Ser única hizo que ella pagara un precio con la historia, a pesar de que ella escribió y pintó para la eternidad la suya. Y eso es lo que rescata el documental que NatGeo LATAM presentará este ocho de marzo.
Dos Fridas, la europea, pero sobre todo, la mestiza, la de la tehuana, la del mezcal, la de los amantes artistas y políticos, la de la tortuosa y compleja relación con Diego Rivera, la que pintó y condensó en sí misma y desde sí misma a un país inquietante, contrastante, violento y exuberante que es puro corazón y cuerpo. Frida Kahlo, la mujer artista más allá de sus imaginarios infinitos
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Ese que ella representó sangrante y torturado, son las que fascinan desde hace varios años a muchas mujeres y hombres que ven en su historia, obra y autenticidad un paradigma.
Uno que parece reproducirse – irónica posteridad- en películas, documentales, libros infantiles, labiales tan rojos como el Revlon que ella usaba, en zapatillas deportivas y… hasta en cafeteras.
Y, en la era digital, su obra y su imagen evocan un mundo a primera vista exótico, pero también muy suyo. Uno en el que hay que zambullirse una y otra vez a profundidad para entender su universalidad.
Frida Kahlo, la mujer artista más allá de sus imaginarios infinitos
Esta Frida, que es todas y ninguna, que es una imagen y otras más, es la que muestra el documental “Frida: Viva La Vida”, que se adentra en sus dualidades, que explora en su obra y que muestra material nunca antes visto por el público, en donde se revela cómo llegó a ser una mujer cuya autenticidad y vivencias, y cuya obra, por supuesto, cala en el alma de muchas personas que encuentran con ella puntos en común más de 60 años después de su muerte.
Metro entrevistó a su sobrina nieta, la fotógrafa y curadora Cristina Kahlo y a Hilda Truijillo, gestora cultural, ex directora de los Museos Frida Kahlo y Diego Rivera- Anahuacalli, sobre el documental.
Se han contado decenas de relatos de Frida. Aparece en Coco, en libros infantiles, en películas, en libros…¿qué tiene que contar este documental?
Cristina Kahlo (CK): Con Frida vemos el sufrimiento, emocional, físico, personal, en su relación con Diego Rivera. Pero insisto en que una de las grandes lecciones de Frida es la autenticidad y es lo que me gusta resaltar de ella porque lo fue en su vida y obra. Ahora, hay que estudiar más la obra, que está llena de contenido y símbolos. No irnos por la parte anecdótica.
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Por otro lado, todos estos productos son interpretaciones y es armar un rompecabezas, porque la vida de Frida fue tan diversa en tantas cuestiones, que contrasta también con el México de la época, que es imposible abarcarlo todo. Por eso el documental es interesante, porque da otras pistas de ella.
Hilda Trujillo (HT): Justamente, porque abrimos los archivos de la Casa Azul, cerrados por más de 50 años, y si bien esto se ha documentado en la prensa y en libros, este es el primer documental que aborda la apertura de los archivos, que son más de 1500 fotografías , 22 mil documentos, joyas, vestidos, obras de arte y que enriquecen lo previo y cambian la perspectiva.
Así, de esos documentos analizamos mucho mejor el contenido de su obra, y el contexto en el que ella vivió, y el documental cuenta esta historia también desde el punto de vista del México contemporáneo y que la hace más accesible a la gente y la pueden ver más íntimamente.
Esta narración también hila su vida y obra y vemos que esta última es dura: Frida se pinta llorando, incluso abortando y se muestra, por otro lado, a una mujer que vivía la vida, de ahí el título. Toda esta documentación cambia la historia y posiciona de nuevo su imaginario social y su identificación en tantas partes del mundo.
Además, que en su obra también vemos una representación de las reivindicaciones sociales de la última década de núcleos marginados como la discapacidad, la diversidad sexual, el empoderamiento de la mujer y el reconocimiento a las culturas indígenas, que ella también se apropia en su vida y en su apariencia.
<p><strong><em>“ A mi me llama la atención de la “Fridamanía” que a veces las mujeres imitando su apariencia creen ser ella y a partir de lo que he investigado, mi visión sobre ella y las mujeres es que su enseñanza es la autenticidad: no necesitas imitarla para tener un valor personal y destacar, hay que ser auténtico”</em> </strong></p>
— Cristina Kahlo, sobrina nieta de Frida Kahlo, curadora y fotógrafa.
¿En qué radica para ambas la universalidad de su obra y cómo se plasma eso en el documental?
CK: Un punto que para mí es muy es aterrizar a Frida a mujer, a persona. Con esta cuestión de la “Fridamanía”, pienso que se está convirtiendo en una especie de santa, de imagen en la cual ya se pierde la perspectiva de que fue una mujer de carne y hueso. Frida no fue la única mujer que sufrió, pero sí se ha convertido en una representante de las mujeres que han sufrido también sus desventuras y te puedes identificar con muchas facetas de su personalidad. Y el hecho de que se muestre así es interesante.
Ahora, tanto en su obra como en su vida personal es constante su dualidad, incluso el mestizaje (su padre era de Alemania, Guillermo Kahlo) y lo manifiesta en obras como “Las Dos Fridas”, con un vestido europeo y un traje de tehuana, con este retrato de Diego, el corazón abierto, etc. Esto nos muestra cómo Frida conocía los símbolos y por qué en su obra no eran fortuitos.
HT: Frida hizo mucho autorretrato, pero también pinta sus sentimientos a través de manchas de sangre, del colibrí muerto, del collar de espinas, o a ella misma como un venado herido.
A su vez, todas las vestimentas que usa en sus obras tienen que ver con momentos cruciales en su vida, sea posando vestida de hombre, o cuando se divorcia de Diego por este serle infiel con su hermana Cristina, cuando se hace el autorretrato de “Ahora que estoy pelona”, que está en el MOMA. Eso es lo que hace su obra tan original.
En el documental se hace la salvedad de que Frida no era feminista, que es precisamente uno de sus imaginarios más reproducidos. ¿Por qué?
CK: Cuando Graciela Iturbide dice esto en el documental, lo comparto. Fue una militante política, sí, pero no una feminista en los términos que conocemos ahora. Y esto viene porque de la primera biografía seria que se hace de ella, de Hayden Herrera, llegó a la comunidad chicana, originaria de la autora. Así, las feministas chicanas tomaron a Frida como un estandarte, pero esto es erróneo.
Fue muy femenina, pero también dependió económica y emocionalmente de los hombres, como fue el caso de Diego Rivera. Y aunque ella manifiesta que quiere independizarse, no vendía lo suficiente de su obra para mantenerse sola. Efectivamente, sí tenía muchas libertades y tenía una mentalidad muy abierta, pero yo no la podría encasillar dentro del feminismo, particularmente.
HT: Si bien es una artista representativa del arte actual, de las mujeres y las marginalidades sociales, le debaten su relación con Diego, que era un “macho”, por lo mujeriego, pero él impulsó a Frida a crear y ambos se apoyaron mutuamente.
Y en ese sentido Frida fue muy libre, siempre fue ella misma y no era una mujer sojuzgada por él. No era una mujer clásica feminista, pero era una mujer muy libre intelectualmente y siempre hizo lo que quiso.
<p> <strong><em> “En su obra también vemos una representación de las reivindicaciones sociales de la última década de núcleos marginados como la discapacidad, la diversidad sexual, el empoderamiento de la mujer y el reconocimiento a las culturas indígenas, que ella también se apropia en su vida y en su apariencia”</em></strong></p>
— Hilda Trujillo, gestora cultural, ex directora de los museos Frida Kahlo y Anahuacalli Diego Rivera
Uno de los elementos más reproducidos de Frida es su apariencia, que llega a convertirse en ícono pop y de moda (Vogue hizo una exposición de esto en 2014 llamada “Las Apariencias Engañan”) y de cierta manera inicia una industria a la que ella, en vida, le rehuía. ¿Cómo interpretar esto?
CK : Precisamente, en esta exposición de Vogue, donde se muestran sus vestidos, hay un dibujo de ella, pequeño, llamado “Las Apariencias Engañan”, que muestran cómo la vestimenta cubre el polio que usó y los corsés de yeso. Ella poco a poco se fue construyendo y tenía que usar ropa holgada para esto. Y, el vestuario mexicano, debido a esto, le viene perfecto.
Ella inventa este personaje y uno de los trajes más conocidos de Frida es de Juchitán de Zaragoza, pero ella combinaba prendas y accesorios de muchas partes y esto lo usa para su representación autobiográfica en su obra y también hace parte de su personalidad.
Y no sabemos si ella se viste así para la obra o se apropia de ese personaje que crea para la obra. Por otro lado, Frida se va dando cuenta de cómo fuera de México va llamando la atención por su forma de vestir y cómo se convierte en una mujer fascinante para ser fotografiada.
HT: Es algo desconcertante ver lo que hay alrededor de ella como fenómeno pop, pero la familia tiene el derecho de su nombre para comercializar su obra, pero hay otra forma de apropiación por parte de las comunidades indígenas y es que si bien Frida reinterpretó sus diseños y los llevó a su obra y vestimenta, hoy en día estas mismas comunidades la admiran mucho y toman mucho de ella.
También ves a muchos artistas populares vendiendo interpretaciones populares de Frida y para mí eso es muy bonito: el arte popular con ella va muy de la mano y lo que es México.
¿Cómo ven la figura de Frida en esta posteridad reflejada en el documental, donde Latinoamérica se puede ver en ella con sus contrastes, belleza, violencia, exuberancia?
CK: Frida llevaba una correspondencia tremenda con sus cercanos y su vida está redactada por ella y hay que investigar más su obra. Sí pienso que sería feminista actualmente. Ahora bien, sigo aprendiendo de ella, sobre todo en esta cuestión de ser auténtico.
A mi me llama la atención de la “Fridamanía” que a veces las mujeres imitando su apariencia creen ser ella y a partir de lo que he investigado, mi visión sobre ella y las mujeres es que su enseñanza es la autenticidad: no necesitas imitarla para tener un valor personal y destacar, hay que ser auténtico.
HT: Frida, luego de la Revolución Mexicana, confronta este mundo decimonónico y europeo al igual que los muralistas, que rescataron este sentido de la historia de nuestros antepasados y de nuestro arte popular.
Ella resume la riqueza de nuestra cultura y por eso toca sensibilidades de los países de Latinoamérica al interpretar personalmente este pasado y esta riqueza y es lo que ve la gente y la hace única.
Ahora bien, en México, para una parte de la élite intelectual ella es un lugar común sobrevalorado, otra parte la repele, pero también vemos que en México, como pasa en muchos países, las mujeres jóvenes, liberales, que luchan por la reivindicación de género, son las que más acuden a ver su obra. Y ella despierta en todas ellas admiración, inquietudes y representa, de muchas maneras, a la mujer actual, inquieta intelectualmente, de libre pensamiento y que aspira a la igualdad social.