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De “Juana la Loca” al nulo apoyo económico: las barreras simbólicas y materiales que tienen las mujeres candidatas en Colombia

En pleno siglo XXI se sigue tratando de menoscabar a las mujeres con las viejas violencias simbólicas de siempre. Colombia no es una excepción.

Al ver lo que hizo Ingrid Betancourt, precandidata presidencial, con sus antiguas alianzas, a un nada ingenioso periodista se le ocurrió apelar a la violencia simbólica más vieja del mundo contra una mujer que no hace lo que se espera de ella : histerizarla y apelar a su sanidad mental como una gran manera de invalidarla. Y no pudo ser mejor el ejemplo que apelar a una figura histórica que fue apartada del poder precisamente porque hicieron esto con ella, como la infortunada reina Juana de Castilla, “la loca”, manipulada y encerrada por su padre, hijo y marido por ser un estorbo para sus propias ambiciones.

Pero actualmente, en la política, no hay mucha diferencia con las reinas renacentistas. Y pasa en todos lados: Hillary Clinton fue objeto de violencias indecibles por su candidatura. También es célebre el episodio en el que Megyn Kelly, reportera de Fox News, tuvo que ver cómo sus fotos en Maxim y su periodo eran tema de discusión nacional cuando Trump se alzaba como la voz más fuerte dentro del partido Republicano, tal como se vio en la película “Bombshell” (2019) . Este la trató de “rubia tonta”, entre otros epítetos, solo por ella cuestionarle su misoginia.

Y por supuesto, en Colombia, que un líder de opinión con una plataforma de miles de seguidores no cuestione e insista en la actitud machista más antigua del mundo, a pesar de explicársele por qué está mal, dice todo sobre cómo la cultura castiga a las mujeres hasta en el mínimo detalle. Sobre todo, si van a lanzarse a la política. O están “histéricas” (es lo que dicen de mujeres como Juanita Cataño) , o son “malas”, o su vida personal (como le pasó a la periodista Paola Ochoa, antigua fórmula vicepresidencial de Rodolfo Hernández) debe ser sometida a un escrutinio que definitivamente a un político hombre aquí se le perdona más.

El sexo, el cuerpo, la maternidad, las palabras, el tono (a Claudia López la trataban de “loca gritona” por su estilo de oratoria y no la bajan de “grosera” en muchas de sus intervenciones), todo, absolutamente todo es fiscalizado, porque para obtener el poder hay que ser una perfecta Barbie complaciente e irónicamente, al mismo tiempo, quitarse todos los atributos “totalmente femeninos”, como un cliché, para masculinizarse. Que lo diga Angela Merkel, para comenzar.

“Las mujeres siempre tenemos que estar fiscalizadas en cuanto a nuestra apariencia. Y hay formas profesionales y no profesionales, aceptadas y no aceptadas de cómo las mujeres pueden entrar al discurso público del poder, en donde de hecho hay que asumir una estética que viene de los hombres. Al único candidato que le han hecho esto es a Petro, por lo que estoy pensando que los únicos exentos de esto son los hombres blancos cisgénero, hétero y con poder. Nadie cuestiona el reloj que usa Fajardo, porque este tipo de hombres no necesitan revalidar nada para tener el poder”, le explica a PUBLIMETRO la feminista, periodista y directora de la revista Volcánicas, Catalina Ruiz- Navarro. “Cada vez que una mujer se sale del rol impuesto por el patriarcado, hay un castigo social que viene por parte de la misoginia. Entonces las mujeres que sí cumplen con el patriarcado van a recibir felicitaciones y aplausos, pero al contrario ,recibirá insultos misóginos, y si es feminista, representa doble peligro y por ende, doble castigo”, expresa Ruiz- Navarro, explicando este doble rasero cultural. Y siendo mujer, la carga biológica y su peso social también cuentan, porque al ser aún validada como madre, también es cuestionada por esta elección y de maneras que incluso afectan el bienestar y la salud mental de las candidatas, como pasó con Paola Ochoa.

“La maternidad y el sexo siempre serán un tema en la política, porque son vistas como las partes más importantes y especiales de una mujer. Entonces a las políticas les preguntan cómo balancean su trabajo con la maternidad, cosa que no pasa con los candidatos varones, porque ya tienen otras mujeres en sus vidas que resuelven estos problemas. Esto debería ser un tema, porque hay una desigualdad muy grande, ya que la política es un pago que se hace por la maternidad. La maternidad es una penitencia que se paga por algo que debería ser lo contrario: cada hijo que tenemos es un votante y ciudadano. Y también debemos preguntarnos sobre las paternidades de los políticos, porque a las mujeres se les cuestiona mucho que si no son buenas madres, no son buenas servidoras públicas. ¿Y qué pasa con los hombres? “, se cuestiona Ruiz- Navarro.

Barreras en lo fundamental

La respuesta es: nada. Incluso pueden seguir gozando de sus privilegios en lo económico. Candidatas como Francia Márquez tuvieron que ponerle una tutela debido a la dificultad para acceder a los recursos de los anticipos el CNE. Es más, ni siquiera tiene esquema de seguridad o un vehículo para movilizarse. Esto mismo está denunciando el movimiento político de mujeres Estamos Listas, que ha crecido en popularidad en redes sociales y engloba a mujeres candidatas de diversas procedencias.

Una de sus voceras y cabeza de lista al Senado, Elizabeth Giraldo Giraldo, y candidata al senado, también señala al Consejo Nacional Electoral porque esto hace que no se tengan garantías para una contienda igualitaria. “No está una de las garantías fundamentales, el financiamiento. Y a una semana de las elecciones, el CNE sigue sin darnos respuesta. Se nos sigue menoscabando simbólicamente y materialmente, porque este es un gesto de que no tenemos garantías, y que no hay un voto libre e informado que sea viable y que pueda conocer estas candidaturas feministas.Y es muy difícil estar en la contienda así, con los grupos tradicionales y el financiamiento tradicional. Muestran que los que tienen las maquinarias son los que pueden seguir haciendo política”, le expresa a PUBLIMETRO.

A las mujeres de “Estamos Listas”, también les dicen que “dividen el voto”, entre otros adjetivos descalificativos. “Los representantes de movimientos progresistas y de centro suelen decir esto. Asimismo, es terrible ver cómo hay fuerzas políticas en contra de nuestros derechos y esto es grave. No buscamos centrarnos solo en las redes: son hostiles ante la participación política de las mujeres y feministas. Pero aún así, nos mantenemos claras y organizadas. Y hemos visto también cómo las mujeres jóvenes expresan la credibilidad por el proyecto. Esto nos sostiene, porque somos una plataforma pertinente para el país”, expresa Giraldo.

Por ahora, largo es el camino y enormes los obstáculos que tienen que enfrentar las mujeres en política. Los mismos zarzos espinosos, esos que aún las instrumentalizan para su conveniencia y las silencian en muchos otros casos. Pero quienes han abierto el camino no se rinden.

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