediaguas, a lugares con riesgo social. Estuve muy metida en eso junto con la comunidad jesuita, en el colegio San Ignacio. Me acuerdo que estuvimos trabajando en La Pintana, en una población llamada El Castillo. Mi familia es muy de ayuda social también. Después entré a estudiar Obstetricia en la Universidad de Chile, donde uno conoce todo tipo de realidades, y lo mismo cuando estudié teatro en la Católica.

Tu personaje mantiene una relación con un trabajador. ¿Crees que realmente puede existir algo entre personas de clases sociales tan marcadamente distintas?
Justo ayer veía un capítulo donde mi personaje le preguntaba al curita si creía que llegaría un momento en que dos personas que vienen de mundos distintos se podrán amar. Conozco casos que sí, y de clases muy diferentes. Se puede, aunque el tema familiar pesa, mucho más si vives bajo el techo de tus padres. Cuando vienes de una familia tradicional o conservadora, es más difícil.

«LE DEJÉ DE ENCONTRAR SENTIDO A LA IGLESIA CATÓLICA»

¿Cómo te relacionas con la religión?
Fui católica toda mi vida. Mi mamá es muy religiosa, mi familia va a misas los domingos, pero siempre se relacionaban más desde una perspectiva social. A mí me hacía mucho sentido eso. Cuando entré a la universidad dejé de ir a misa y dejé de creer en la institución católica. Ahora mismo estoy en una nebulosa, aferrándome de lo que pueda. El otro día me compré un Mala (collar budista); hace poco estuve en Tokio y fui a los templos a rezarle a los dioses. Siempre me gusta creer en algo, me gusta tener a quien rezarle, pero de la Iglesia Católica estoy alejada.

¿Influyó la información sobre las acusaciones de abusos sexuales, por ejemplo?
Sí, por eso mismo. Conozco casos cercanos. Tengo compañeros que iban a los Legionarios de Cristo o al Colegio Cumbre, y me sentí decepcionada. De todas formas hay sacerdotes que respeto mucho, como Pablo Walker, el padre Berríos o Mariano Puga. A veces acompaño a mi mamá a la misa de Navidad, escucho a Pablo Walker y le creo, porque habla de temas sociales, de valores transversales, pero no puedo con la Iglesia.

¿Alguna historia que te haya impactado?
No me refiero a casos puntuales, pero mi colegio estaba en San Carlos de Apoquindo, muy cerca del Colegio Cumbres, y me llamó mucho la atención todo lo que pasó ahí. Los Sodalicios es un grupo que entró fuerte a mi colegio, y tengo varios compañeros que se hicieron numerarios, otros sacerdotes, y también había un espacio para los abusos. Era uno tras otro. Yo igual estuve un tiempo en los Sodalicios, entonces pienso que pude ser yo la víctima. Me fui decepcionando, y lo encuentro espantoso. Le dejé de encontrar sentido a la Iglesia.

Tomando en cuenta tu educación, ¿qué opinas sobre la virginidad o el voto de castidad?
No tiene sentido llegar virgen al matrimonio. Ahora, si una persona lo dice, no la voy a convencer de lo contrario. En mi colegio había muchas chicas que pensaban así, y en su momento también pensé así. Ahora tiene más sentido para mí el autocuidado, la protección hacia uno y el otro.

¿Y que los curas tengan voto de castidad?
No tengo una opinión muy clara sobre eso. Tendría que pensarlo un poco más.

El papel de sacerdote de Mario Horton representa un amor prohibido. ¿Es más entretenida una relación con esas características?
Totalmente. Es un clásico que cuando el tipo no te pesca, más estás ahí, más detrás de él. En la serie es más heavy porque primero es un «guacho» y luego un sacerdote. Es una revolucionaria. Pablo Illanes (el guinista) dice que es la Gladys Marín de la época (ríe). Lo encuentro genial, no lo había pensado. En la búsqueda de referencias me encontré con personajes rupturistas para la época, para los años 50 en Chile. También con Mario Horton nos hemos enfocado mucho en que este sacerdote es hombre, tiene pulsiones y se mueve por el amor. La idea es mostrar que estos personajes se enamoran por lo que son. No sé bien qué va a pasar, pero creo que será catastrófico.

«CREO EN LAS BASES DEL FEMINISMO»

Algunas actrices como Emma Watson o Natalie Portman defienden el feminismo, entendiéndolo como igualdad de derechos y oportunidades. ¿Te parece que las actrices tienen que ser activistas de alguna causa?
Como actrices tenemos un rol comunicador, hagamos teatro o televisión. El teatro es súper político históricamente, porque entregas una idea. Aunque no creo que por ser actriz tenga que casarme con una idea política, soy libre de hacer lo quiera. Puedo tener una posición política o mi opinión sobre el feminismo, pero no por eso la voy a querer manifestar abiertamente. No soy una activista del feminismo, pero creo en sus bases, en la igualdad. No hay que negar que la mujer ha estado oprimida. Lo más importante es tener igualdad de condiciones, pero no uno sobre el otro.

Y en ese sentido, ¿te has preocupado de exigir el mismo sueldo que tu compañero? Ahora que eres protagonista con Mario Horton, por ejemplo.
Estoy como protagónica, pero llevo tres años haciendo teleseries, entonces sería absurdo que pidiera la misma plata que le pagan a Mario Horton o Álvaro Rudolphy. En las teleseries se paga por trayectoria también. Y, para qué andamos con cosas, por género también. No le pregunto a mi compañero cuánto gana, pero uno maneja ciertos números y sabe que los hombres ganan más que las mujeres en televisión. Justo el otro día veía que los actores de «Big Bang Theory» se habían disminuido los sueldos para igualarlos con el de sus compañeras. Personalmente no me he preocupado de pedir ganar lo mismo que ellos, porque estoy en otra posición, recién iniciando mi carrera.

¿Eres de tener amigas o amigos?
Ambos. En el colegio tenía más amigas, pese a que estudiaba en colegio mixto. Ahora tengo pocas amigas, y amigos gay también.

Se dice que entre las mujeres no nos tratamos bien. ¿Te parece?
Con mis amigas nos tratamos súper bien. Tenemos una relación súper sana. No me considero maltratadora, sí algo peladora, como todas no más. Entre nosotras nos tratamos súper bien, por lo mismo mi grupo se redujo. Nos hacemos puro reforzamiento positivo, sacamos lo mejor de cada una, si no la amistad no tiene sentido para mí…

En tu generación, ¿aún se trata a la mujer de «puta» si se muestra abierta sexualmente, y a un hombre sólo de «conquistador»?
Sí, se da, pero cada vez menos. Lo he escuchado mucho de los hombres hacia las mujeres, y de hombres más grandes. Uno no anda diciéndole a un hombre «eres poncio». Me carga esa forma de calificar. Tengo hartas amigas solteras, y hacen lo que quieren sin pasar a llevar al resto. Mientras se cuiden y cuiden al otro, está perfecto.

Así fue el backstage de la sesión de fotos de Mariana di Girólamo para Nueva Mujer

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