¿Recuerdas cuando eras pequeña y tenías a esa tía que siempre te recibía con los brazos abiertos en su casa, o que llegaba a la tuya con regalos en mano?. Seguro tuviste a esa tía que hizo todo lo posible por ti como si fueras su hija y que aún sabiendo que no eras su responsabilidad, depositaba todo su corazón en protegerte y prepararte para la vida.
PUBLICIDAD
Una tía puede convertirse en una figura materna y al mismo tiempo en una amiga en la que confías tus secretos y que te da los mejores consejos de vuelta.
Hasta el día de hoy, mi tía sigue siendo uno de mis mejores modelos a seguir pues no sólo me dio las ventajas de ser sobrina única sino que también me adoptó como una hija 24/7. Aún siendo yo una adulta, sigo recurriendo a ella para casi todo porque he aprendido a confiar en sus consejos y a verla como la influencia más positiva en mi vida.
Porque una tía es una especie de gurú con un historial de vivencias que te ayudarán a sobrevivir al mundo adulto. Sin duda, te hará sentir lo suficientemente segura y poderosa como para convertirte en toda una girl boss que toma el control de su vida y no tiene miedo de catapultarse alto.
Éstas son 7 cosas que seguramente aprendiste de ella.
A defender tus ideales
En teoría, tus padres son tus primeros guías de vida, pero no hay nada como tener una tía que te enseña su filosofía para sobrevivir en el mundo. Ella te cuida la espalda cuando vas creciendo e incluso te ayuda escapar de los castigos de tus padres. De ella, aprendiste a ser tú y seguir siempre tus ideales.
A conocer tu valor
¿Recuerdas cuando te enamoraste por primera vez y terminaron rompiéndote el corazón? Si recurriste a tu tía, seguramente fue quien te dio el mejor consejo del mundo al decirte que no le hicieras caso y que esta persona no merecía tu atención. Quizá tu madre o tu mejor amiga pudieron decir lo mismo, pero cuando una tía lo dice, todo suena más lógico. Ella te ayudó a establecer el estándar para lo que mereces y te enseñó que no tienes que tolerar ni conformarte con nada menos que eso.
PUBLICIDAD
A ser responsable de tus errores
Aunque por momentos pensaras que sólo aparecía para regañarte, tu tía te hizo reconocer tus errores. Ella puede ser la más consentidora del mundo y también la más enojona, pero (casi) siempre tuvo la razón al decirte las cosas de frente. Sus palabras no sólo se quedaron en regaños, sino que te hizo pensar en soluciones. Para ella, los ‘dramas’ y ‘victimización’ no eran válidos.
A negociar
Muchas de las cosas que aprendiste de tu tía, las aprendiste simplemente observándola. Ella siempre negoció con tus padres acerca de qué podías hacer y qué no cuando te dejaban con ella. Su prioridad era que estuvieras feliz a su cargo, siempre y cuando te portaras bien. También aprendiste el arte de negociar cuando te hacía decidir si querías ese regalo especial en tu cumpleaños o en Navidad. Sin duda no sólo estaba enseñándote lo que es una auténtica complicidad sino también cómo conseguir lo que quisieras, negociando.
A tener pasión por lo que haces
Si tienes una tía a la que le gusta bailar, es seguro que siempre la verás haciéndolo y mejor aún, disfrutándolo al máximo. Lo mismo pasa con su trabajo, ya sea que de clases o dirija un negocio, siempre la verás comprometida con lo suyo. La pasión se define como un intenso deseo o entusiasmo por algo y eso es algo que una tía te enseña casi sin querer. Quizá es algo común de su generación o simplemente es porque está consiente del ejemplo que debe ser para ti. Es probable que ella haya estado presente en tus presentaciones o en tu graduación aplaudiendo orgullosa. Ella siempre te recordará aquella vez que fuiste feliz en la obra escolar y te dirá que tienes que disfrutar de tu trabajo; que lo que hagas lo debes hacer con pasión y que si no te gusta, lo dejes.