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Han pasado 10 años de la muerte de Marisela Escobedo y la justicia no llega

El caso de Marisela Escobedo es la prueba de la omisión del estado mexicano ante la violencia que vivimos todos los días. En México la impunidad y la indiferencia imperan todos los días. No hay justicia para las diez mujeres que son asesinadas todos los días ni para el dolor de las familias que deben tomar acción por su propia cuenta.

A Marisela la mataron tres veces. La primera fue el día que su hija fue asesinada. La segunda,  el día que la justicia absolvió al asesino. La tercera, el día que Marisela recibió un balazo en la cabeza mientras exigía justicia frente al palacio de Gobierno de Chihuahua.

Han pasado diez años de su muerte y la justicia no llega.

Fue a través del documental de Netflix Las tres muertes de Marisela Escobedo, que el caso estremeció al mundo.

Netflix/ las tres muertes de marisela escobedo

Rubí apenas tenía 17 años cuando fue asesinada en manos de su pareja, un hombre mayor que ella llamado Sergio Rafael Barraza con quien procreó una niña. El sujeto se dio a la fuga y Marisela lo persiguió por casi un año para entregarlo ante las autoridades.

En junio de 2009, Marisela Escobedo logró dar con Sergio, quien confesó haber asesinado a Rubí para después quemar su cuerpo y que no hubiera rastro de ella. Se lograron recuperar 39 restos óseos que pertenecían enterrados en un basurero.

A pesar de que todas las evidencias estaban sobre la mesa, los jueces a cargo del caso declararon que no existían las pruebas suficientes para condenarlo.

“Ante la ausencia de pruebas suficientes que demuestren que entre el 28 y 30 de agosto del año 2008, Sergio Rafael Barraza Bocanegra golpeó a Rubí Marisol Frayre Escobedo, ni que tales golpes hayan sido la causa de la muerte de ésta, se concluye que no se demostró la existencia del hecho punible que se le atribuye, ni su participación como autor del mismo, por lo que debe dictarse veredicto absolutorio en su favor” dice la declaración oficial.

Marisela siguió luchando, pese a que recibió amenazas de muerte. El 16 de diciembre del 2010 fue asesinada cuando protestaba frente a la puerta del Palacio de Gobierno de Chihuahua. 

En octubre del 2012, José Enrique Jiménez Zavala, presunto asesino de Marisela, fue detenido y procesado y confesó que el asesinato fue ordenado por Los Zetas, con quien Sergio Rafael tenía relación.

Pareciera una historia de ficción pero no, es la realidad que viven muchas madres mexicanas cuyas hijas son asesinadas y cuyos nombres pasan a ser «uno más» en una lista que la justicia prefiere ignorar.

Los años siguen pasando y el caso es el claro ejemplo de lo corrompido que está el Estado y cómo el crimen organizado tiene el control. México es un país que presenta cifras escalofriantes de feminicidios pero no parece causar impacto alguno.

La falta de respuesta de las autoridades es lo que ha llevado a las familias y amigos de las víctimas a tomar acción propia, convirtiéndose en un verdadero infierno. Resulta increíble que sean las propias madres quienes tengan que reunir los restos de sus hijas.

Las cosas no han cambiado. Tanto el caso de Rubí como el de Marisela quedaron impunes. Ante el sistema, las víctimas quedan olvidadas, los culpables perdonados y las familias con un dolor permanente. Ni siquiera tienen la oportunidad de vivir un duelo, de enterrar a sus hijas.

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