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Ella es la primera egiptóloga ecuatoriana en llegar a la excavación de la tumba de un ministro de faraón

Paola Cartagena es una egiptóloga ecuatoriana que llegó a la excavación de la tumba del visir Amenhotep. Ella es la primera mujer del país con dicho título.

Desde los 8 años, Paola Cartagena supo que sueño en la vida era convertirse en egiptóloga. Su fascinación empezó cuando leía los libros de su padre acerca de esta fantástica cultura y fue adentrándose en este mundo gracias a las novelas históricas, descubrimientos, datos de culturas antiguas de griegos, romanos y egipcios, siendo esta última su favorita.

“Crecí con este conocimiento de los libros sobre Egipto, con piezas de museos que compraba cuando visitaba las colecciones de esta cultura y fue algo que me ha apasionado toda la vida”, cuenta.

Su inspiración y deseo por explorar todo este mundo aumentó cuando supo que existe la carrera de Egiptología, encargada de estudiar todas las ramas del Egipto Antiguo que incluye cultura, lenguaje, historia, arqueología. Es una ciencia enfocada en esta civilización. Lastimosamente esta formación profesional no existe en Ecuador  por lo que previamante Paola opta por estudiar Administración de Empresas, sin embargo, nunca se desprendió de la idea de conseguir este título en Egiptología.

Mientras ejercía en otras cosas, también comenzó a estudiar vía online en varias Universidades extranjeras como la Autónoma de Barcelona y la de Manchester (que la acreditó formalmente como Egiptóloga), además realizó pequeños cursos en Harvard.
Actualmente cursa su segundo año de Masterado, el primero en modo online a nivel mundial en la Universidad de Manchester, Reino unido, en el que desarrollará su tesis de investigación para obtener el título en este año.

Los sueños se cumplen

A sus 49 años, Paola se probó que podía perseguir sus sueños y no existe un límite de tiempo para conseguirlo. “Fue un verdadero reto para mi porque no tenía a mi alcance un museo o biblioteca con libros específicos sobre Egiptología y esto también me hizo sentir en desventaja con mis compañeros porque ellos tuvieron la oportunidad de estudiar en Europa y EEUU logrando unirse a varias sociedades de Egiptología, que hay varias en todo el mundo, y recibieron charlas, cursos previos sobre descubrimientos y otros aportes que forjaron sus conocimientos.

Este proyecto del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto (IEAE), Madrid-España, está dirigido por dos egiptólogos españoles: el Dr. Francisco MartinValentín y Teresa Bedman. La Tumba del Visir AmenHotep Huy está siendo excavada y restaurada desde el año 2009. Este año 2020 se lleva a cabo la XII Campaña. El Instituto tiene una trayectoria en el campo de la egiptología de mas de 30 años.

En una entrevista de National Geographic, los egiptólogos cuentan quién fue Amnehotep Huy. Se trata del visir del faraón Amenhotep III durante el último tercio de su reinado. Era originario del norte de Egipto y fue nombrado Visir del Sur. Vivió los acontecimientos del primer Jubileo Real o festival Sed (una ceremonia que se celebraba normalmente cada treinta años y que servía para renovar la energía vital del faraón) del faraón Amenhotep III en su año 30 de reinado, y representó en el mismo las ideas tradicionales en relación con los cortesanos y el dios Amón.

Es así que en octubre del año pasado el equipo elegido por los españoles partió hasta Egipto para cumplir con la campaña. ¿Te imaginas cómo es una excavación? Pues lo que se hace es iniciar muy temprano, tipo 5 de la mañana y se quedan hasta las 12 del día excavando la arena de cierto perímetro. Lo ideal es que se cumpla con este proceso en las mañanas porque el calor al medio día llega hasta los 40 grados. En las tardes se cumple con un trabajo de oficina para documentar todo lo que se va observando sobre el material que se encuentra bajo la arena, se hace una clasificación, se toman fotos y descripciones.

La experiencia de la egiptóloga ecuatoriana Paola Cartagena

«La tumba estaba a solo 10 minutos de viaje. A las 6 am estábamos en el yacimiento desde donde veíamos los espectaculares amaneceres e inmediatamente nos preparábamos para empezar. Antes de iniciar la jornada se saca de los almacenes el material para trabajar ese día: material para restauración, material para clasificación de los hallazgos, computadores, etc.

El equipo se divide de acuerdo a la especialización y cada grupo se dedica a su especialidad, epigrafistas, restauradores, antropólogos, arqueólogos, y el arquitecto. Los trabajos consisten en documentar y registrar los hallazgos, restauración de los mismos, limpieza y estudio de restos humanos, planos, medidas, dibujos de las tumbas y, principalmente la restauración de la capilla de la tumba principal, la cual ya fue totalmente excavada y despejada.

En esta campaña trabajamos en una tumba auxiliar, y de una época posterior, excavada en las paredes del patio de la tumba principal. Yo estaba con el grupo de arqueólogos, con quienes todas las mañanas bajábamos a la tumba a despejar los escombros, y bajar los niveles de la misma. Es una tumba con varias cámaras y el trabajo es muy minucioso.
El trabajo es duro pero muy gratificante y emocionante. La rutina diaria antes de empezar era leer la fórmula de ofrendas funerarias usadas en el Egipto dinástico, por respeto a la gran cantidad de restos humanos que se encontró en esta tumba; luego se hace la toma de cotas, y la distribución los empaques para ir clasificando correctamente el material encontrado, cada empaque estaba identificado según el día, el material, y la cuadrícula en que cada uno trabajaba. Por seguridad cada hora y media tomábamos un descanso de 10 minutos para salir a ‘respirar’ e hidratarnos, ya que el aire y calor dentro de la tumba era bastante intenso.

A 10 de la mañana teníamos un descanso más prolongado en el que nos juntábamos con el resto del equipo en el campamento para el ‘Fatur’ o desayuno, donde compartimos sánduches, café, chocolate, snacks, etc, para reponer fuerzas y seguir el resto de la jornada. Tras este descanso cada uno vuelve a sus labores, hasta las 2 de la tarde en que regresábamos a la casa, a cocinar el almuerzo, descansar, y principalmente un buen baño para quitarnos el ‘polvo milenario’ que teníamos encima.

El único día de descanso son los viernes, trabajábamos de sábado a jueves. Todos los jueves había una cena con los directores del proyecto y los viernes que son libres visitábamos los museos, monumentos, templos y tumbas cercanos a Luxor, la verdad nos hizo falta tiempo porque hay mucho que ver.

Para mi fue una labor muy dura pero lo vale todo, es hacer mi sueño realidad. Soy la primera mujer de Ecuador en lograrlo. Desconozco sobre algún arqueólogo o antropólogo que haya podido ir a excavaciones en Egipto antes y por ello es un gran mérito ser parte de esta experiencia”, menciona la egiptóloga con orgullo.

Cumplir este reto le da los honores de ser miembro del Instituto de Estudios del Antiguo Egipto y miembro del Proyecto Visir Amenhotep Huy.

Descubrimientos importantes

Según la directora del proyecto, Teresa Bedman, ha sido muy importante el descubrimiento durante las excavaciones de varios miles de fragmentos de relieves que cubrían las paredes de la tumba del visir, que han aportado importantísima documentación religiosa e histórica y que presentan una gran calidad artística, de la mejor del arte del antiguo Egipto.

También se han producido hallazgos muy interesantes en el interior de la tumba, pertenecientes a épocas posteriores, especialmente después del año 1000 a.C., cuando los sacerdotes de Amón en Tebas decidieron utilizar la gran tumba de este visir como necrópolis donde enterrar a miembros de alto rango de su clero. Por eso hemos descubierto otras dos tumbas intactas de estos sacerdotes, uno de los cuales fue jefe de escribas de la mesa de las ofrendas divinas del dios Amón en el Templo de Karnak, llamado Ankh-ef-en-Khonsu. Después del Tercer Periodo Intermedio (1076-723 a.C.), la tumba del visir siguió siendo utilizada como sepultura por importantes familias tebanas, también vinculadas con los dioses de Karnak, que son las que ahora estamos excavando. El lugar siguió en uso hasta el siglo II d.C. como lugar de enterramiento y construcción de tumbas para sacerdotes de alto rango de Karnak.

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