Por: Carolina Palma Fuentealba.
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Elegante, divertida y desatada. Diana Bolocco (39) celebra 10 años de una exitosa carrera televisiva en Canal 13, de donde no la ha sacado nadie. Su naturalidad y explosión de energía la vuelven irremplazable.
¿Cómo evalúa esta década? «Gracias a Dios he avanzado, porque si no me tendría que dedicar a otra cosa. Me siento más preparada en muchos aspectos, más segura de mí y de mi trabajo», confiesa.
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Recuerda con especial cariño «¿Quién quiere ser millonario?«, porque asegura que se transformó en el punto de quiebre en su carrera. «Ahí me convertí en esa animadora que siempre fui, pero que estaba más reprimida. Esa era la animadora que quería ser». En «Vértigo» se consagró, y nos cuenta que desde ya preparan la vuelta en marzo.
¿Cómo te ves en 10 años?
Me carga ese ejercicio, ¡porque inevitablemente me veo más vieja! (ríe). En esencia igual. Ojalá pasándolo bien, y me gustaría envejecer en televisión, porque me gusta mi trabajo. Uno no tiene que ser joven y guapa para mantenerse en la tele.
Hace más de un año se convirtió en madre de Gracia, un niña dulce, pero con carácter. Con su belleza vino a coronar la familia que construyó con Cristián Sánchez y sus tres hijos. Una razón más para celebrar la vida.
¿Eres la reina de la fiesta?
(Ríe) Me encanta la fiesta, pero no por ser carretera, sino que me encanta celebrar. Recibir en mi casa, disfrutar con mis amigos. Sí, soy divertida en estado natural, y con una copa de champaña, ¡también! En estado natural soy muy buena para la fiesta, me gusta bailar arriba de la mesa, cantar. Soy un poco florero (ríe). Pero todo en un ambiente íntimo, soy de muy pocos amigos. Si voy de invitada a un matrimonio no voy a bailar arriba de la mesa. ¡Que quede súper claro!
Recuerdo un episodio en el Festival de Viña en el que estabas bien contenta, y todos comentaron que estabas «mareada»…
No estaba curada. Me da lata decirlo, porque nadie me cree, pero había tomado agua mineral. Si no, lo diría, porque ni siquiera estaba manejando. A veces modulo mal, y ese día estaba muy cansada, y fue efecto del cansancio. Si me quieren creer, bien. Si no, me da lo mismo. En esa época no tomaba nada.
Razones por las que más levantas la copa con un ¡salud!:
Me encantan las dinámicas. Soy la reina de las dinámicas, y a algunos amigos les carga. Lo inventé para que uno no siempre hable de cosas triviales. Pongo un tema de conversación y cada uno habla. Por ejemplo, lo mejor del año, y empiezas tú, luego yo, y así. Han salido grandes momentos. He sido vilipendiada por algunos, y ahí salen «los salú» por la familia. Mientras uno más envejece brinda por otras cosas. Por la salud, por ejemplo (ríe).
¿Lloras mucho de risa?
Lloro harto de risa, pero las veces que más recuerdo es cuando estoy embarazada. Es impresionante. Debe ser por las hormonas. Embarazada me río, me río y me río, y contagio a todo el mundo.
¿Te emocionas hasta el nivel de llorar?
¡Ay! No estoy exagerando ni un poco lo que les voy a contar. Hace pocos días estábamos de vacaciones y había una fuente llena de monedas, entonces el Facu me pidió una moneda para pedir un deseo. Tira la moneda y dice «pedí de deseo tener a mi familia por siempre conmigo». Ahí lloré. Imagínate un niño de cuatro años que pida algo así. Me emociona todo lo que tiene que ver con mis niños. Voy a los actos de fin de año y lloro.
¿Cuál es el mejor regalo que te pueden hacer si, aparentemente, tienes todo?
Me gustan las cosas para la casa. Unos vasos bonitos, un mantel, cosas así.
¿Cuál es la celebración que más recuerdas?
Cuando le celebré los 40 años a Cristián, porque le hice una fiesta sorpresa. Algo que me moriría si me la hicieran, porque no me gustan las sorpresas. Soy más estructurada. Había tenido a Facundo hace dos meses. Le hice un video con mucho humor, me costó ene porque tenía solo una neurona despierta, porque estaba recién dando papa. Arrendé un lugar, lo subí a un auto con los ojos vendados y le puse un walkman (se ríe por la vuelta al pasado). ¡No! Le puse un earphone (dice en tono gringo). ¡Llegó y no podía creerlo porque estaban todos sus amigos! Lo vi tan feliz, sorprendido. Trabajé mucho para organizarlo.
¿Cuál fue la mejor parte de tu matrimonio?
Todo. Fui una invitada más, la verdad. Como era mi segunda vez hubo muchas cosas que no me importaron. Contratamos un lugar con una persona que se preocupó de todo, y a quien escogí porque me gusta su estética, entonces estaba tranquila. El vestido de novia me lo compré en un viaje y en 20 minutos lo tenía. Estaban todas probándose con sus damas de honor, y yo sola (ríe). Soy así, bien decidida.
Te has vuelto flexible. ¿Hay algo que no harías en televisión?
La flexibilidad tiene que ver con adaptarse a los cambios, y aceptar lo que no puedes cambiar. Y aceptar que todo cambia y que es bueno. No tiene que ver con estar dispuesta a hacer de todo. Mientras mayor eres, tienes más claros cuáles son tus límites. Hay miles de cosas que no haría en televisión, porque tiene una caja de resonancia demasiado grande.
¿Te pesó ser cuica en televisión?
No me siento cuica y no me he sentido cuica jamás. Todo lo contrario. Vengo de algunos ambientes en que soy lo menos cuica que hay, lo digo de verdad. Esa etiqueta no me la pongo y no me hago cargo ni un segundo, porque no me identifica para nada. Fui a un colegio abierto, donde había todo tipo de gente, me criaron en un ambiente poco cuico. En mi casa los apellidos nunca importaron, nunca se hablaba de eso…
Tu tono de voz, imitado incluso, ¿ha sido un plus?
Me gusta mi voz. Cualquier cosa que te da identidad es buena. Obviamente uno tiene que preocuparse de perfeccionarse profesionalmente, y hacerlo lo mejor posible. Si trabajo con mi voz, tengo que aprender a potenciarla, gobernarla y vivir con ella.
¿Estar en televisión te enseñó a reírte de ti misma?
Siempre me he reído de mi misma. Además fui a un colegio mixto en el que cualquier cosa era material para agarrar al otro para el leseo: características físicas, personalidad, lo que fuera. Aprendí a defenderme de todos, y me lo tomé con humor. Te podías victimizar, o reírte. Me encanta reírme de mí, que todos se rían de mí o que todos nos riamos del otro.
¿Es cierto que tu mamá te dio una técnica para mejorar las relaciones? En una entrevista dijiste que eso hiciste con tu ex marido.
Es difícil de lograr, pero mi mamá es un ser muy especial. Desde muy chica se ha dedicado a desarrollar su lado espiritual, y es muy poco apegada a las cosas terrenales y materiales. Mi mamá no ha tenido una vida fácil, y eso le ha hecho sacar fortaleza. Es un ser excepcional, no tiene un símil. Me ha dicho muchas veces «cuando te sientas traicionada por alguien o herida, mándale amor». Y yo pensaba que se volvió loca, porque no soy Teresa de Calcuta. Es difícil, pero muy real. Uno lo puede poner en práctica en situaciones muy chiquititas. Si uno anda «pateando la perra», todo funciona mal. Si uno manda buena energía, siempre es mejor. Si uno está peleado es peor. Es un proceso todo. No es más que eso.
¿Eres poco rencorosa?
Trato de ser poco rencorosa. Igual lo tengo de forma natural. Desde chica se me olvidan las cosas. Dejo pasar porque a la única persona que daña la rabia es a uno mismo. Si me tienes mala, a mí no importa, te importa a ti. Es un sentimiento que a ti te afecta.
En otra revista de papel couché dijiste que en tu primer matrimonio no estabas feliz en ningún aspecto, que no te sentías buena madre ni buena pareja, pero después te diste cuenta que la culpable eras tú, o al menos una cómplice silenciosa. Una frase súper potente, porque uno siempre culpa al otro y pocas veces hace mea culpa…
Es humano quejarse, y ver la responsabilidad del otro. En algún momento uno tiene que cortar eso, no te puedes quedar pegada. Uno tiene que saber cuál es su responsabilidad, aprender en qué se equivocó. Esa frase me demoré años en elaborarla. No es que me separé y lo pensé al día siguiente. Fue mucho tiempo de terapia y de autoterapia para llegar a esa conclusión. Si la hubiese tenido al principio, habría sido mucho más fácil. Uno siempre tiene parte de la responsabilidad en todas las relaciones.
¡Oye! ¡Cumplirás 40 el próximo año…!
Sí, pero no sé si a todo el mundo le pasa, me sigo sintiendo igual que a los 20 o los 30. Me veo diferente, pero me siento igual. Veo a mis hijos cómo crecen, y ahí noto que ha pasado el tiempo heavy. Sigo siendo la misma niña, pero tengo este tremendo hijo.
¿Cambió mucho la dinámica con una niñita en la casa? Ya no eres la reina…
Sí, fui destronada radicalmente. Es muy chica para cambiar la dinámica de la casa, pero se siente su energía. Igual tiene carácter, pero te agarra a besos de la nada, se mira los zapatos, es mujer. Abre su clóset y dice «¡ahhh!». Le compré un disfraz de bailarina y se sorprendió cuando se lo di. A mis hijos ¡en la vida! pude emocionarlos con una prenda de ropa. Se quiere echar mis cremas. Tiene sólo un año y medio, así es que no sé que me espera.
Te haré igual la famosa pregunta…, ¿van a tener más hijos?
Me estoy cambiando de isapre, y me preguntan «¿con maternidad?», y les digo «¡no! (ríe). Después me pregunto «¿y si me quedara esperando?» (ríe). No, nuestra decisión es que la familia está completa, y es perfecta. No podemos pedirle más a la vida.
Fotos: Gonzalo Muñoz F.
Agradecimientos a Hotel Director.
Producción de moda: Aranzazu Varela A.
Maquillaje y pelo: Ale del Sante para M.A.C. y Kerastase.
Asistente de maquillaje: Carolina Jeréz.
Ropa: Bralette, Victoria´s Secret; Chaqueta, Mango en Falabella. Body, Miss Selfridge.
Vestido, Studio F; Zapatos, Aldo en Falabella.
ASÍ FUE EL BACKSTAGE DE LA ENTREVISTA DE DIANA BOLOCCO
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