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De cabeza a cola, estas aves están cargadas de pequeñas piezas acomodadas cautelosamente. Las plumas están hechas de cientos de uñas postizas pintadas con esmaltes donados por la famosa marca OPI. Estos esmaltes eran sobrantes o productos expirados que ya no tendrían mejor futuro. Los broches de pelo los donó la marca Scunci y Roth pegó cada uno de ellos para formar las alas.
Para hacer las colas, Roth anduvo buscando en bazares, tiendas de segunda y otros lugares para encontrar joyas que pudieran simularlas. La artista ha puesto tanto cuidado en la procedencia de los materiales que hasta las bases de las esculturas están hechas de pedazos de troncos.
El trabajo de Roth se ha expuesto en diferentes galerías de Chicago, India, Londres, Los Ángeles, Nueva York, Miami, San Francisco, Kentucky y Wisconsin. Podría decirse que parte de su inspiración se la debe a aquel trabajo que tuvo como cuidadora de un parque junto a un cuerpo de conservación. Limpiando una playa encontró una bola de billar vieja tallada en forma de pájaro, fue ahí donde comenzó su interés y desde entonces ha continuado con esa labor artesanal.
Las esculturas de materiales reciclados pueden ser tan hermosas como aquellas que utilizan materiales nuevos y caros, pero están cargadas de una doble dosis de creatividad para hacer que algo que ya nadie quiere se vea como algo que puedes desear.
