La prensa y la cultura fueron crueles hace dos décadas con ellas. Esto las afectó en su imagen, en su vida personal y representación. Gracias al #MeToo, su lucha y otras que las apoyaron, así ganaron contra un establecimiento que casi las destruyó.
Luz Lancheros, MWN
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El punto, quizás, más bajo de la misoginia contra una celebridad femenina se vio en 2008: en ese entonces, el bloguero Pérez Hilton –uno de los primeros comunicadores web de entretenimiento– vendió camisetas donde decía que prefería que Britney Spears se muriera en vez de Heath Ledger, que luego de su aclamado y consumidor papel del “Joker” había muerto por sobredosis de medicamentos. Britney, Paris y Lindsay: cómo se reivindicaron de la misoginia los íconos de 2000
Hilton, que se había bautizado por otra figura igual de maltratada en aquellos años, Paris Hilton, obtuvo espacios en la prensa online (de la que luego tomaría el trono TMZ) por dibujar sobre las celebridades y ostentar su crueldad, de la que hoy se arrepiente.
Pero eso era normalizado en aquellos años: Joan Rivers destrozaba sin piedad, haciendo comentarios ofensivos , a los looks de las celebridades en Fashion Police. Las estrellas de cine femeninas eran señaladas por su peso, ya que el ideal era talla cero y era común ver el imaginario de la misma Hilton, Lindsay Lohan y de Britney Spears como mujeres “depravadas”.
Ver a una mujer cayendo en desgracia y ser fotografiada (tal y como le pasó a la propia Hilton al ir a la cárcel en 2011) vendía clicks y medios en impresos estaba normalizado. También verlas mostrando piel, por supuesto, pero solo a las “atractivas”, como mostraba el programa “Wild On”. Y era común crear narrativas donde ellas fueran las únicas culpables por hacer lo que han hecho los hombres en el star system, así fuera un accidente, como lo que le pasó a Janet Jackson y a su desafortunado pezón descubierto por Justin Timberlake en el Super Bowl 2004.
Britney, Paris y Lindsay: cómo se reivindicaron de la misoginia los íconos de 2000
<p><em>«<strong>El movimiento #MeToo abre esa conversación sobre la concepción del deber ser femenino: de que toda mujer debe tener todo bajo control y no se puede equivocar, porque si da un paso en falso, todos se le vienen encima. Britney tenía solo 27 años y tenía encima toda esa presión, así como Paris 21 años cuando salta a la palestra pública y la redujeron a ser solo una chica tonta</strong>«</em></p>
Cosa distinta pasaba con los hombres: ni los novios de Paris Hilton ni Kim Kardashian, que fueron los que distribuyeron imágenes sexuales sin su permiso, ni mucho menos Timberlake o Kevin Federline, fueron culpados, criticados o humillados: mientras Paris Hilton era protagonista de grotescas parodias en Celebrity Deathmatch tal y en South Park, y Britney Spears y Lindsay Lohan era caricaturizadas en Starveillance, y mientras Janet Jackson era arrinconada al ostracismo mediático; los hombres pasaban en limpio.
Esto cambió años después: el sistema trató de hacerle lo mismo a Miley Cyrus cuando hizo twerking con Robin Thicke en los VMAS de 2013, pero ella fue la primera estrella que se defendió y el tiempo le dio la razón. El #MeToo comenzó a revisar toda esa narrativa misógina hacia las celebridades femeninas y ellas también comenzaron a pelear de vuelta, cuestionando las preguntas sexistas que solían hacerles. Y ahora, con documentales como “Framing Britney Spears”, se ve cómo no solo se ignoró el estado de Britney Spears en esos años, sino cómo se le explotó siendo muy joven y se le sexualizó para luego ignorar su salud mental y controlar y hasta mercantilizar su narrativa. Algo que le pasó a Paris Hilton desde sus tempranos veintes, cuando hizo el reality “The Simple Life” y su video sexual se vendía como pan caliente y cómo se condenó su amistad.
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Hilton reveló cómo construyó ese personaje con el que vendió perfumes y luego bolsos, pero que caló tanto en la imaginería popular, hasta el punto de que Pink la “destrozó” en su video “Stupid Girls”. Pero lejos de ser estúpida, tal y como muestra su documental, Hilton creó este personaje debido a los abusos que sufrió en el internado en el que la metieron sus padres y así construyó su emporio, ignorando cada ataque, tanto como Britney y Lindsay Lohan, que fue la única señalada por publicar una lista con los hombres de Hollywood con los que durmió.
Hubo casos más graves: a Anna Nicole Smith esa continua exhibición, de la que E! hizo un reality, le terminó costando la vida en 2007, luego de convertirla en una figura grotesca y representación simbólica máxima de una estrella sexualizada y en decadencia. Y por ese mismo camino iban Mischa Barton (a quien sí hicieron pedazos) y otras estrellas juveniles que si no se sexualizaban o eran exhibidas continuamente, tenían que replegarse totalmente para que no lo hicieran sin su consentimiento, como lo aprendió, por ejemplo, Natalie Portman desde que era pequeña o Mara Wilson, protagonista de “Matilda”, a quien le llegaban propuestas inapropiadas solo siendo una actriz infantil y quien narró cómo se permitió que esto pasara en The New York Times a propósito del documental de Britney.
“ El movimiento Free Britney y del documental de ella abren la posibilidad al mundo de ver más allá de lo que los medios mostraron. El mundo ha cambiado en temas de género y salud mental. En el momento en que Britney tiene esa crisis (su divorcio, depresión posparto y un breakdown que culmina con ella rapándose la cabeza y atacando a los paparazzis que no la dejaron en paz) la gente no tenía conciencia de ello y había mucha especulación. El movimiento #MeToo abre esa conversación sobre la concepción del deber ser femenino: de que toda mujer debe tener todo bajo control y no se puede equivocar, porque si da un paso en falso, todos se le vienen encima. Britney tenía solo 27 años y tenía encima toda esa presión, así como Paris 21 años cuando salta a la palestra pública y la redujeron a ser solo una chica tonta. Ahora bien, el movimiento también muestra lo que soportaron las mujeres y deja ver que cuando le pasa algo a la mujer, ella es la culpable: es la culpa de Eva por tentar a Adán. La culpa es de Janet Jackson y no es de Justin Timberlake, porque si fue un accidente, la que pagó las consecuencias fue ella y Timberlake no pagó nada. En los últimos años, por esta razón, el feminismo ha ayudado a reevaluar esa misoginia interiorizada”, explica a Metro la historiadora de moda y género y experta en cultura pop, Lilo Peñuela González.
Por supuesto, aún existe –y muy poca– toma de responsabilidad. Si bien muchos medios se disculparon con Britney Spears por cómo la narraron en aquellos años (incluso E! tuvo que disculparse en Instagram y de manera pública con Miley Cyrus). Otras disculpas, como la de Justin Timberlake sonaron oportunistas. Pero, al menos, con este cambio de milenio, sabremos que nunca más se venderán camisetas con la desgracia de una celebridad femenina. Y que aquellos que han salido impunes poco a poco pierden sus espacios de poder sobre las mujeres, que recuperan su propia narrativa.
Los íconos de 2000 más vapuleados por la prensa
Britney Spears
En su breakdown de 2007, hubo medios que incluso esperaron y apostaron por su muerte. Perez Hilton vendió camisetas que decían que prefería que hubiese muerto ella en vez de Heath Ledger. Es la segunda figura del siglo XX al XXI en ser tan fotografiada como la princesa Diana. “Framing Britney Spears” y el movimiento #FreeBritney, iniciado por sus fans, le han dado su reivindicación.
Paris Hilton
Se creó la imagen de socialité tonta debido a su exitoso reality “The Simple Life” y fue atacada de manera pública por su actuar y comportamiento. Su video “A Night With Paris” fue el que la hizo saltar a la fama tan solo con 21 años. Hicieron parodias de ella en South Park y Celebrity Deathmatch. En 2011 llegó su punto más bajo, cuando estuvo 90 días en la cárcel y fue fotografiada llorando. Desde ahí, se enfocó en su imperio y reveló en su documental “This Is Paris” cómo construyó su personaje debido a los abusos que sufrió en un internado contra el que testificó hace poco.
Lindsay Lohan
Sus problemas con alcohol y drogas vendieron bastantes tabloides en los 2000. Era común verla con Paris Hilton y Britney Spears, creando ese relato de «mujeres fuera de control» . Cuando publicó la lista con los hombres con quienes se acostó, esto enfatizó más su relato de estrella en decadencia y fue bastante perseguida por los medios por sus escándalos legales y profesionales. Tuvo una relación desastrosa con su madre, aireada por los prensa, que ihzo un festín con ella. Ahora vive en Dubai y tiene una vida mucho mejor que la que ostentaba en Hollywood.
Mischa Barton
La estrella de “The O.C”, la inolvidable Marissa Cooper, protagonizó una caída en picada frente a los medios a todo lo que da. En 2007 se supo de su ingreso a rehabilitación por problemas mentales y de adicción, ese mismo año fue detenida por conducir ebria y en 2009 fue hospitalizada. Su peso y su destructiva adicción, así como su pésima relación con su madre fueron comidilla de los medios. En 2019 fue fichada en “The Hills”.
Anna Nicole Smith
La ex conejita playboy, viuda de un millonario de Texas del que no recibió un centavo, ya tenía una vida turbulenta y una personalidad lo suficientemente escandalosa para no ser aprovechada por la televisión, luego de que los medios hicieran fiestas con sus cambios de peso, acciones y declaraciones. En “The Anna Nicole Show” se le puede ver siendo ella misma y sin ninguna ayuda por su entorno: intoxicada, con comportamientos erráticos, mostrando su extravagancia… todo eso terminó cuando murió por sobredosis de medicamentos en 2007 y la custodia de su hija póstuma y su funeral fueron tan polémicos como su vida.
Tara Reid
Protagonista de comedias como “American Pie” y “Josie and the Pussycats”, cayó en el olvido y fue carne de tabloides y revistas por su anorexia y alcoholismo, padecimientos de los que le costó recuperarse. Fue ingresada en 2008 a rehabilitación y ahora es CEO de una compañía de producción.
Jessica Simpson
Su peso, sus frases no tan brillantes, su reality de su primer matrimonio y sus pobres incursiones en remakes fueron aprovechados por cantantes como “Pink” para ridiculizarla. Su vida personal e inteligencia también fueron objeto de burla en “Ligeramente Embarazada” (2008).