La sorpresiva salida de Simone Biles de las finales de gimnasia en Tokio 2020 sigue dando de qué hablar. La medallista no sólo puso abrió el debate sobre la importancia de cuidar la salud mental a la par de la física en el deporte, sino que además ha dado lecciones sobre la complicidad entre mujeres.
Históricamente, las mujeres ha tenido menos oportunidades que los hombres en el mundo del deporte. Sin embargo, las mismas atletas han luchado por derribar esas barreras y Tokio 2020 se ha convertido en la oportunidad perfecta para dar pasos agigantados hacia el cambio.
Simone decidió retirarse porque las cosas simplemente no se sentían bien. Ella ejecutó sus rutinas hasta el final pero lo que ante los ojos del mundo parecía perfecto, para ella estaba siendo una pesadilla.
Un día antes, la gimnasta escribió en su cuenta de Instagram que sentía “el peso del mundo sobre sus hombros”. Sabía que necesitaba un descanso pero quizá en su mente, estaba librando una batalla contra el miedo a defraudar a todos.
Finalmente hizo el anuncio: «tengo que hacer lo que es correcto para mí y concentrarme en mi salud mental y no poner en peligro mi bienestar», dijo.
Pero Simone se quedó para apoyar a sus compañeras e incluso para alentar a sus rivales, dejando imágenes que han inspirado al mundo.
La deportista estuvo en la tribuna, nerviosa y emocionada ante las hazañas de las otras competidoras. Fue así como celebró la rutina de la brasileña Rebeca Andrade en las barras asimétricas, quien se llevó la plata; y aplaudió el oro de Sunisa Lee, su compañera de Estados Unidos.
Simone dejó claro el valor del trabajo en equipo, la resiliencia y el apoyo a otras mujeres.
Los olímpicos de Tokio 2020 no son la primera vez que la gimnasta se muestra efusiva con otras atletas. Ella siempre ha reconocido el esfuerzo de sus compañeras y rivales.
Constantemente se nos ha enseñado a ser competitivas entre nosotras, porque hay una gran escasez de puestos de trabajo en la cima. Pero está claro que esa estrategia no funciona.
Es momento de entender el poder de apoyarnos entre nosotras en lugar de esperar a que la otra otra caiga para sentir que triunfamos.
Necesitamos revertir el estereotipo de que las mujeres fuertes no apoyan a otras porque la realidad es que somos mejores cuando trabajamos juntas.
Una mujer fuerte también quiere ver a otras triunfar
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, las atletas ya están marcando una diferencia, incluso las más jóvenes como Rayssa Leal, quien durante el debut del skateboarding en los Juegos Olímpicos dio muestras de su gran fortaleza.
A sus 13 años, Rayssa se ha convertido en la primer mujer en recibir una medalla de plata en dicha competencia. Las imágenes de esta atleta abrazando y dando ánimos a sus compañeras brasileñas emocionaron a todos pero la verdadera muestra de girl power lo dio cuando no se contuvo para felicitar a su rival, la japonesa Momiji Nishiya.
Las mujeres en la historia han luchado incansablemente por los derechos y la igualdad de género, por dejar de ser consideradas inferiores. Cada vez que nos menospreciarnos, damos un paso atrás.
En cambio, cuando trabajamos juntas podemos derribar estructuras que han perpetuado la desigualdad.
Aprendamos de todas esas atletas abrazándose, dándose ánimos a través de redes sociales y celebrando sus triunfos a pesar de que están compitiendo la una con la otra por una medalla.
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