La violencia contra las mujeres no da tregua en México y es que este año se han registrado cifras históricas. Según datos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), hasta abril de 2022 se tenía el registro de 748 mujeres desaparecidas, la mayoría del Estado de México, la Ciudad de México y Morelos.
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Por su parte, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) informó que las cifas de trata de personas en México se incrementaron en un 39.7% en los cuatro últimos años. La mayoría de las víctimas son niñas y mujeres de entre 12 y 35 años, principalmente de los estados mexicanos de Oaxaca, Tlaxcala, Guerrero, San Luis Potosí y Chiapas.
Tan sólo en junio se registraron 89 feminicidios, la cifra más alta del 2022. La cifra también aumentó a comparación de mayo, cuando se reportaron 84 casos.
Pero mientras que las cifras van en aumento, las autoridades siguen sin tomar acción y la sociedad es cada vez más indolente.
Eso sí, ante los casos de violencia parece que la víctima tiene más la culpa que los agresores. Nunca hay detenidos ni sanciones pero si más mujeres a las que pierden la vida en circunstacias violentas “misteriosas”, ocasionadas por ellas mismas.
En abril, Debanhi Escobar fue reportada como desaparecida entre el 8 y 9 de abril en el municipio de Escobedo, Nuevo León. Fue hallada muerta el 22 de abril en un pozo ubicado en el motel Nueva Castilla de la ciudad, a tan sólo unos pasos de la última vez donde fue vista con vida.
La joven de 18 años acudió a una fiesta en una Quinta con dos amigas pero éstas la dejaron con un “contacto de confianza” que la regresaría a su casa, algo que nunca sucedió.
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La fiesta fue la excusa perfecta para culparla de su muerte y es que las primeras conclusiones de las autoridades decían que se encontraba en mal estado, lo que la llevó a caer “por accidente” en la cisterna donde su cuerpo fue encontrado.
Su padre, Mario Escobar no se quedó conforme con ello por lo que solicitó dos nuevas necropsias en las que se encontró que habría sido violentada antes de morir. Aún así, no hay sospechosos y mucho menos detenidos.
Ese mismo mes se dio a conocer el caso de Yolanda Martínez, quien salió de casa en busca de trabajo el jueves 31 de marzo y no volvió. De inmediato, su padre, Gerardo Martínez inició una incansable búsqueda sin apoyo de nadie.
La desaparición de Debanhi ayudó a que la sociedad se movilizara para iniciar una campaña de búsqueda; 39 días después, el cuerpo de la joven de 26 años fue encontrado a unos 30 kilómetros de la zona donde desapareció.
Las autoridades detallaron que junto a ella había frascos de veneno y un vaso de unicel con un mensaje de despedida escrito a mano en el que se lee: “Te amo negrito. Ya me voy, te voy a extrañar. Márcame guapo”. ¿La conclusión? Que Yolanda se habría suicidado.
Al igual que Mario Escobar, Gerardo Martínez, padre de Yolanda no quedó conforme con los resultados. Ahora ha informado que la muerte de su hija ya es manejada por la Fiscalía de Justicia de Nuevo León como feminicidio. Pero han pasado tres meses y tampoco hay detenidos.
El 16 de julio Luz Raquel Padilla fue rociada con dos galones de alcohol para después ser quemada viva; murió tres días después. Tenía meses denunciando a sus vecinos por agresiones, incluyendo unas pintas en los pasillos hacia su departamento en las que se leía “te voy a quemar viva”, pero nadie le hizo caso.
Aunque las autoridades de Jalisco aceptaron que sí tenían las denuncias (que nunca atendieron “por falta de pruebas”) y que investigarían el caso bajo el protocolo de feminicidio, dieron un giro indignante.
El 21 de julio, el fiscal del Estado de Jalisco, Joaquín Méndez, afirmó que la víctima compró el encendedor y el alcohol con el que fue quemada, es decir que fue una autoagresión. Asímismo presentó imágenes donde se observa supuestamente a la mujer manipulando las cámaras de vigilancia ubicadas en los pasillos del edificio donde vivía y que ella fue quien violentó al vecino que ahora está detenido.