Una niña de 11 años de edad al ver que le disparaban a su amiga frente a sus ojos dentro de su salón de clases, le contó a su tía que entró en “modo de supervivencia” al mancharse de sangre de una de las víctimas y fingir ser asesinada por el tirador de Uvalde.
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Así fue como Miah Cerrillo, logró convencer a Salvador Rolando Ramos, el joven de 18 años que mató a 19 niños de quinto grado y a dos profesoras en días pasados, Eva Mireles e Irma García.
Blanca Rivera, expresó a la estación KPRC que su sobrina le dijo: “vio a su amiga llena de sangre, y ella se puso esta sangre” para sobrevivir y, antes de fingir su muerte, la pequeña pensó en tomar el teléfono de su maestra asesinada y pedir ayuda al 911.
Miah fue una de las sobrevivientes a uno de los peores tiroteos en escuelas de la historia registrados en Estados Unidos, sin embargo, su familia asegura que esta catastrófica experiencia la dejó marcada con secuelas psicológicas.
Por su parte, Blanca, reveló que la noche tras el tiroteo, la madre de la pequeña de 11 años le llamó para decirle que Miah estaba teniendo un “ataque de pánico”, pues cabe señalar que le quedaron fragmentos de bala en la espalda.
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La masacre cobró la vida de 21 personas y la polícia tuvo que dispararle a Salvador Ramos, quien se encontraba atrincherado dentro de un salón, luego de ejecutar a los niños de la primaria durante 40 minutos, mientras los padres de los menores se encontraban afuera desesperados.
¿Qué hicieron los padres de Miah Cerrillo tras enterarse de este incidente?
Miguel Cerillo, padre de Miah, le aseguró al Whashington Post que al enterarse de esta trágica noticia, solo corrió hacía la escuela ubicada en Uvalde, un lugar situado cerca de la frontera de Estados Unidos con México.
La niña fue rescatada por la polícia en un autobús escolar y trasladada a un hospital local; presentaba desgarros en la piel, mientras que su cabello se encontraba quemado por los impactos de las balas.
Al reunirse con Miah, su padre escuchó los hechos que presenció en aquel salón de clases y le dijo que vio como le dispararon a su profesora Eva Mireles, mientras sostenía su teléfono y que ella más tarde usaría para pedir auxilio.