Chile

Camila Vallejo y su dulce espera en fotos exclusivas para Mujeres

A diferencia de lo que muchos piensan, su embarazo no fue sorpresivo. Lleva 4 años y medio de relación con el ex presidente de la Fech, Julio Sarmiento, y su hija -que nacerá en octubre- es la concreción de la familia que decidieron formar. Recién se irán a vivir juntos. Y mientras se cambia de casa, sigue con su campaña a diputada por La Florida y espera la segunda revisión de su tesis para titularse de geógrafa. Por primera vez, la ex líder del movimiento estudiantil 2011 abre las puertas de su casa y muestra su espacio más resguardado: su vida personal.

Es mediodía de un lunes, y la radio Bío-Bío suena a todo volumen en la casa paterna de Camila Vallejo. Sus cinco meses de embarazo se notan con gracia cuando deambula luciendo su pequeña panza en medio del living familiar, momentos antes de empezar esta entrevista. Para el 8 de octubre tiene fecha de parto, un evento que, a diferencia de lo que muchos creen, de inesperado no tiene nada.

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«Con Julio (Sarmiento, su pareja) teníamos harta expectativa, porque tenía unos días de retraso. Yo ya me sentía extraña, y tenía una sospecha muy aguda de estar embarazada. Estaba con mi hermana cuando me hice el test, y altiro arrojó positivo (risas). Ella lloró y yo me emocioné mucho, porque era algo que con Julio deseábamos, no fue un condoro. Lo veníamos conversando hacía mucho tiempo, porque teníamos ganas de ser papás. Estamos en un estado de felicidad en nuestra relación, y después de 4 años y medio proyectamos una vida juntos, con muchas compatibilidades, no sólo personales, sino también en lo político y otras en que hemos congeniado; entonces, cuando llegó la noticia, nos sentimos muy seguros. A Julio se lo conté por teléfono, porque ya sabía que me haría un test. Me fue a ver altiro con unas flores y mi mamá llegó con unos zapatitos de guagua. Al principio les contamos sólo a nuestros papás y hermanos, porque supuestamente hay que esperar 3 meses. No sé cómo se filtró a los medios, pero dentro del partido sí sabían algunos, porque no era algo oculto y mi mamá también lo comentaba naturalmente, como orgullosa de que será abuela (risas)».

«Sé que mi situación es atípica, porque en general las mujeres de mi edad tienden a postergar el embarazo debido a que hay muchas dificultades de desarrollo personal y se prioriza tener mejores condiciones de vida, sacar un título y tener trabajo. Por eso las tasas de natalidad han ido bajando. También hay una falsa concepción de la modernidad, en el sentido de que primero te dedicas a trabajar, a realizarte personalmente, y luego a tener hijos. Puede parecer raro, pero estar embarazada ahora es coherente con lo que creo. Yo pensaba que si caía en la lógica de la postergación quizás no tendría hijos hasta ser mucho mayor, y siempre pensé tener hijos joven para disfrutarlos por más tiempo. Creo que esta sociedad debe acostumbrarse, un poco a la fuerza –en el buen sentido de la palabra– a hacer compatible el trabajo con la maternidad. Y además se debe entender que hay un padre también. A las mujeres se nos juzga por querer trabajar y criar, pero a ellos no. Debe haber una política pública que no separe más las aguas; hay que garantizar que hombres y mujeres puedan constituir familia y desarrollarse personalmente en lo que quieran. Debe haber un equilibrio».

¿Este embarazo ha cambiado o aportado algo nuevo en tu enfoque político?

Sí. Esta será una etapa de descubrimientos de nuevas cosas, porque a todo lo que ya soy y he sido en términos políticos y futura profesional, ahora se le suma esta maternidad. Hay un cruce de elementos que constituyen una realidad que es mucho más compleja y rica políticamente. Por ejemplo, ahora me ha tocado profundamente conocer a mujeres embarazadas que ya tienen hijos, que me dicen que la educación debe mejorar y cuánto les ha costado criar a los hijos. Son muchos los temas que nos afectan. Las mujeres ganamos menos también, la inserción laboral es baja en comparación a otros países de Latinoamerica. Están las mujeres que trabajan en muy malas condiciones y con largas jornadas laborales, como las del sector retail. La desigualdad de género en el ámbito laboral es tremenda, entonces, ahora veo que yo también podría pasar por esas cosas. La violencia en contra de la mujer no es sólo puertas adentro, sino que está afuera: todo esto que he mencionado, este trato desigual, es muy violento. No digo que no se haya debatido antes, pero ahora sí voy a poner más énfasis en ello porque es parte de todas las discriminaciones y abusos que la sociedad chilena expresa.

Respecto a eso, ¿qué te pasó cuando Tomás Jocelyn-Holt dijo que se te «regalaba» un distrito por estar embarazada?

A él no lo conozco, y no sé qué pretende en la vida, pero en general he armado una especie de escudo protector respecto a los ataques que se han venido desarrollando no sólo con mi embarazo, sino desde mucho antes. He sufrido muchos ataques, y algunos muy machistas desde que asumí como dirigente de la Fech hasta ahora. No he estado exenta de amenazas ni de prejuicios gratuitos respecto a mí, algo que creo que debemos empezar a combatir, pero no contraatacando, sino demostrando en la práctica lo que uno verdaderamente es y actuando en consecuencia con ello, y con orgullo. Me siento orgullosa de lo que soy, por lo que he trabajado, del esfuerzo que le he puesto a eso, de estar donde estoy y asumiendo muchas cosas en mi vida. Que otras personas que no te conocen te juzguen está de más. Hay que centrarse en uno. Para sanarse hay que actuar de otra forma.

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¿Cómo has ido generando ese escudo?

Han sido muchas cosas las que me han ido generando «cuero de chancho» en mi vida. Aún me sorprendo de algunas declaraciones y pienso que no es posible que aún haya gente que diga ciertas cosas.

¿Cuál ha sido el peor ataque que has recibido, el que más has resentido?

Recordando todo, creo que el que más me afectó fue el que pasó con Tatiana Acuña, ex secretaria del Consejo del Libro del Ministerio de Cultura, cuando dijo «se mata la perra y se acaba la leva». Más allá de una amenaza o amenazas de muerte –que hemos recibido como familia– encontré que fue muy fuerte porque había un recordatorio implícito a lo que fue la dictadura. Fue darme cuenta que estaba viva esa frialdad, esa perversidad que puede llegar a tener alguna gente, y me dio escalofríos. Además esa declaración motivó otras declaraciones hasta hoy día; hay gente que me manda mensajes internos por Facebook, por ejemplo, donde me dicen que recuerde que matando a la perra… Sé que estamos en democracia, pero también sé que hay gente que puede pasar de la palabra a la acción. Ahora, eso no puede paralizar, hay que seguir adelante no más.

Puedes seguir leyendo la entrevista completa en el Papel Digital

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