La ausencia de cada una de las mujeres que han sido asesinadas en México duele y sin conocerlas, se siente cercana. Estamos atravesando por una crisis de violencia, donde diez mujeres, entre ellas niñas, son asesinadas cada día. A pesar de que las noticias de feminicidios se ha convertido en el «pan de todos los días», pareciera que la sociedad sigue negando el problema.
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El pasado miércoles 2 de septiembre, hubo una reunión del Colectivo 10 de marzo con la titular de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, al que acudieron Marcela Alemán y Silvia Castillo, madres de víctimas de violación y asesinato. Piedra Ibarra les dijo que las carpetas estaban mal integradas y que tendrían que volver su estado. Marcela decidió amarrarse a una silla, mientras que Silvia amenazó con suicidarse. Feministas apoyaron la protesta desde afuera y fue hasta el viernes por la mañana, que los colectivos entraron, desalojaron a los trabajadores e informaron que era una ocupación del edificio para convertirlo en refugio de víctimas.
Los colectivos feministas y familias de mujeres y hombres víctimas de diversos delitos impunes, pintaron un cuadro de Francisco I. Madero que se encontraba dentro de la CNDH. Esto dividió la opinión en redes sociales entre quienes aplaudieron la protesta como una forma de demostrar la inconformidad que existe frente a la indiferencia del gobierno y quienes lo consideran un acto de vandalismo.
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es que como no ver esto sin que se te ponga la piel chinita pic.twitter.com/lVCVlKH6uj
— lacely (@cely_ramos) September 6, 2020
La sociedad puede tener sus propias opiniones, el movimiento feminista no pretende «adoctrinar» (como dicen algunos) a nadie pero sí dejar claro que México se ha convertido en un país donde una pared o un cuadro pintado molesta más que las miles de mujeres que son ultrajadas de las formas más atroces.
Afuera de las instalaciones se escucharon historias escalofriantes, como la de Érika Martínez, cuya hija fue abusada sexualmente por el hermano de su padrastro cuando ésta tenía 7 años. Tras denunciarlos, se quedaron sin casa y tres años después sigue sin haber justicia. Fue justo la hija de Erika, ahora de 10 años, quien pintó sobre el cuadro de Francisco I. Madero que estaba al interior de la Comisión.
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“Este cuadro, estas flores, estos labios pintados, se los pintó mi hija. Mi hija, una niña que a los 7 años fue abusada sexualmente. Entonces quiero decirle a ese presidente que cómo se indigna por este cuadro, ¿por qué no se indigna cuando abusaron de mi hija?”, gritó Erika frente a la imagen.
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Esto, mil veces. pic.twitter.com/vnCUw6rwMB
— Eréndira Derbez (@erederbez) September 7, 2020
De acuerdo con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a junio de 2020 se registraron 489 feminicidios en el país, que representa un aumento de 9.2% a los feminicidios registrados en los primeros seis meses de 2019. La cifra de feminicidios en lo que va del 2020, también es más elevada que la que se registro de enero a junio de 2018 cuando se registraron 432, que significa un aumento de 13.2% en 2020 comparado con 2018.
En México parece que la noticia de una mujer que fue calcinada o arrojada como una bolsa de basura en un terreno baldío no causa indignación alguna entre quienes descalifican los movimientos feministas. Y cuando se trata de una niña desaparecida o violada, la culpa es de su madre por «dejarla salir» o «no cuidar con quién se junta».
En México la palabra «feminicidio» es rechazada porque «también asesinan a hombres» sin embargo, la sociedad no termina de entender que el término viene de un asesinato de una mujer por el hecho de serlo.
Por esto mismo, hay estados que todavía no tipifican el feminicidio y otros en donde la tipificación es sumamente compleja por lo que terminan minimizando que se trata de una violencia de género.
En México no se cuestiona la descomposición social por la que estamos atravesando. Al final, la mujer víctima de abuso o feminicidio termina siendo señalada por cómo vestía, si tenía tatuajes, si tomaba o si salía de fiesta. A la víctima se le cuestiona por no saber elegir a sus amistades o parejas, por ser una «promiscua» o una «libertina».
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