En el Vaticano hay un dicho popular que dice lo siguiente: “entras a un cónclave como papa, sales como cardenal”.
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La frase implica que el proceso sagrado y secreto para elegir a un papa —el vicario de Cristo en la Tierra— no es un concurso de popularidad, sino una elección de inspiración divina encabezada por los príncipes de la Iglesia.
Aun así, siempre hay favoritos —conocidos como “papables”— que acuden a un cónclave con al menos algunas de las cualidades necesarias para ser papa.
Cualquier varón católico bautizado es elegible, aunque se han seleccionado únicamente cardenales desde 1378. El ganador debe recibir al menos dos tercios de los votos de aquellos cardenales menores de 80 años y, por lo tanto, elegibles para participar. El papa Francisco nombró a la gran mayoría de los electores actuales, a menudo escogiendo a hombres que comparten sus prioridades pastorales, lo que sugiere continuidad más que ruptura.
Cualquiera que intente obstaculizar el resultado debe recordar que Jorge Mario Bergoglio fue considerado demasiado mayor para ser elegido papa en 2013, cuando tenía 76 años, y que Karol Wojtyla no estaba en ninguna lista de favoritos para el cónclave de 1978, que lo eligió papa Juan Pablo II.
Algunos posibles candidatos para suceder a Francisco:
Cardenal Peter Erdo
Nacido en Hungría el 25 de junio de 1952, el arzobispo de Budapest y primado húngaro fue elegido dos veces jefe del Consejo de Conferencias Episcopales Europeas, en 2005 y 2011, lo que sugiere que disfruta de la estima de los cardenales europeos que constituyen el mayor bloque de electores.
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En esa posición, Erdo conoció a muchos cardenales africanos porque el consejo organiza sesiones periódicas con las conferencias episcopales de ese continente. Erdo tuvo aún más exposición cuando ayudó a organizar las reuniones vaticanas de Francisco sobre la familia en 2014 y 2015 y pronunció discursos clave, así como durante las visitas papales a Budapest en 2021 y 2023.
Cardenal Reinhard Marx
Nacido en Alemania el 21 de septiembre de 1953, el arzobispo de Munich y Freising fue elegido por Francisco como asesor clave en 2013. Posteriormente, Marx fue nombrado para encabezar el consejo que supervisó las finanzas del Vaticano durante la implementación de reformas y un ajuste para cuidar gastos.
El expresidente de la Conferencia episcopal alemana fue un firme defensor del controvertido proceso de diálogo del “camino sinodal” en la Iglesia de su país, que comenzó en 2020 como respuesta al escándalo de abuso sexual del clero. Como resultado, es visto con escepticismo por los conservadores que consideraron el proceso una amenaza a la unidad de la Iglesia, dado que involucraba debatir temas como el celibato, la homosexualidad y la ordenación de mujeres.
Marx fue noticia en 2021 cuando ofreció renunciar como arzobispo para expiar el terrible historial de abusos de la Iglesia alemana, pero Francisco rápidamente rechazó la renuncia.
Cardenal Marc Ouellet
Nacido en Canadá el 8 de junio de 1944, dirigió la influyente oficina de obispos del Vaticano durante más de una década, supervisando el monitoreo de candidatos potenciales a encabezar diócesis en todo el mundo.
Francisco mantuvo a Ouellet en el cargo hasta 2023, a pesar de que fue nombrado por el papa Benedicto XVI, y así ayudó a seleccionar a los obispos más dogmáticos y preferidos por el pontífice alemán.
Incluso siendo más conservador que Francisco, Ouellet seleccionó obispos con mentalidad pastoral para reflejar la creencia del papa de que los obispos deberían impregnarse del “olor de sus ovejas”.
Ouellet defendió el celibato sacerdotal y mantuvo la prohibición de la ordenación de mujeres, pero pidió que éstas tengan un papel más importante en la gobernanza de la institución.
Tiene buenos contactos con la Iglesia latinoamericana, habiendo encabezado la Pontificia Comisión para América Latina durante más de una década.
Desde 2019, su oficina se ha encargado de investigar a los obispos acusados de encubrir a sacerdotes abusadores, un trabajo que no le habría hecho amigos entre los sancionados, pero que también podría haberle proporcionado mucha información confidencial y posiblemente comprometedora sobre sus colegas cardenales.
Cardenal Pietro Parolin
Nacido en Italia el 17 de enero de 1955, ha sido secretario de Estado de Francisco desde 2014. Veterano diplomático del Vaticano, supervisó el controvertido acuerdo de la Santa Sede con China sobre el nombramiento de obispos y estuvo involucrado —aunque no acusado— en la inversión fallida del Vaticano en una empresa inmobiliaria en Londres que condujo a un juicio de otro cardenal y otras nueve personas en 2021.
Parolin, exembajador en Venezuela, conoce bien la iglesia latinoamericana. Sería visto como alguien que continuaría la tradición de Francisco, pero más sobrio y diplomático, y que devolvería a un italiano al papado después de san Juan Pablo II (Polonia), Benedicto (Alemania) y Francisco (Argentina).
Sin embargo, Parolin no tiene una verdadera experiencia pastoral. Sus vínculos con el escándalo de Londres, en el que su oficina perdió decenas de millones de dólares en donaciones de fieles debido a malos negocios y empresarios turbios, podrían jugar en su contra.
Cardenal Robert Sarah
Nacido en Guinea el 15 de enero de 1945, el exjefe —ya retirado— de la Oficina para las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice despertó por mucho tiempo la esperanza de tener un papa africano. Amado por los conservadores, potenciaría un regreso a los papados dogmáticos y litúrgicos de san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Sarah, que había dirigido el Pontificio Consejo Cor Unum, chocó en varias ocasiones con Francisco. La más grave fue cuando él y Benedicto escribieron un libro que defendía la “necesidad” de la continuidad del celibato. El libro salió a la luz mientras Francisco sopesaba si debía permitir la ordenación de hombres casados para abordar la escasez de clérigos en el Amazonas. La implicación era que Sarah había manipulado a Benedicto para que prestara su nombre y autoridad moral a un libro que tenía todas las apariencias de ser un contrapeso a las propias enseñanzas del papa actual.
Francisco despidió a la secretaria de Benedicto y varios meses después retiró a Sarah cuando éste cumplió 75 años. Los partidarios de Sarah lamentaron que el episodio perjudicara sus posibilidades papales.
Cardenal Christoph Schoenborn
Nacido en Austria el 22 de enero de 1945 y arzobispo de Viena, fue alumno de Benedicto y, por lo tanto, parece tener las habilidades académicas doctrinarias para atraer a los conservadores. Sin embargo, se le asoció con una de las medidas más controvertidas de Francisco al defender su acercamiento a los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente como un “desarrollo orgánico de la doctrina”, en lugar de la ruptura que sostenían algunos conservadores. Los padres de Schoenborn se divorciaron cuando él era un adolescente, por lo que el tema le afecta de manera personal.
También recibió críticas del Vaticano por su negativa a sancionar a abusadores sexuales de alto rango, incluido su predecesor como arzobispo de Viena. Schoenborn ha expresado su apoyo a las uniones civiles y a las mujeres como diaconisas, y jugó un papel decisivo en la edición de la actualización de 1992 del Catecismo de la Iglesia Católica, el manual de enseñanza de la Iglesia que Benedicto había encabezado cuando lideró la oficina de doctrina del Vaticano.
Cardenal Luis Tagle
Nacido en Filipinas el 21 de junio de 1957, parecería ser el elegido de Francisco para convertirse en el primer papa asiático. Francisco trajo al popular arzobispo de Manila a Roma para que encabezara la oficina de evangelización misionera del Vaticano, que atiende las necesidades de la Iglesia católica en gran parte de Asia y África. Su papel adquirió mayor peso cuando Francisco reformó la burocracia del Vaticano y elevó la importancia de su oficina de evangelización.
Tagle a menudo cita su linaje chino —su abuela materna era parte de una familia china que se mudó a Filipinas— y es conocido por emocionarse cuando habla de su infancia.
Aunque tiene experiencia pastoral, vaticana y administrativa —dirigió la federación de grupos benéficos Caritas Internationalis del Vaticano antes de moverse a Roma permanentemente—, Tagle estaría en el lado joven para ser elegido papa y los cardenales podrían preferir a un candidato de mayor edad, cuyo papado sería más corto.
Cardenal Matteo Zuppi
Nacido en Italia el 11 de octubre de 1955, el arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia episcopal italiana, elegido en 2022, está estrechamente afiliado a la Comunidad de Sant’Egidio, una organización benéfica católica con sede en Roma que fue influyente durante el papado de Francisco, particularmente en el diálogo interreligioso.
Zuppi formó parte del equipo de Sant’Egidio, que ayudó a negociar el fin de la guerra civil de Mozambique en la década de 1990 y fue nombrado enviado de paz de Francisco para la guerra de Rusia en Ucrania.
Francisco lo nombró cardenal en 2019 y luego dejó claro que lo quería a cargo de los obispos de Italia, una señal de su admiración por el prelado que, como Francisco, es conocido como un “cura callejero”.
En otra señal de sus inclinaciones progresistas y su cercanía a Francisco, Zuppi escribió la introducción a la edición italiana de “Building a Bridge”, del reverendo James Martin, un jesuita estadounidense, sobre la necesidad de la Iglesia de mejorar su alcance a la comunidad LGBTQ+.
Zuppi sería un candidato en la tradición de Francisco de ministrar a los marginados, aunque su relativa juventud jugaría en su contra para los cardenales que buscan un papado breve. Su familia tenía fuertes vínculos institucionales: el padre de Zuppi trabajaba para el periódico vaticano L’Osservatore Romano y su madre era sobrina del cardenal Carlo Confalonieri, decano del Colegio Cardenalicio en las décadas de 1960 y 1970.
¿Cuál es el proceso para escoger al nuevo papa?
La muerte o renuncia de un papa marca el inicio de un ritual centenario que implica realizar juramentos sagrados por parte de los cardenales que eligen a un sucesor, perforar las papeletas con aguja e hilo después de contarlas y luego quemarlas para producir humo blanco o negro que indica si hay un nuevo líder para los 1,300 millones de católicos del mundo.
La elección está envuelta en secretismo y a los cardenales se les prohíbe comunicar al mundo exterior lo que ocurrió durante la votación en el cónclave, que se lleva a cabo detrás de las paredes con frescos de la Capilla Sixtina.
San Juan Pablo II reescribió las regulaciones sobre las elecciones papales en un documento de 1996 que sigue vigente en gran medida, aunque el papa Benedicto XVI lo enmendó dos veces antes de renunciar.
Esto es lo que sucede cuando un papa muere o renuncia, un período conocido como “sede vacante”.
¿Quién está a cargo?
Si un papa fallece, el camarlengo debe certificar la muerte y sellar el apartamento papal. Él mismo dirige las tareas administrativas y financieras de la Santa Sede hasta que asuma el liderazgo un nuevo papa.
El puesto principalmente ceremonial de camarlengo lo desempeña actualmente el cardenal Kevin Farrell, un estadounidense de origen irlandés que hoy lidera la oficina de laicos del Vaticano.
Casi todos los prefectos de las oficinas del Vaticano pierden su empleo cuando muere un papa, pero algunos permanecen, incluido el ministro de Relaciones Exteriores y el maestro de ceremonias litúrgicas, quien desempeña un papel clave en la preparación del cónclave.
El decano del Colegio Cardenalicio convoca a los demás cardenales para el funeral, presidiendo la misa antes de que comience el cónclave. Ese cargo lo ocupa actualmente el cardenal Giovanni Battista Re, jefe retirado de la oficina de obispos del Vaticano.
¿Cuál es la logística?
La muerte de un pontífice inaugura una secuencia precisa de rituales que incluyen la confirmación de la muerte en la casa del papa, el traslado del ataúd a la Basílica de San Pedro para su visualización pública, una misa fúnebre y el entierro. Éste deberá realizarse entre el cuarto y sexto día después de su muerte.
Después del funeral, hay nueve días de luto oficial, conocidos como “novendiali”.
Durante este tiempo, los cardenales llegan a Roma. Para que todos tengan tiempo suficiente para reunirse, el cónclave debe comenzar entre 15 y 20 días después de que se declare la “sede vacante”, aunque puede comenzar antes si los cardenales están de acuerdo.
¿Quién puede elegir a un papa?
Sólo los cardenales menores de 80 años pueden votar y las regulaciones actuales limitan el número de electores a 120. Según las últimas estadísticas actualizadas del Vaticano, había 136 cardenales menores de 80 años con derecho a voto, aunque ese número puede cambiar antes de que comience el cónclave.
Los mayores de 80 años no pueden votar, pero pueden participar en reuniones previas al cónclave, conocidas como congregaciones generales, en las que se discuten los problemas de la Iglesia. Fue en estas reuniones en 2013 cuando el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio habló sobre la necesidad de que la Iglesia vaya a las “periferias existenciales” para encontrar a los que sufren, un discurso improvisado que ayudó a su elección.
¿Quiénes son los posibles candidatos?
Cualquier varón católico que haya sido bautizado es elegible, aunque se han seleccionado únicamente cardenales desde 1378. Éstos son algunos candidatos destacables actualmente:
— Cardenal Pietro Parolin de Italia, de 70 años, secretario de Estado de Francisco y veterano diplomático del Vaticano.
— Cardenal Marc Ouellet de Canadá, de 80 años, jefe de la oficina de obispos del Vaticano de 2010 a 2023.
-- Cardenal Christoph Schoenborn de Viena, de 80 años, alumno del papa Benedicto XVI y, por lo tanto, potencialmente atractivo para los conservadores.
-- Cardenal Luis Tagle de Filipinas, de 67 años, traído por Francisco para encabezar la enorme oficina misionera del Vaticano.
-- Cardenal Matteo Zuppi de Italia, de 69 años, un protegido de Francisco que encabezó la conferencia de obispos italianos.
¿Cómo se realiza la elección?
Se lleva a cabo una primera votación en la Capilla Sixtina la tarde después de la misa inicial. Si no se elige ningún papa, durante los días siguientes se realizan dos votaciones cada mañana y dos cada tarde.
Las papeletas son hojas de papel rectangulares con las palabras: “Eligo in Summum Pontificem” (“Elijo como sumo pontífice”) escritas en la parte superior, con un espacio para un nombre.
Cada cardenal hace su elección, dobla el papel por la mitad, camina hacia el frente de la capilla y declara: “Pongo por testigo a Cristo Señor, que será mi juez para que mi voto sea dado a quien ante Dios creo que debe ser elegido”.
Luego coloca la boleta en una bandeja y la vierte en un receptáculo.
Tres cardenales designados, conocidos como escrutadores, revisan cada boleta para ver si se llenó correctamente. Cada nombre se lee en voz alta y se cuenta, y los resultados se anuncian al cónclave después de cada ronda.
Si nadie obtiene los dos tercios necesarios de los votos, las papeletas se perforan con una aguja e hilo, que luego se anuda y se coloca en una bandeja, y se prepara otra ronda de votación.
Benedicto modificó algunas de las reglas del cónclave de Juan Pablo II de 1996, de manera destacada el excluir su visión de que un papa podría ser elegido por mayoría simple si la votación estaba estancada. Benedicto decretó que siempre se necesita una mayoría de dos tercios, sin importar cuánto tiempo lleve. Lo hizo para evitar que los cardenales esperen los 12 días previstos por Juan Pablo II y luego impulsen a un candidato con una mayoría escasa.
¿Y qué hay del secretismo?
Benedicto también reforzó el juramento de secreto en el cónclave, dejando en claro que cualquiera que revele lo que sucedió al interior enfrentaría la excomunión automática.
En las reglas de Juan Pablo II, la excomunión siempre fue una posibilidad, pero Benedicto XVI revisó el juramento que hacen los asistentes litúrgicos y secretarios para hacerlo explícito, diciendo que deben guardar “secreto absoluto y perpetuo” y abstenerse de utilizar cualquier dispositivo de grabación de audio o video.
Ahora declaran: “Presto este juramento plenamente consciente de que su infracción acarreará la pena de excomunión automática reservada a la Sede Apostólica. Así que ayúdame, Dios, y estos Santos Evangelios, que toco con mi mano”.
Los cardenales también están obligados a guardar secreto, aunque la amenaza de excomunión sólo se cierne sobre ellos explícitamente si se descubre que aceptaron un pago por su voto, permitieron que poderes seculares influyeran en él o firmaron pactos con otros cardenales para respaldar a un candidato.
¿Tenemos papa?
Una vez perforadas las papeletas, se queman en una estufa cilíndrica al final de la sesión de votación. El humo negro de la chimenea de la Capilla Sixtina significa que no hay decisión. El humo blanco indica que los cardenales han elegido un papa y que éste ha aceptado.
Se agregan cartuchos químicos para garantizar que no haya confusión sobre el color. Para producir humo negro, se quema junto con las papeletas un cartucho que contiene perclorato de potasio, antraceno (el componente del alquitrán de hulla) y azufre. Para el humo blanco, se quema junto con las papeletas un cartucho de clorato de potasio, lactosa y resina de cloroformo.
También se repican campanas para señalar la elección de un papa con mayor claridad.
El nuevo papa es presentado desde la logia que da a la Plaza de San Pedro con las palabras: “¡Habemus Papam!” (en latín “¡Tenemos Papa!”) y el nombre papal elegido.
Luego emerge el nuevo papa y da su primera bendición.