Por: Jessica Celis Aburto.
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Antes de ingresar a estudiar teatro en la Escuela de Fernando González, María de los Ángeles (30) también pensó en estudiar música o arte. Inquieta y en una búsqueda permanente, tiene claro que así como hoy es feliz actuando, la vida podría llevarla por otro camino que igual le apasione. Le encantan las piedras y estudió sus vibraciones. De hecho creó una línea de artesanía donde trabaja con piedras terapéuticas que transforma en accesorios. También en un futuro le gustaría lanzar un disco, pero hace ya un rato, y paralelamente a su trabajo como actriz, está formándose para ser instructora de Ashtanga Yoga.
¿Piensas dedicarle al yoga un espacio importante?
De todas maneras. Pienso que en la vida uno no viene a trabajar sólo una cosa. Hay que conocer el abanico de posibilidades que se tiene, desde las virtudes y capacidades. Creo que no todos los huevos deben ir en la misma canasta. Hoy disfruto mucho siendo actriz, pero quizás el día de mañana disfrute siendo instructora de yoga.
Antes de llegar a la televisión, Marita, como le dicen sus cercanos, trabajó bastante en cine («Muñeca», «Súper», «Joven y alocada», entre otros filmes) y en series («Paz», «Huaiquimán y Tolosa», «Aquí no hay quien viva», entre otras). De hecho, al mismo tiempo que egresaba –el 2007– filmaba una película y al poco tiempo fue parte de la serie «Solita camino», el puente que la llevó a la pantalla chica de la mano del equipo de María Eugenia Rencoret, con el que ha destacado por sus interpretaciones en «Somos los Carmona» y «Pituca sin lucas». Hoy suma la nueva teleserie de Mega, «Te doy la vida». «El director de ‘Somos los Carmona’ vio esa serie, que era muy buena. Y aunque casi nadie la vio, él sí (risas). Así me llamaron para integrarme a ese elenco y partí en las teleseries con un papel más ‘grande'», recuerda. Anteriormente fue parte de «Primera Dama» y «Maldita».
Al tener mayor experiencia en cine y series, le costó acostumbrarse al formato televisivo, sobre todo a su inmediatez. «Como actor uno debería estar preparado para todo, pero sin duda es un oficio que vas conociendo mientras lo haces. Obviamente entrar en un ritmo de grabación de 20 escenas al día en una teleserie es nada que ver con el de las 6 escenas diarias que grabas para una serie, o 4 de cine. En una teleserie tienes que tirar ‘toda la carne a la parrilla’ en una toma porque casi no existen repeticiones, salvo en contados casos. En ese sentido hay que guardar energía para concentrarla en la escena, y si no sale tan bien debes aprender a no frustrarte y entender que es otro tipo de escena. La profundidad que agarra un personaje no es la misma de uno de cine, teatro o una serie. Los conflictos en una teleserie son más superficiales y en general con temáticas de amor y desamor. Lo importante es aprender que al final todos los formatos te ayudan. Hacer tele no es más fácil que hacer cine, y ninguno de los formatos es más fácil que otro. No hay que menospreciar ninguno de ellos», señala.
La frustración que debe sentirse al no lograr en ese minuto de grabación lo que se quiere, debe ser bien complejo. ¿Eres muy dura contigo?
Antes lo era más. Tengo 30, y llevo años siendo actriz, pero no sólo he ido superando eso por mi trabajo, sino porque creo que uno debe dejar de frustrarse. En la vida tienes muchas oportunidades en todos los ámbitos, siempre se puede mejorar y sobre todo aprender.
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Desde niña ha llevado una vida muy saludable, virtud a la que le atribuye el verse mucho menor de la edad que la tiene. Hoy practica running y yoga Ashtanga, no come carne hace 6 años, no toma alcohol, y no fuma. «Es extraño, porque desde niña tuve una convicción muy profunda de que todas esos estímulos o las drogas no eran para mí. El deporte siempre fue algo que me gustó demasiado. Mis papás practicaban atletismo y yo lo empecé a cultivar como a los 8 años. Era muy buena en salto largo porque era muy liviana. También amo la naturaleza, y cuando se combina con el deporte para mí ya es un goce total. Aunque dejé el atletismo siempre mantuve mi afición por el trabajo físico. Hice mucho circo cuando estaba en la Escuela de Teatro, lo estudié e hice muchas clases de aéreo y tela. Siempre he sido muy activa porque me gustan muchas cosas. Cuando me abrazo a algo sé que no es permanente», reconoce.
¿Cómo ha influido la actividad física en tu condición de salud actual, en tu cuerpo?
Siempre el deporte trae beneficios. En mi caso, claro, hay un beneficio en mi imagen, pero también uno de autoestima y por supuesto de salud. Los órganos y la piel son mejores cuando haces deporte. Uno debería pensar que el cuerpo es una maquinita, y que si yo la cuido y la «aceito» con el deporte, va funcionar en mi beneficio. El cuerpo siempre está al servicio de nosotros, y hay que cuidarlo con esa conciencia. Nuestro corazón también está al servicio de nosotros, y también deberíamos cuidarlo.
Y en específico, ¿cuáles son los principales beneficios del running y el Ashtanga?
Lo bueno del running es que ganas kilómetros a muy poco andar. Cualquiera puede partir corriendo un kilómetro y al mes llevar 3 o 5. Mentalmente, la conquista de pequeñas metas en el running es de una. No pasa así en el Ashtanga, porque el cuerpo se toma su tiempo para las posturas. Este yoga está muy enfocado en el cuerpo, en que trabajas el agni (fuego interno), entonces es una práctica en la que sudas mucho, generas mucho calor, quemas muchas calorías y generas mucha musculatura.
Debes tener un desgaste físico importante y demandas especiales para cuidar tu cuerpo. ¿La dieta ocupa un lugar importante o eres relajada con el tema?
No es tema, no hay que ser obsesivo con las cosas. Cuando uno se rigidiza en cualquier aspecto de la vida, se provoca estancamiento. Tengo conciencia de que no me gusta la carne, pero si me dieran ganas de comer algún día, tal vez lo haría. Al hacer deporte debo proveerle a mi cuerpo un aporte proteico y no tomar sólo sopas de verduras. Mi dieta incluye huevos, leche y lácteos (vegetales y animales), legumbres, almendras y frutos secos; y a veces pescado y mariscos que no he podido dejarlos porque me gustan demasiado.
En cuanto a los cuidados que da a su piel, dice que no es buena consumidora de cremas y está consiente que el bloqueador solar es fundamental, aunque no siempre lo usa.
La televisión es feroz con el paso de los años de las mujeres. ¿Recurrirías a procedimientos invasivos para verte más joven?
No me haría nada. Vuelvo a lo que no es permanente. En la vida nada es permanente, y tu juventud tampoco lo es, sí o sí se va ir. Por eso es importante cultivar en uno algo que sí sea inquebrantable, y eso tiene que ver con el corazón y espíritu. Lo exterior sí puede ser un gatillante para que cuestiones tu autoestima, preguntarte si eres lo suficientemente bella o no, pero yo intento practicar una filosofía para no entrar en esa dinámica. Todas somos mujeres bellas y todos somos seres bellos si tratamos de cultivar nuestro corazón más allá de la imagen. Y claro, la tele está en la imagen, por eso como actor pienso que siempre debemos tener una carta bajo la manga en término laborales, y muuuchas cartas bajo la manga en términos personales (risas).
Tengo entendido que con Francisco (Puelles, su pololo), comparten el amor por la naturaleza y los animales.
Muchos seres humanos estamos en esa búsqueda de lo esencial, no somos tan pocos. En general la gente con la que me rodeo está involucrada con el tema de la naturaleza y tener conciencia. Tengo un rollo con los animales y por eso no como carne, pero no soy evangelizadora de ello. No ando diciéndole a la gente que no coma carne, para nada. Si pudiera, viviría en el campo llena de perros. Hoy tengo dos: Inti (Sol), de 2 años, y Ayún (Amor), de 6 meses.
La reivindicación
En «Te doy la vida» interpreta a «Rosa María», una colombiana que trabaja como recepcionista y vendedora en un taller mecánico rodeada por puros hombres. Un rol que la tiene «pasándola muy bien», como hace mucho no le ocurría. «‘Rosa María’ trabaja con ‘Fabián’ (Cristián Riquelme) y está enamorada del hermano de él, ‘Samuel’ (Etienne Bobenrieth). Ella tiene ‘sabor’, me encanta, y aunque su vestuario es muy provocativo, con tacos, todo bien apretado, con un nivel de bling bling total, es tímida. Lo he pasado muy bien con este papel, hace rato que no me pasaba», revela.
¿Fue complejo recrear el acento colombiano?
Hacer un acento distinto al tuyo es una tremenda pega porque tienes que estar siempre alerta, no se te puede diluir en ningún momento. Estudio mucho, me meto en internet, veo series colombianas. Ahora ya lo tengo agarrado y lo voy a mantener. De hecho, en escenas en las que lloro es súper difícil mantenerlo sin que se te diluya. Quiero agregar que me siento muy feliz de interpretar a una colombiana. Creo que ya es hora de incorporar a las historias de los chilenos a los nuevos chilenos. Tenemos una comunidad muy grande de colombianos, peruanos, bolivianos. Sé que se han hecho teleseries chilenas con personajes peruanos, pero no he visto a colombianos. «Rosa María» está desmarcada de la caricatura del colombiano al que siempre se le estigmatiza con las drogas. Me alegro que pongan de forma respetuosa a un colombiano, porque son parte de nuestra historia hace mucho rato.
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