Para muchos, los efectos del cambio climático sólo se puede observar en los polos, en los desastres naturales o el notorio cambio que ha ocurrido en las estaciones de este año, en donde se ha alargado el periodo de bajas temperaturas, las lluvias llegaron más tarde y la primavera se ha mostrado inestable.
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Si bien estos efectos ya están afectando nuestra vida diaria, lo cierto es que también el cambio climático ha provocado otros escenarios que son alarmantes y de igual preocupación que las inundaciones o el deshielo.
Cada año la vegetación y el paisaje en Chile, especialmente en la Región Metropolitana, ha estado cambiando o sencillamente desapareciendo. Es común observar vastos terrenos afectados por la erosión, la sequía y la acción del hombre.
Sólo basta con recorrer los sectores de Lampa, Colina o los alrededores de la Cordillera de la Costa para observar que el paisaje propio del norte del país está llegando lentamente a la zona central, amenazando también a otras zonas del sur, por lo menos hasta Concepción.
El doctor en Geografía y académico de la Universidad de Chile, Pablo Sarricolea, afirma que las causas del rápido avance del desierto se deben a la acción del hombre más que al cambio climático, aunque lo alarmante es que la zona central y sur están cambiando a un clima semi-árido, muy propio de la Región de Coquimbo (ver mapa):
Nosotros estimamos que el desierto está avanzando unos 50 km2 de superficie por año, lo que es bastante. Según mi opinión, el desierto avanza más por causas humanas que por causas climáticas, aunque también inciden otros factores, como el calentamiento global. Este fenómeno de la desertificación también ha afectado a otras zonas del continente como Brasil, Argentina y Perú.
La deforestación y el manejo de los suelos son los principales motivos de la desertificación en la Región Metropolitana. Sin embargo, el académico también indica que la aguda sequía que ha afectado los últimos años a la zona central principalmente, es un factor que se debe considerar:
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Estamos enfrentando una de las sequías más prolongadas que se tenga registro. Se estiman que si las condiciones se mantienen así, los períodos de sequía serán cada vez más prolongados, pudiendo alcanzar hasta los cincuenta años, lo que provocaría el avance más rápido de la desertificación.
De hecho, este 2015 pasará a la historia por haber sido un periodo de escasez de precipitaciones, a pesar de las últimas lluvias que se han registrado durante los meses de agosto en adelante que aún mantienen un déficit considerable de agua caída en variadas regiones.
Si bien el cambio climático está causando estragos y está generando temperaturas cada vez más altas y escasez de lluvias, también hay que sumar a esto el “Fenómeno del Niño”, la corriente del Océano Pacífico que se ha visto también afectada por el calentamiento global y que se ha considerado una de las más poderosas de los que se tenga memoria.
¿Es posible revertir el avance de la desertificación?
Para el académico de la Universidad de Chile, la respuesta es un sí rotundo. Los efectos de la desertificación ya se pueden observar en las comunas aledañas, en la zona central costera, por lo que es urgente actuar ahora para detener este avance.
Partiendo desde lo más general, la reunión de la COP21 que acordó mantener el calentamiento por debajo de los dos grados Celsius, es clave para detener los efectos del calentamiento del planeta que agudizan esta situación.
Ante los compromisos realizados en el encuentro en este ámbito, los efectos y consecuencias del cambio climático tenderían a disminuir, principalmente en cuanto a la sequía que afecta a esta parte del mundo.
Por otra parte, el académico llama a replicar lo que se hizo en la región de Coquimbo durante la década de los ’60 en cuanto a la construcción de embalses que permitan abastecer a las zonas más afectadas por la desertificación y la sequía. Además, Sarricolea destaca tambiém la importacia de regular el uso del agua y de los icebergs que se utilizan para el uso minero minero e industrial:
Si realmente se quiere frenar el posible avance del desierto, se deben generar políticas de conservación de la biodiversidad, mejorar nuestra infraestructura de riego y evitar la pérdida de suelo y erosión de laderas.
Pero además de estas medidas, Sarricolea enfatiza que es imporatnte que las regiones tengan un plan independiente para frenar los efectos de la sequía, ya que de esta manera se pueden optimizar mejor los recursos de acuerdo a la realidad social y geográfica de cada zona en particular.
Reforestación
Una de las alternativas que está ayudando a detener la desertificación y, además, generando empleo en las comunidades afectadas por la sequía, es la reforestación.
Es así como nace Cultiva Empresa que se dedica desde el año 2010 a reforestar las zonas más afectadas por la sequía y detener este proceso que avanza silenciosamente hacia las regiones donde existía mayor vegetación.
De esta manera, la empresa trabaja en conjunto con las grandes compañías que deben cumplir por ley con el proceso de compensación medioambiental producto de su actividad económica, principalmente del sector inmobiliario, minero y eléctrico.
Esta tarea se ha llevado a cabo utilizando un mecanismo desarrollado por la autoridad, en el marco de la Ley de Bases del Medioambiente y de la Ley de Protección de Bosque Nativo, en la búsqueda de los equilibrios entre desarrollo y sustentabilidad ambiental.
De esta manera, la empresa superó las 250 hectáreas reforestadas en la Región Metropolitana, en donde se han plantado árboles nativos como el Quillay, Espino, Maitén, Peumo, Huingán, Colliguay y Olivillos, en proyectos desplegados en las comunas de Padre Hurtado, San José de Maipo y Colina.
Victoria Gazmuri, gerenta de “Cultiva Empresa”, afirma que esta iniciativa a tenido un gran éxito, donde los árboles plantados alcanzan el 90% de supervivencia, lo que ha demostrado que la reforestación sí es efectiva en detener el avance de la desertificación:
Hemos alcanzado las 250 hectaras reforestadas con especies nativas en la Región Metropolitana, contribuyendo a recuperar y regenerar áreas verdes donde lo que se busca es contribuir a detener la desertificación que está sufriendo la región. El cambio climático está haciendo desaperecer la vegetación de la zona norte de Santiago y hacia la costa, por lo que la sola sustentabilidad ya no es suficiente, sino hay que regenerar.