Las mujeres en la historia han luchado incansablemente por derribar las barreras de género en el mundo del deporte y demostrar que son mucho más que «caras bonitas» o «cuerpos delicados».
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Las atletas han dado poderosas muestras de entrega, fuerza, trabajo en equipo y convicción en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Entre niñas de 13 años que están ganando medallas en competencias que eran consideradas «cosas de niños» y gimnastas alzando la voz a favor del cuidado de la salud mental, los deportes están dando un giro inesperado pero muy necesario.
Si de algo debemos estar orgullosas también es de la muestra que están dando sobre la diversidad de los cuerpos, en la que ni la talla ni la forma definen el valor.
Durante años, se ha buscado resaltar el físico de las atletas pero no en un sentido de admiración ante la dedicación sino porque buscan aquellos cuerpos que atrapen miradas y vendan.
Hoy las atletas están rompiendo con esa idea absurda sobre tener cierto tipo de cuerpo para triunfar.
Aunque aún queda mucho camino por recorrer, las atletas nos están dando grandes lecciones sobre los diferentes cuerpos que existen y que ninguna talla o forma definen qué tan lejos pueden llegar.
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Mujeres reales con cuerpos reales
Alexa Moreno, gimnasta olímpica mexicana, no ha tenido un camino fácil pues los prejuicios de la sociedad la convirtieron en blanco de críticas y burlas por su cuerpo robusto. A pesar de todo, ella se mostró inquebrantable, con la mirada fija en sus metas.
Como Alexa, muchas atletas olímpicas son sometidas a burlas y comentarios gordofóbicos porque sus cuerpos no se ajustan a lo que nos han hecho creer como “saludable” o “en forma”.
Quienes sólo observan, creen tener el derecho a señalar sus cuerpos como si fuesen un espectáculo pero olvidan que eetrás de cada uno de esos cuerpos hay un entrenamiento, un esfuerzo y una dedicación exhaustiva para llegar hasta donde están.
No existe un “cuerpo ideal”
Desde niñas, las mujeres hemos sido sometidas a la presión de vernos siempre perfectas para gustarle al mundo, generando inseguridades a lo largo de nuestra vida.
Nuestro valor no depende de una talla o los números que marque la bácula. Es momento de dejar de pensar que tenemos que tener cierta forma para gustarle al mundo.
Ser delgada o de tamaño cero nunca debe considerarse el estándar de oro para ser hermoso. Cada tipo y forma de cuerpo es diferente y tiene su propio equilibrio. Al igual que todos los colores y tonos de piel son atractivos a su manera. ¿Por qué juzgarlos? ¿por qué hacer unos menos que otros?
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