Es común escuchar a las mujeres hablar de lo mal que están siendo tratadas por los hombres, pero ¿qué hay de cómo las mujeres tratan mal a otras mujeres? Las mujeres hablan de querer igual remuneración, igualdad de trato, respeto a sus derechos y formas de ser sin embargo, sin darnos cuenta hemos caído en una jungla donde la que aplasta vence y no debería ser. Porque las mujeres más fuertes, son las que se construyen las unas a las otras, no las que destruyen.
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Estamos acostumbrados a decir que la inteligencia, fuerza, equilibrio, gracia e independencia hacen a una mujer fuerte y no está del todo equivocado, después de todo, son cualidades necesarias para avanzar. Pero ¿es todo lo que importa? No. Una mujer fuerte sabe que una sociedad solo puede prosperar si los hombres y las mujeres pueden trabajar juntos hacia un objetivo o futuro común. pero sobretodo, si entre mujeres unen fuerzas en vez de contraponerse.
¿En qué momento vamos a comenzar a celebrar a las mujeres en lugar de celar o insultar? Por que aprece de la vida cotidiana señalar, etiquetar y criticar. Llamar «zorra» a la que siempre está rodeada de muchos hombres, «puta» a la que muestra «demasiada» no te hace mejor o más fuerte.
Las mujeres competimos entre nosotras, nos comparamos, nos restamos autoridad, nos burlamos y es así como de forma inconsciente nos debilitamos nos debilitamos unas a otras. Al menos esa es la idea dominante sobre la manera en la que nos relacionamos entre nosotras. Hemos normalizado la competitividad entre nosotras y si triunfar significa pisar a la otra, lo haremos. Todas hemos caído alguna vez en ese comportamiento machista sin darnos cuenta. Necesitamos revertir el estereotipo de que las mujeres no apoyan a otras mujeres.
Si alguna vez te has preguntado cómo puedes ayudar a «construir» a otras mujeres, puede ser más fácil de lo que crees.
Nos gusta quejarnos de las injusticias sociales del patriarcado sin darnos cuenta de que resolverlas comienza en nuestras interacciones como género. Estamos contribuyendo al problema cada vez que elegimos ser competitivos en lugar de colaborar. Contribuimos al problema cada vez que nos comparamos con otras mujeres en lugar de celebrar nuestras diferencias. Contribuimos al problema cada vez que tenemos la oportunidad de ayudar a otra mujer, pero decidimos no hacer nada.
Si tu compañera de trabajo consiguió la promoción que que se merecía, ¡bien por ella! Escúchala hablar sobre cuánto trabajó para ganársela. Eso era para ella, no para ti. Todas tienen sus propios méritos y éxitos y tú también estarás donde debes estar con lo que hagas.
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Tal vez tu mejor amiga esté planeando la boda de sus sueños con el amor de su vida, ¡bien por ella! En lugar de buscar sabotear su felicidad con el hecho de que tú sigues de cita en cita o que su relación fracasará porque crees que el amor no existe si tú no lo consigues, pregúntele cómo puede ayudarla a hacer que su gran día sea maravilloso. No desaparezcas de su vida ni le desees mal. No te arrepentirás de sentirte bien por ella.
Cuando ayudas a construir a otras, te conviertes en una mujer fuerte. Cuando ayudas a otra mujer a levantarse, todas brillan. Al principio puede parecer que estás desviando la atención de ti misma, pero en realidad estás demostrando que eres un apoyo, un líder inspirador, y lo suficientemente segura como para alabar a los demás. ¡Inténtalo!