No, no todas las mujeres que usan velo necesitan ser salvadas.
En el mundo hay 50 países con mayoría musulmana, sin contar las comunidades migrantes en países donde hay otros credos. El limitado velo occidental sobre el atuendo de las musulmanas
También hay distintos tipos de vestimenta en estos países así como distintos contextos socioeconómicos y sociales donde se usan estos atuendos.
No es lo mismo usar, por ejemplo, la vestimenta islámica en países como Arabia Saudita o Afganistán o Irán- donde te encarcelan por no usarla- que en Malasia.
O al ser una migrante en Francia, o Estados Unidos.
Sí, el uso del velo islámico juega en dinámicas complejas, particulares y que van más allá del relato occidental de la opresión.
El limitado velo occidental sobre el atuendo de las musulmanas
Uno que ha resurgido con la regreso al poder de los talibanes en Afganistán, donde han violado cada uno de los derechos existentes de las mujeres. Y en el que también hay que contar las historias detrás de las imágenes.
Esto ha pasado, por ejemplo, con la reviralización de la obra “Madre, hija y muñeca” de la fotógrafa yemení Boushra Almutawakel.
La fotógrafa está molesta, porque su obra que critica la misoginia del extremismo en su religión se está tomando como una excusa para la islamofobia.
También, para negar la agencia de millones de mujeres que son practicantes del Islam y han readaptado el uso del velo y atuendo islámico a su contexto particular.
El limitado velo occidental sobre el atuendo de las musulmanas
“Algunas personas en Occidente ven a una mujer con velo e inmediatamente asumen que está oprimida y necesita ser salvada.»
«Pero no todas las mujeres que usan el hiyab están oprimidas. Y no estoy hablando por las mujeres afganas, sino por las yemeníes y por mí”.
Esto le dijo la fotógrafa a la BBC.
Pero el relato de opresión se ha popularizado.
En “Sex and the City 2”, por ejemplo, las árabes eran “salvadas” por la moda occidental.
En “Elite”, Nadia, la musulmana, se “libera” y conquista su libertad al quitarse su atuendo. Y esto sigue enquistado en un profundo relato racista y colonial
Velando y ocultando un mundo de grises
“Es una larga historia. Se habla del relato de opresión occidental desde las Cruzadas hasta la época colonial, donde hay una narrativa bastante complicada.»
«Y esto choca con el discurso de ‘civilización’ de Europa, que a pesar de todo el ejercimiento de su poder colonial tenía espacios vedados, entre ellos, el femenino».
«Allí se comenzó a leer este espacio de género de una manera en que las mujeres eran prisioneras y fue obsesivo en este discurso europeo, así como en el de Estados Unidos”.
Esto le explica a Metro la doctora Anna-Mari Almila, Research Fellow en Sociología de Moda del London College of Fashion.
Y el relato ha sido tan enquistado incluso en contextos migratorios.
En países como Francia fue prohibitivo el uso del velo y en varios países europeos cubrirse la cara en público da para multas.
El limitado velo occidental sobre el atuendo de las musulmanas
Entonces, para algunas mujeres que viven en comunidades minoritarias, su uso pasa por varias interseccionalidades: resistencia, adaptación a la cultura huésped y una forma también de construir identidad.
“Aunque yo sería muy cuidadosa con este término, porque primero que todo, se puede expresar: ¿resistencia ante qué? La resistencia puede ser un tipo de reacción ante años de racismo y discriminación, pero también puede ser una resistencia ante tu propia comunidad. Así, hay una generación más joven de mujeres que han leído sobre su propia religión y de esta manera replantean el uso del hijab. Hay bastantes formas de resistencia”, expresa la experta, que ve también cómo incluso el hijab solo es parte de una cotidianidad cultural, sin desconocer los contextos en los que hay control político y del cuerpo como Arabia Saudita o el propio Afganistán.
Ahora bien: otras mujeres musulmanas que usan el atuendo islámico oscilan entre la moda, el capitalismo y subvierten los conceptos como liberación a través de la expresión del cuerpo y cómo se cubre.
Moda, cuerpo y capitalismo
Según un reporte de 2019 de Grand View Research, para 2025 el mercado de moda modesta alcanzará ganancias de más de 88 mil millones de dólares a nivel mundial. Ya con Semanas de Moda y líneas pioneras como la de Dolce & Gabbana en 2016 o H&M y otros retailers masivos, revistas y modelos con hijab, la moda occidental y creadores de los países donde viven mercados nada despreciables de consumidoras islámicas han forjado una industria.
El limitado velo occidental sobre el atuendo de las musulmanas
Y ahí también se añade el poderío de las redes sociales, donde hay influencers, tiktokers y blogueras de moda islámica (como Fashion with Faith y Hanna Tajima, entre otras) que reevalúan a través de la moda su propia herencia religiosa y cultural, que construyen con orgullo.
Ahora, hay otra narrativa dentro de estas intersecciones: hay mujeres que se cubren para ir en contra de la sexualización del cuerpo femenino.
“El moralismo sigue haciendo de las mujeres un blanco. Un cuerpo femenino expuesto es un asunto político. Así que esto funciona en doble vía, porque también se debe ver el contexto donde el atuendo es usado y en qué comunidad y qué vías de control se tiene ante él. Pero cuando la mujer tiene la libertad de elegir su vestido, este se puede convertir en un símbolo para reivindicar los derechos de las mujeres, sin importar cuál sea, específicamente”, expresa Anna-Mari Almila.
2 preguntas a…
Heather Akou, historiadora de moda y experta en moda e Islam
P: ¿Cómo surge el relato del atuendo islámico como opresor de las mujeres?
–También es propaganda. Un buen ejemplo de esto es cuando Francia colonizó Argelia. Su propaganda era “las mujeres están oprimidas, debemos liberarlas, hay que descubrirlas, es terrible que se vistan así”. Incluso Francia hoy en día tiene esa misma perspectiva y esto ha pervivido por décadas. Y al destruir la cultura de Argelia hay que narrar cómo el vestido es opresivo en vez de enfocarse en esto.
Lo mismo ha pasado con Estados Unidos. Si tratas de instaurar otro régimen debes “romper” la cultura del país ocupado. Y es romper esa idea en vez de preguntarse qué historia hay detrás.
Lo curioso es que países como Arabia Saudita también tienen el atuendo como imposición, pero en países específicos donde se puede hacer la guerra se enfatiza en el señalamiento. Arabia Saudita no es uno de ellos.
P: La idea de opresión también parte de la liberación de la exposición occidental.
–Esto lo veo con mis estudiantes, que muestran cómo pueden ser libres de mostrar su cuerpo y expresar quiénes son. Estoy de acuerdo con ellas, y si es liberador, hazlo.
Pero para mí y muchas musulmanas, vestir y cubrirnos es para mostrar que no todos tienen derecho a ver mi cuerpo. Y es liberador. He recibido comentarios ajenos sobre mi apariencia. Y cubrirme es decir “no es asunto tuyo”.